julio 22, 2012

ENTREVISTA



En el poco tiempo de vida que lleva este blog en activo hemos entrevistado a personas que hemos considerado que tenían muchas e interesantes cosas que decirnos, pero pocas veces uno tiene la oportunidad de entrevistarse con el hijo de una de las personas que probablemente represente una de las partes más difíciles y a la vez fascinantes de la historia reciente de Chile.

Damas y caballeros es para mi un gran honor y un privilegio poder entrevistar Manuel Contreras (hijo), hijo del General Contreras que antaño comandó la dirección nacional de Inteligencia DINA.

En primer lugar agradecerle en esta ocasión muy especialmente por concedernos esta entrevista.

P) En primer lugar y entrando ¿Saber cual es el estado de ánimo y salud de su padre?

R) Su salud física está deteriorada debido a sus múltiples enfermedades, pero su salud mental está muy bien. Su ánimo siempre fuerte pero su voz se ha ido apagando por sus años.

P) ¿Qué cargos se sostienen contra el y que fundamento tienen?

R) Cargos de “Lesa Humanidad”, cargos penales que no tienen fundamento en la ley chilena por cuanto nuestra Constitución prohíbe la retroactividad de la ley penal, sin embargo los jueces chilenos marxistas han aplicado Tratados Internacionales no válidos para los años del combate contra el terrorismo en Chile, los cuales fueron ratificados por el Congreso chileno a fines de los años noventa.

P) ¿Creen que podrá ser posible el indulto en un futuro cercano? ¿Cómo vive usted y sus familiares más cercanos la situación en la que se encuentra actualmente su padre?

R) Es casi imposible pensar en un “indulto” dado la interacción permanente de los poderes políticos quienes en una unión fáctica cuyo objetivo es el poder (“la Teoría de las Elites”) se han unido para “satanizar” el Gobierno Militar por la izquierda quienes manejan la prensa y el lenguaje, y por la derecha quienes se sienten con menos poder frente a las elecciones sino desprecian a las Fuerzas Armadas del Gobierno Militar, cuya propaganda marxista los ha hecho ver como las “SS” y el Ejército Alemán de Adolfo Hitler.

P) ¿ Cuéntenos que representa para usted la figura de su padre?

R) Mi bisabuelo don Manuel Contreras Canelo fue soldado del Regimiento “Esmeralda 7° de Línea” en la Guerra del Pacífico (1879-1884) contra Perú y Bolivia en las batallas de Tacna, Chorrillos y Miraflores, todas victorias para ese Ejército chileno. Luego en 1891 participó en la Guerra Civil donde fue gravemente herido en la batalla de Placilla (luego de la de Con-Cón). Le fue amputada una pierna y tuvo que refugiarse por años, para volver a la civilidad sin ser ayudado por nadie, muriendo pobre y abandonado. Dejó dos hijos, un de ellos mi abuelo Manuel Contreras Morales quien llegó a ser Coronel del Ejército de Chile, padre de mi padre. Siento que mi padre ha sufrido lo mismo que mi bisabuelo, el hecho de combatir por su Patria y luego ser abandonado de por vida. Y mi bisabuelo combatió en uno de los Regimientos más Gloriosos del Ejército de Chile.

P) ¿Cuál es la virtud que más admira de el? Que defecto destacaría también.

R) Su mayor virtud que he visto es el VALOR, su mayor defecto es su obstinación en errores permanentes que no reconoce.

P) ¿Cuál es la lección más importante que le ha enseñado su padre?

R) Jamás rendirse.

P) ¿Cómo describiría a su padre fuera de la faceta profesional? ¿Es un hombre tímido?¿Extrovertido?¿Introvertido? cuéntenos un poco.

R) Introvertido en lo personal más no en lo familiar donde fue muy cariñoso; extrovertido en lo profesional en cuanto al mando militar. Siempre muy cerca de sus hombres y familias, siempre cerca de sus soldados. Siempre cerca de las familias de sus soldados. Dando el mejor ejemplo; no es por lo que yo diga sino por lo que viví con él.

P) Retrotrayéndonos un poco ¿Nos podría Cuál es el recuerdo más bonito que guarda junto a su padre durante su infancia? ¿Cómo transcurrió su infancia en el hogar familiar?

R) De niño puedo decir que el mejor recuerdo que tengo junto a él fue en Estados Unidos en 1967 en Fort Belvoir cuando vivimos allá, período en que estudió la Guerra de Vietnam y años más tarde se convirtió en la DINA, donde años más tarde me explicaría el porqué y cómo se debía llevar a cabo una Guerra contra el Terrorismo dado su experiencia en Vietnam.. De adulto joven cuando estuvimos juntos en el campo de Fresia “Viejo Roble” en el sur de Chile entre 1991-1994.

P) ¿Podría explicarnos alguna anécdota graciosa junto a el?

R) Cuando vivimos juntos y solos en el “Viejo Roble” había un toro raza “angus” al cual denominó “Oso Negro”. Un enorme bruto de más de 700 kilos al cual el solo le obedecía a mi padre y quien lo quiso tanto que lo dejó morir en paz en el fundo y se acercaba a su cabaña los inviernos en que nevaba.

