noviembre 25, 2005



“Ata una cinta amarilla al viejo árbol....” Así dice una vieja y popular canción norteamericana, y se refiere a una costumbre que se creó con motivo de la ausencia en los hogares de EEUU de sus soldados reclutados para servir en la II Guerra Mundial en los frentes de batalla. Cada hogar estadounidense que tenía un soldado en el frente ataba una cinta amarilla al árbol más próximo a su residencia, señalando que esa casa tenía a uno de sus miembros en el combate y la cinta amarilla estaría atada al árbol hasta su regreso.

Esta costumbre aún se mantiene en EEUU y fue iniciada en la Guerra de Secesión (1861-1865) y se ha repetido en ambas Guerras Mundiales y las guerras de Corea, Vietnam, Golfo Pérsico, Afganistán y Liberación de Irak.

En 1984 mi padre adquirió un fundo que era rematado por el Banco del Estado, en la X Región, en la zona entre Fresia y Tegualda, a 60 kilómetros de Puerto Varas en dirección al oeste.

Era un lugar solitario y salvaje, de pocos planos y suaves colinas, quebradas con cientos de árboles nativos centenarios, copihues rojos y blancos, nacimientos de arroyos, fauna salvaje como pumas, zorrillos, pudúes, loros etc. Era y es un hermoso paraje. Pero económicamente no tenía gran sentido puesto que en los años ‘40 había sido un gran aserradero que había “arrasado” con la flora y fauna de la zona quedando muy poco bosque nativo. Además los caminos eran malos en verano e intransitables en invierno. Pero estas “debilidades” económicas presentaban una ventaja desde el punto de vista de la seguridad por cuanto era difícil llegar sin ser detectado, fácil perderse entre la vegetación y había que ser un gran conocedor del terreno para efectuar algún acto terrorista sin salir dañado.

El día que mi padre tomó posesión del fundo lo acompañé. Viajamos todo un día para llegar a Puerto Varas y al día siguiente emprender rumbo a las tierras por primera vez adquiridas. Realmente no me gustó al verlo: se veía abandonado, sucio, desordenado y lo peor (para mí) es que no veía al típico fundo de la zona central chilena que de por sí es plano. Aquí era todo colina, sin caminos interiores, apenas tenía cercos (que databan de 40 años los pocos que habían) pero contaba con una familia que había estado toda su vida y la de sus padres en el fundo. Grandes y buenas personas sureñas, quienes dentro de su amabilidad tenían un gran conocimiento que fuimos (al menos yo) adquiriendo de los “secretos” del campo. Ese día nos recibieron en su modesta pero enorme casona antigua estilo alemán (no española) con una cazuela de gallina; nunca he comido un pollo tan duro, pero con un gran sabor y amor.

En la tarde recorrimos dónde había que poner la casa y construcciones de apoyo; fuimos a una loma cercana y era especial por cuanto tenía una vista espectacular sobre todo el valle que mira hacia el lago Llanquihue (este no se veía) pero el volcán Osorno estaba al frente y en días claros se veían todos los volcanes de la zona sur, desde el Llayma hasta el Horno Pirén que queda frente a Chaytén. Fue un lugar que a mi padre le apasionó. Estábamos absortos con la vista, así como con el viento que pegaba fuerte desde el sur y mi padre me dice ¿cómo lo bautizo? Me quedé pensando y al verlo a él, estaba a sus espaldas un viejo árbol que no conocía dado mi ignorancia en la flora nativa chilena. Le pregunto al “campero” (el hombre dueño de casa, de gran sabiduría a pesar que no sabía leer ni escribir) y me dice “es un Roble patroncito”. Miré a mi padre y le dije “ya que vas a instalar tu casa aquí, ¿porqué no le pones Viejo Roble, tanto por el árbol como por ti?" Se río y así fue bautizado. Sería famoso un tiempo ese nombre en la prensa nacional once años más tarde.
Estaba yo en 1990, fuera del Ejército con una “democracia” recién estrenada y mis padres separándose definitivamente. A pesar que estaban separados ya varios años, vivían juntos en la misma casa de Príncipe de Gales en Santiago, y yo con ellos. Habían sido buenos años (los ‘80) junto a mis hermanas, sus maridos y sus niños, ya que en el enorme y hermoso jardín de la casa, mi padre había construido una piscina que disfrutamos como nunca hasta hoy, así como los infaltables asados los domingos en familia y las navidades todos juntos. Realmente hecho de menos aquellos buenos tiempos. No sabíamos el infierno que nos deparaba el destino.

