del Mayor (r) Jorge Tejos.
Con motivo del sensible fallecimiento de mi General ODLANIER MENA SALINAS (Q.E.P.D.), y el inexplicable cierre del penal Cordillera, donde cumplían condena señores Oficiales Generales y Superiores de nuestra Institución, he querido manifestar a US. lo siguiente:
Que teniendo absoluto conocimiento de la modificación del Decreto supremo N° 65 de 24.ENE.2006, que aprueba nuevo DLN-912 “Reglamento de Servicio de Guarnición de las FF.AA.”, reemplazando la letra “g” del artículo 155, que dice textual “al personal de las FF.AA. en retiro que haya prestado más de 20 años de servicios, siempre que no haya abandonado las filas en cumplimiento a medidas que le afecten legalmente para recibir honores, o bien, haya sido condenado por sentencia ejecutoriada a pena aflictiva”, firmado por la ex Presidenta Bachelet; no me queda claro para nada, que este párrafo ambiguo imponga una medida tan drástica que impida rendir honores de reglamento, a un Señor General de la República.
En efecto, el párrafo es bastante claro en prohibir los honores a quienes hayan sido dados de baja por los motivos señalados, pero este no es el caso de mi General Mena, ni del resto de los distinguidos señores Oficiales.
Todos ellos terminaron su carrera militar en forma brillante, lo que queda de manifiesto al llegar al grado máximo en nuestra carrera, que corresponde al de Coronel y en casi todos los casos, haber recibido, además, el mérito de ser embestidos con las presillas de Brigadier y General.
Alguien lo está asesorando mal, o puede ser producto de una orden verbal, pero en ambos casos, creo que esto corresponde a una injusticia tremenda que solo acarrea una inmensa perdida de moral y cohesión en las filas.
Agradezco el gesto de por lo menos haber enviado una delegación de personal de uniforme, a las exequias de mi General, ya que en el funeral de mi Coronel LUIS OSORIO GARDASANICH (Q.E.P.D.), en Septiembre de 2012, la tristeza fue extrema al ver la ausencia de personal activo, sin ningún tipo de honores militares, y agravado por la negativa de utilizar nuestra Capilla General Castrense, para su velorio y posterior misa.
Me llama profundamente la atención el silencio que se ha guardado ante situaciones extremadamente graves, donde por todos lados se ha atacado el “honor militar”, con un bombardeo de mentiras sin precedente, que está transformando una parte importante de nuestra historia como país, junto al pasado de las FF.AA., en una infame novela de ficción, que heredará nuestra descendencia.
Acostumbrar a las Instituciones Armadas a recibir fuego cruzado por todos lados, sin oponer la más mínima defensa, es una conducta que se está tornando peligrosa y desagradable.
El silencio otorga, y éste se ha transformado en un arma suicida, ya que las formas de replicar o hacer presente las molestias, sin salir del respeto a la Constitución y las Leyes, existe y siempre existirá.
Cuando en un programa en Televisión Nacional, un insolente ciudadano Argentino, por decirlo decentemente, en reiteradas oportunidades se expresó sobre el Ejército de Chile como un “Ejército Genocida”, frente a un hombre abatido y derrotado como el Señor Cheyre, lo mínimo era presentar una querella por insultos y difamación.
Pero nadie hizo “nada”, y tuvo que salir al paso de este bochornoso episodio un Marino, el ex CJA. Señor Almirante don EDMUNDO GONZÁLEZ ROBLES, a quién debemos agradecer el valor de defender el “honor militar”, que no tuvo ni el propio ex CJE.
Las atroces mentiras sobre los lujos, que supuestamente tenían nuestros camaradas en el penal Cordillera, también ameritaban un claro y categórico desmentido, pues todos saben que ellos no tenían acceso a canchas de tenis y piscinas, y que este absurdo era impensable tratándose de hombres de avanzada edad y con graves enfermedades.