Ahora entrando un poco más en materia cuéntenos

P) ¿Cómo vivió la familia Contreras aquellos años 70 convulsos de la época de Salvador Allende? ¿Conserva algún recuerdo o imagen en especial que le marcara?

R) Ciertamente estuvimos alejados de la convulsión por cuanto vivíamos dentro de Cuarteles Militares, pero sentíamos el terror del marxismo en las calles, sobre todo cuando yo iba al colegio.

P) ¿Cómo acogió la familia el nombramiento posterior al 11 de septiembre del 73 de su padre como encargado de la DINA? ¿Cómo transcurrieron aquellos años en su hogar?

R) Nunca tuvimos una conciencia absoluta de lo que ocurría. Jamás se dimensionó el cargo de nuestro padre; si esos años fueron de un encierro absoluto en nuestro hogar por seguridad, lo que me afectó profundamente en mi niñez.

P) Desde su posición de espectador privilegiado ¿Cómo calificaría usted las relaciones entre el General Pinochet y su padre durante aquellos años?

R) De un sub-alterno a un Jefe, pero sobre todo de un amigo a otro pese a los años que los diferenciaban y los años de antigüedad, pero la intimidad que yo vi, sobrepasaba lo anterior sin, repito, sobrepasar lo anterior. Fue una relación de Jefe-Sub-alterno muy bien llevada, con mucho respeto, de igual admiración y sobre todo de tener el mismo objetivo de la liberación de la Patria del “yugo marxista”.

P) ¿Cuál fue el día más amargo que conserva de los años posteriores al pronunciamiento?¿Y el más alegre?

R) Los cuatro años siguientes al 11 de Septiembre en que viví muy poco la libertad de mi niñez. Lo más alegre fue cuando viví con mi padre en el fundo del “Viejo Roble” y cuando estuve en la Escuela Militar.

P) En su opinión ¿Cuál cree que fue el mayor error de su padre? ¿Y el mayor acierto?

R) El mayor error fue, creo, no haber hecho que la Justicia Militar hiciera su trabajo como correspondía, es decir dejar que los detenidos extremistas fueran juzgados por esta instancia y luego condenados. Su mayor acierto….”Pacificar Chile”. Como fue la orden que le dio el General Augusto Pinochet.

P) ¿Cómo se encuentran actualmente las relaciones de su familia con la familia Pinochet?

R) Como siempre. En un comienzo muy cercanas, hoy nada.

P) ¿Y con la clase política de la UDI y el ejecutivo actual?

R) Ninguna.

P) ¿Cree que la figura de su padre será alguna vez reconocida en su justa medida por la historia de Chile?

R) Sí, no me cabe duda alguna luego de cincuenta años.

P) ¿Cómo se vive el día a día viendo como cada día en los medios de comunicación se habla sobre su padre?

R) Terrible. Me ha sido imposible conseguir trabajo y vivir una vida normal.

P) ¿Qué siente uno más por los medios que mienten, u odio y repugnancia o pena?

R) Las tres.

P) ¿Como acogieron la llegada del nuevo ejecutivo Piñera?

R) Con mucha esperanza y luego con gran desilusión.

P) Nos gustaría saber para ir terminando, que opinión tiene su padre y usted con respecto el General Francisco Franco en lo referente a España

R) Mi padre tuvo el honor de concurrir al funeral del Generalísimo Francisco Franco y siempre le dijo al General Pinochet que debía seguir su ejemplo, en el sentido de no entregar el poder hasta la muerte, situación que no ocurrió y que terminó en la cárcel de 700 militares actualmente en Chile.

Por último nos gustaría que en primer lugar desearle la mejor suerte a usted y a su padre y en segundo agradecerle de forma infinita que nos haya concedido esta entrevista, también como último favor le pediríamos que mandara un mensaje a todos los lectores de este blog.

Guillermo Fernández González

julio 10, 2012

Durante la campaña de La Sierra en la Guerra del Pacífico se produjo el Combate de La Concepción. 
En la madrugada del 5 de julio salió de Huancayo la 4° Compañía, menos 39 soldados, a cubrir la guarnición de La Concepción.

El 7 de julio llega al pueblo de La Concepción, el Doctor Palacios y el subteniente Julio Montt Salamanca, quien aceptó quedarse inmediatamente.  El Dr Palacios vaciló un rato y al final tomó la resolución de seguir viaje con el propósito de reunirse con su hermano en Lima.

El 8 de julio el teniente Ignacio Carrera Pinto recibió una comunicación  del Comandante de la División del Centro, coronel Estanislao del Canto, dándole instrucciones para apoyar a las columnas de enfermos y tropas que pasaran por la guarnición y a su vez, le indicó que existían informaciones sobre posibles ataques de  montoneras en la zona.

El  9  de julio era un día habitual en La Concepción,  la gente del pueblo concurrió a misa temprano, sabedores que habría un ataque. Las principales familias salieron  temprano en peregrinación  al Convento de  Ocopa.