La casa se vendió a un Banco y mi padre partió definitivamente a vivir al campo y mi madre a un departamento. Yo había conocido a una mujer separada y estaba viviendo con ella; no duré mucho. Luego me fui a vivir un año a Viña del Mar. Entre estos acontecimientos me había hecho cargo de lo último que quedaba de la oficina de Seguridad Alfa-Omega en Santiago, pero fue sólo para terminar vendiendo los departamentos y adquirir un crédito en la CORFO a fin de comprar un aserradero que mi padre pensaba instalar en el campo para trabajarlo con madera ya que los animales daban poco resultado debido al frío de los inviernos (tiene un clima parecido al de la XI Región, y montañoso) por lo que se usarían los activos de Alfa-Omega para cubrir parte del crédito y se afectarían hipotecas para el aseguramiento de éste.

Esos años entre 1991 a 1995 realmente fueron años más que perdidos para mí. Me fui en buen chileno “a la mierda”; no conseguí volver a la Universidad Gabriela Mistral a pesar que doña Alicia Romo le había prometido a mi madre mi reingreso cuando saliera en libertad, y cuando esto ocurrió me exigió personalmente “otro requisito” que era obtener en el proceso la eximente de responsabilidad criminal de legítima defensa. Cuando estos imposibles se cumplieron ella no cumplió. Además había cambiado el gobierno y mi nombre era cada vez más peligroso.

Fui de Universidad en Universidad privadas (que tenían cuarto año de derecho ya en sus mallas curriculares) tratando de ser aceptado y todas se “disculpaban” con un NO. La Mistral, la Central, la Diego Portales, pero la que fue un chiste fue la Universidad de Las Condes: me presenté con todo mi currículum académico y uno de sus directores me pidió ver mis “antecedentes penales y el fallo del Ministro Bañados”. Lo hice y fui aceptado. Un día antes del ingreso a clases me llegó una carta de puño y letra del Director de dicha Universidad el ex Director General de Carabineros y miembro de la Junta de Gobierno César Mendoza Durán, quien se excusó de aceptarme por “convivencia universitaria”. Recuerdo con frustración y amargura ese hecho. Mi padre al enterarse le envió una carta también de puño y letra a este “señor” y creo que le dijo varias situaciones personales y de su familia que no habían sido del todo correctas durante el Gobierno Militar, sobre todo desde el punto de vista económico y relativo a los numerosos viajes al extranjero de sus hijas.

Pero como buen “Contreras” seguí tras mi objetivo. Me presenté a la Universidad Andrés Bello cuya Rectora era doña Mónica Madariaga quien me recibió muy cariñosa, y me mandó a hablar con el Decano de Derecho. Este hizo un informe de mi situación y se me exigió dar de nuevo “exámenes de conocimientos relevantes” de las 17 cátedras que tenía aprobado de la carrera. Les hice ver lo cómico de la exigencia por cuanto yo los había aprobado frente a comisiones de la Universidad de Chile como ente rector Estatal del conocimiento de la ley por mi parte y era ridículo que una Universidad privada aún no acreditada me pidiera tales exigencias. Pero no hubo caso. Más pesó el cómo me llamaba. En fin...lo acepté y me dieron un plazo de cuatro meses para ponerme a estudiar y rendirles dichos “exámenes”.

Me fui al campo de mi padre para ayudarlo y a la vez estudiar. Fue un buen tiempo, por fin estuve con él solo y pude conocerlo mejor. Me llamó la atención su sencillez y sobriedad. La casa no era más que una cabaña con una estufa a leña en un pequeño living comedor que tenía el infaltable televisor (que me carga hasta el día de hoy) su pieza no tenía closet sino un espacio en la pared donde estaba colgada su ropa con plástico protector y una pequeña estufa también a leña que él prendía todas las tardes. Su escritorio era un pequeño habitáculo al lado de su pieza, pero con una vista extraordinaria hacia el volcán Osorno. Fuera de la casa había otras construcciones para el personal de guardia (militares de su escolta) una pieza de visitas, otro escritorio para recibir a los trabajadores y ver los asuntos del fundo, un contenedor como bodega y un canil para los perros. Todo el sector de la casa estaba cercado y tenía dos entradas una para vehículos y otro para los caballos y personas. Parecía un Regimiento. Todo estaba en orden y funcionando. A la entrada se había construido todo el campamento para los trabajadores y el enorme galpón para el respectivo aserradero que estaba en funcionamiento. Además mi padre como buen Ingeniero Militar había hecho varios caminos interiores y puentes. Realmente era un paraíso de tranquilidad, pero muy solitario y austero. Siempre le decía que me recordaba una figura de metal de Napoleón en su exilio de la isla de Santa Helena que se encontraba sobre la chimenea de entrada del antiguo Club Militar de Alameda con su estilo señorial y centenario, su hermoso comedor con dos enormes cuadros, uno de la Batalla de Chacabuco con O’Higgins al ataque y el otro del Ejército Libertador con San Martín y O’Higgins cruzando la cordillera para liberar Chile.