También era merecedor de un gran rechazo por parte de los mandos de las Instituciones Armadas y Carabineros, la orgía de propaganda mal intencionada, programada por los medios de comunicación en Septiembre, donde ninguno mencionó a los cientos de uniformados caídos en el cumplimiento de su sagrado deber.
Sé que la inquietud y desazón que vive actualmente la familia militar, no solo se limita al sector pasivo y que el descontento al interior de las filas existe, pero no se ha hecho notar todavía, demostrando el sólido estado de disciplina que nuestro sector ha mantenido, pese a las peores, reiteradas y arteras ofensas y ataques de las que hemos sido objeto en toda la historia.
Sabemos que la ofensiva comunicacional obedece a múltiples propósitos, pero el principal es concretar la anhelada “venganza” de la clase política, a un gobierno que logró elevar todos los estándares del país, a un nivel nunca visto en el planeta, sin la intervención de ellos y que hasta el día de hoy se mantiene.
En esta perversa “venganza”, que además alimenta una empresa (Derechos Humanos), que mantiene a los dos partidos de la UP, como los más adinerados del país, ningún uniformado que haya estado en servicio activo el año 1973, se puede salvar.
Solo basta con mirar en internet, los listados que ellos tienen publicados con agentes de la DINA, que no son más que copias de las listas de Revistas de Comisario por presente del Ejército, donde figuran la totalidad de los Oficiales de la época, y que el señor Cheyre entregó.
Como no se discrimina en absoluto el grado y cargo, como tampoco alguna responsabilidad en algún hecho que constituya delito, la sentencia al que integra esta lista negra es evidente.
Solo basta con un testigo falso que acuse algún hecho ilícito y la guillotina caerá con la fuerza que solo el odio y la venganza, se han manifestado con cientos de camaradas.
El señor Cheyre, pese a todos sus esfuerzos por quedar ajeno a este castigo, le llegó su hora de enfrentar al patíbulo, de los que creyó sus socios y amigos, quedando en una situación de culpable, aunque no lo sea. (Y no me cabe la menor duda de que “NO” lo es).
Pero la culpabilidad no importa, tratándose de uniformados. Su doctrina hace que sean el sector de la sociedad más vulnerable, porque pueden ser atropellados en todos sus derechos, sin que esto tenga algún contratiempo en el acontecer nacional, salvo por supuesto, cuando el gobierno de turno tiene alguna dificultad que represente un escándalo, donde la utilización de los “chivos expiatorios”, alejan la mirada en el problema país, como acaba de ocurrir con el caso “Registro Civil e Identificación” y el cierre del penal Cordillera.
Usted mi General, tampoco está a salvo en este show de infamias, pues tengo entendido que para el 11 de Septiembre de 1973, ya era Oficial y estaba destinado en Calama.
Somos miles de chilenos que esperamos un pronunciamiento por parte del actual mando del Ejército, ante las continuas amenazas en cerrar el penal Punta Peuco, ante las permanentes amenazas con enviar a nuestra gente a cárceles comunes, como ocurrió en Argentina, donde un ex Presidente como el señor General JORGE RAFAÉL VIDELA, murió en las peores condiciones humanas y sin atención médica, que es lo que quieren concretar en Chile los dueños del odio y la venganza.
Señor Comandante en Jefe del Ejército, le adjunto dos documentos que solicito lea y analice en propiedad, aunque podría enviar a US. un millar más, pero creo que con estos dos resumiré, lo que he planteado.
El primero es un escrito de mi Almirante FERNADO NAVAJAS IRIGOYEN, titulado “Ingratitud”, y el otro un documento sin firma, seguramente escrito por alguien que no puede dormir por el remordimiento de conciencia, pero que vale la pena leer, titulado “Y AL FINAL TAMBIÉN VINIERON POR MI” (que bien podría reflejar la situación actual del señor Cheyre………..y otros).
Saluda a Usía
JORGE TEJOS RODRIGUEZ