El coronel peruano Juan Gasto resolvió atacar la guarnición de La Concepción,  a las 14:30 sus fuerzas rodearon el pueblo y previo al inicio del ataque,  envió una nota intimidatoria de rendición. Que contestó el teniente Ignacio Carrera Pinto, indicando:
 “Mi abuelo esta esculpido en bronce en la Alameda de Santiago, no seré yo quien lo manche”.
                                                                       (Fdo) I Carrera Pinto.
Los civiles de La Concepción eran tres mujeres chilenas que acompañaban a sus maridos soldados, un niño de cinco años hijo de una de estas mujeres y una guagua.  Respecto a esta última existe la versión, que narra que este niño habría nacido en pleno combate. Todos ellas fueron asesinados y sus cadáveres salvajemente mutilados y profanados. Sus cadáveres de las mujeres estaban en el segundo patio del cuartel.

Para la defensa de la plaza, el teniente Carrera Pinto, distribuyó en los tres accesos, a los oficiales Pérez y Montt y al sargento 1° Manuel Jesús Silva. Él se quedó con Cruz Martínez y con los soldados de la 4ª compañía, cubriendo el frontis del cuartel, la iglesia y su pórtico, las dos torres del campanario donde subieron diestros fusileros y la parte posterior del cuartel el llamado huerto.  
Se destacan como los más experimentados por los años de servicio y campañas, el Sargento 1° Manuel Jesús Silva, quién junto al teniente Ignacio Carrera Pinto habían combatido en la batalla de Tacna, el 26 de mayo de 1880, en el Zapadores y Esmeralda, respectivamente.

Durante la noche, en una de estas salidas es herido en el brazo izquierdo el teniente Ignacio Carrera Pinto, que es auxiliado por sus soldados y retirado al interior del cuartel, donde rápidamente es efectuada la curación.  Con su brazo en cabestrillo, reasume el mando de la resistencia.

El combate nocturno no cesa, al amanecer, en una de las salidas muere el subteniente Julio Montt Salamanca, quien es trasportado al interior del cuartel y dejado con el resto de los muertos, que son ubicados en una pieza aislada en el interior.

El día lunes 10 de julio alrededor de las 7 de la mañana, cayó en la refriega al frente de sus hombres, el teniente Ignacio Carrera Pinto, éste fue transportado a la oficina de la mayoría, donde fue colocado su cadáver.

Lo sucedió en el mando el subteniente Arturo Pérez Canto.  Ya entrada la mañana, a eso de las 10, las tropas peruanas ingresan al cuartel por los forados y  en un inmenso tropel, caen rugiendo.  A esa altura del combate las municiones son casi inexistentes y solo las bayonetas son las que imperan en el campo de batalla. Al poco tiempo cae abatido el subteniente Arturo Pérez Canto, en la lucha que se desarrolla en el primer patio. Así asume el mando el subteniente Luís Cruz Martínez; ya sólo quedaba una sección de casi 14 soldados.

Pasada las 10 y media de la mañana, solo queda un piquete de cuatro soldados, dos de ellos heridos y el subteniente Luis Cruz Martínez,  quien salió a la plaza a pelear al descampado y decididamente dispuesto a morir matando.

El cuartel se encontraba incendiándose. Tanta audacia y valor paralizaron a los adversarios. A esa hora, después de 20 horas de combate  habían cumplido la misión, con creces, sin embargo la ordenanza se impuso: “el oficial que tuviere la orden de mantener su puesto a toda costa los hará”.  Inútiles resultaron los gritos y ruegos de rendición y a fin de convencerlos intercedió un oficial jefe peruano. También se recurrió a una  mujer que mantenía una amistad con el subteniente Cruz Martínez, sin embargo los sentimientos no se mezclaron. EL CHILENO NO SE RINDE, fue la respuesta. 

Y cargo con sable en mano sobre muchedumbre embrutecida por el aguardiente y la chicha; allí cayó victima de múltiples heridas de armas blancas, el subteniente Luis Cruz Martínez, era el último oficial.  Después de su muerte sobrevivieron dos soldados, estos harán la última carga, desde el atrio del pórtico de la iglesia.

Sin embargo, hay un relato de un oficial chileno, que llegó a las pocas horas de haber finalizado la resistencia heroica. El cual da luces sobre los últimos defensores,  cuando dice que: “los sargentos Silva y Rosas, murieron en la puerta misma de la iglesia, cubriendo la entrada con sus cuerpos”. Esto indica que los sargentos Manuel Jesús Silva y Clodomiro  Rosas, son los últimos defensores de La Concepción.

A las 4 de la tarde llega a la plaza de La Concepción el coronel del Canto y escucha el relato del combate de un súbdito español, testigo presencial. En el ínter tanto el coronel del Canto se fija que aún flamea una pequeña bandera chilena en el cuartel de guarnición, razón por la que dispuso rescatarla en el acto.

Durante la noche del 10 de julio se dispuso sacar los corazones de los cuatro oficiales, para traerlos de regreso a Chile. También  se ordenó, como el cuartel era colindante con la iglesia, se  hiciese dentro de esta última una fosa conveniente, cercana al altar mayor, para enterrar a los oficiales y la tropa y a continuación se incendiara la iglesia para evitar las profanaciones.