Me fui del tema...¡ah! que me recordaba esa escultura metálica de casi medio metro de altura que representaba a Napoleón sentado con su uniforme, con sus botas en dirección hacia un fogón (iluminado con una lamparita en su interior) y los brazos cruzados. Siempre me representó la sobriedad militar. ¿Dónde estará esta pieza histórica?

Llegó el mes de septiembre de 1991, el 18. Lo celebramos como correspondía así como el 19 que es el Dia de las Glorias del Ejército. Pero yo estaba preocupado; Aylwin (el Presidente) había intervenido groseramente en el Poder Judicial y les exigía “investigar”, a pesar de estar vigente una ley de amnistía la cual extingue por completo la pena y sus consecuencias, pero mañosamente y con brutal intervención e inconstitucional aprobio se dejaba actuar de esta forma. Y se había nombrado a un Ministro “especial”, Adolfo Bañados Cuadra, para investigar el Caso Letelier, ya visto por la Corte Suprema en 1978. Pero insistían.

El día 20 de septiembre notifican a mi padre que está detenido. Faltaba UN DÍA PARA QUE PRESCRIBIERA LA ACCIÓN PENAL. Al día siguiente llegan varios detectives, todos muy caballeros, sonrientes, humildes y cautelosos. Para mi sorpresa veo que el jefe de esta “expedición” era Rafael Castillo. Al otro día partimos para Santiago hacia el lugar de reclusión de mi padre. Y para mí...adiós a los estudios de los “exámenes”. Me aboqué por completo a defender a mi padre ante la prensa mientras duró esa detención que fue hasta diciembre. Sí me alertó el hecho que no hubo abogado que lo quisiera defender, por lo que Bañados nombró a uno del turno quien para sorpresa de todos resultó ser un excelente profesional, muy estudioso y tranquilo.

En 1992 a 1994 estuve en forma intermitente entre Santiago y el Viejo Roble, donde mi padre había vuelto pero sujeto a restricción judicial mientras continuaba el Proceso, así como yo veía otro “proceso” que era el ver a mi padre cada vez más abandonado a su suerte, pero él muy confiado que no sería condenado o al menos no iría a la cárcel. Yo veía todo lo contrario. Y no era por ser “brujo” sino me bastaba ver que el General Pinochet había realizado dos maniobras militares para “asustar” al gobierno a objeto de que no se investigara a su familia por problemas de dineros, lo que le resultó, ya que el Presidente Frei dijo que “por razones de Estado no continuaba investigando”, pero apoyo a mi padre no existía.

Años después me enteraría que en la primera oportunidad que Pinochet acuarteló al Ejército, el Presidente Aylwin le pidió a su Ministro Enrique Krauss que se contactara con el general Jorge Ballerino a objeto de “hacer una ley de punto final”. Este general le dijo a Krauss “que no era necesario....que sólo bastaba no molestar a Pinochet y su familia”. Este sujeto que quería ser el próximo Comandante en Jefe tenía la “Teoría de los Fusibles” la cual implicaba que no importaba que se “quemaran los fusibles mientras no se quemara el motor principal”. Esto era en alusión a que no importaba que se fueran a la cárcel cuanto militar hubiese mientras no tocaran a Pinochet y su familia. Este indigno general estaba a cargo del “Comité Asesor” que era una repartición POLÍTICA AL INTERIOR DEL EJÉRCITO cuya única función era seguir viéndole los aspectos políticos a Pinochet, quien se refugiaba en la Comandancia en Jefe del Ejército, esperando ver logrado su “sueño de ser un intocable” como Senador Vitalicio más adelante. Y para eso no debía ser “tocado”; y esa era la función de este Comité Asesor. A este general Ballerino le decían “Top Ten”, ya que sus subalternos le veían que llegaba a las 11 de la mañana, jugaba golf con políticos y empresarios y se retiraba muy temprano. Amén que pasaba en comidas, cócteles, etc. Lamentablemente su hijo se casó con la hija de mi primo hermano.

Esos años que pasé junto a mi padre fueron imborrables; cada mañana me iba a trotar por los caminos interiores junto a los perros, luego iba a ver cómo estaba el trabajo en la planta maderera, después almorzábamos y por las tardes recorríamos el fundo a caballo. Todos los días. Era una buena rutina ya que TODOS TRABAJABAN AL VER AL PATRÓN ENCIMA y conocíamos cada vez más cada recoveco de este maravilloso lugar. Había un sector que estaba dentro de un bosque nativo con árboles de más de 400 años de antigüedad, y sus topes verticales se juntaban cerrando el paso a la luz pero esta entraba en forma indirecta, lo que hacía florecer miles de copihues tanto rojos como blancos que se descolgaban de la frondosa vegetación. Además había un sector de frutillas silvestres que a la yegua que mi padre montaba (se llamaba Fabiola, en “honor” a Fabiola Letelier) le encantaba comer.

Por las tardes al llegar cenábamos, y siempre hablando de historia militar; para mí fue un gran profesor. Recuerdo una de aquellas que íbamos montando de regreso a casa, en invierno, y de pronto todo se cubre de un manto gris y un gran silencio: comenzó a nevar. Al amanecer todo era blanco y frío pero despejado, muy bonito. Pero un toro, el más regalón de mi padre (un Angus de 800 kilos) llamado “Oso Negro” que más bien parecía un bisonte, había roto los cercos y estaba al lado de la casa, refugiado cerca del escritorio. Fue bien divertido ya que mi padre ordenó no sacarlo y ahí se quedó un par de días.

Algo que aprendí en el “Viejo Roble” fue el hecho que se me acrecentó el amor a la naturaleza y a los animales. Recuerdo que cuando salí en libertad en 1989 me fui al campo una semana, y el campo de “abajo” (hacia el camino a Fresia) era un coto de caza de ciervos reales salvajes que habían traído los colonos alemanes en el siglo XIX, y el dueño de ese predio era el típico prepotente “patrón de fundo” (que son hacedores de comunistas debido a su despectiva conducta y preocupación por el pueblo) quien cobraba en dólares a cazadores para matar un ciervo, y tenía instalado unas “casetas” en los árboles donde se instalaba el cazador esperando a su presa.

Pues bien, uno de esos días recién llegado de mi problema, me fui a cazar y para ello tomé un fusil con mira telescópica y partí. Noté un disgusto en la cara de mi padre, ya que no sabía que él tenía prohibido cazar al interior del fundo. Estuve varias horas buscando al ciervo y me senté en el faldeo de un cerro a fumar un cigarro...y veo un caballo al frente de la otra colina a unos 200 metros; no era un caballo, era un hermoso ciervo macho con sus enormes astas. Me paré, pasé bala y lo apunté sigilosamente mientras él miraba y olía el viento con su hocico hacia arriba...lo tuve en la mira por varios segundos...y me mira. Me fue imposible dispararle...levanté el fusil y disparé hacia el aire. Y el ciervo se alejó velozmente y vivo. Volví a la casa ya anocheciendo y le conté a mi padre que no pude ni quise ni quería volver a matar a un animal inocente nunca más...nos reímos pero no pude contener las lágrimas. Me abrazó y nos tomamos unos buenos tragos hasta el amanecer mientras escuchábamos sus boleros de Leo Marini.

Una tarde íbamos por el bajo del fundo un escolta militar y yo revisando los cercos (había que hacerlo siempre) y nos bajamos a mirar. De pronto sentimos el sonido como de una “avispa” que pasa cerca, pero no era verano, y luego se oye la detonación de un disparo. Vemos que salía un poco de humo de un árbol cercano y le disparamos varios tiros con fusiles HK del Ejército. Esperamos...y era un cazador que estaba en una de las casetas y le había disparado a un ciervo al cual no le acertó pero sí a nosotros por centímetros, y casi lo damos de baja. El tipo (un millonario) bajó tiritando del árbol y nunca más nadie se atrevió a cazar ahí mientras estuvimos nosotros. Era magnífico ver en septiembre a los ciervos hembras con sus crías recién paridas, las cuales ya no nos temían y se acercaban a los niños especialmente.

Así como a unos cien metros de la casa hacia arriba en dirección a la entrada del fundo, había un sector que los lugareños le llamaban “el paso del león”. Un día me fui hacia ese lugar a ver si veía “algo” junto a uno de los perros. De pronto veo que éste ladra y se va corriendo en dirección a la casa, me doy vuelta y veo a un puma hembra a unos 20 metros tranquilamente caminando con tres cachorros atrás de ella...y se internan en el bosque. Lamenté no haber tenido mi cámara fotográfica. Fue un momento maravilloso.

Así fue la calma antes de la tormenta que se avecinaba. Era ya 1994 y yo había logrado “ingresar” de nuevo a una Universidad privada, “La Real” en donde tuve que de nuevo dar los 17 exámenes de mis cátedras ya aprobadas y logré pasarlos de nuevo por segunda vez, pero con gran indignación de mi parte. Volvía a Santiago, y una noche, temprano antes de cenar escucho que mi padre está hablando por teléfono; vuelve muy molesto a la mesa y me comenta que estaba llamando a Ricardo Claro a su fundo cercano a Temuco y que éste le había salido al teléfono y le había dicho ¡DÉJAME DE LLAMAR POR FAVOR! y le había cortado el teléfono. Me quedé callado al ver su cara de impotencia. A las horas mientras veíamos una teleserie brasileña en televisión, suena el teléfono y voy a contestar; me dicen ¿El General Contreras por favor? ¿De parte de quién? le digo yo, y me dice “Ricardo Claro”. Le digo a mi padre y yo vuelvo al comedor. Al rato vuelve y me dice que este personaje le daba explicaciones por lo sucedido ya que estaba comiendo con “unos políticos” y no “quería que se enteraran de esa amistad y por eso lo había tratado así”. A mí no se me olvidaría jamás lo cara de palo de este hombre.

Ya en 1995 la tormenta estaba entrando fuerte. Se anunciaba la pronta ratificación de la condena de mi padre (ya lo había hecho el Ministro Bañados, a siete años de cárcel) por una Sala de la Corte Suprema, que integraban dos miembros que mi padre había ayudado a llegar a ser Ministros de esa Corte: Hernán Álvarez y Servando Jordán (al cual además le había regalado una sub-ametralladora para su “protección” de su casa en el Cajón del Maipo, ya que le habían robado varias veces) y estaba tranquilo, no por estos hechos sino que su abogado Sergio Miranda le había dicho que la condena era por “presunciones de presunciones” de un testigo pagado y que no se encontraba en Chile, lo que era insólito para nuestra legislación, por lo que estaba seguro que la Corte Suprema rectificaría dicho fallo.

Pero yo tenía otra impresión. Desde que Aylwin se había entrometido en el Poder Judicial, NADIE PIDIÓ LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJO DE SEGURIDAD NACIONAL POR ESTA INCONSTITUCIONALIDAD, me hacía pensar que el nombramiento de Bañados fue siempre para condenarlo, no importando el costo, y que para Pinochet con la “Teoría de los Fusibles” no haría nada por mi padre y que esperaría que lo tomara como “otro sacrificio por la patria” su condena a la cárcel.

Además un General amigo me había contado que en una reunión de generales con Pinochet, que este les había gritado “¡Hagan algo!”, para cambiar la situación y presionar para que mi padre no fuera condenado. Este general puso en alerta a su División y se le acercó otro general más antiguo quien le ordenó retirar ese “estado”, pero mi amigo le respondió “usted no me puede ordenar eso”. Y ese general se fue donde Pinochet y lo convenció que le ordenara al general amigo que retirara la alerta de su División. Es decir convencieron a Pinochet de dejar solo a mi padre. Las ambiciones por ser Comandante en Jefe de muchos primaron por sobre sus lealtades hacia mi padre; tenían que congratularse con el gobierno. No todos, pero sí los más relevantes lo hicieron. Y no lograron llegar a ese cargo.

Ya a mediados de ese año se da a conocer el fallo condenatorio de mi padre confirmado por todos los Ministros de la Sala. Ese día fue expectante; yo me encontraba en Santiago y junto a mi madre y varias señoras de oficiales nos fuimos a almorzar a la casa de mi hermana Alejandra cuyo marido era Teniente Coronel de la Escuela Militar. Estuvimos frente al televisor cuando el Secretario de la Corte con una cara de gran felicidad da a conocer “que se confirma el fallo”, además de las cientos de personas que aplaudían este inusual fallo político que a todos les convenía menos a nosotros, y que una vez más mi padre pagaba por “todos”.

Mis otras hermanas estaban en el extranjero: Mayté en Israel donde su marido, Coronel de Ejército era Agregado Militar; Mariela en Pakistán donde su marido, Teniente Coronel de Ejército cumplía su labor para la Misión de Paz de Naciones Unidas entre India y Pakistán. Las dos nos llamaron a la casa de Alejandra y tomaron ese mismo día un vuelo (son varios dado la distancia; casi a la mitad del planeta) para Chile ya que sabíamos que la situación era delicada por cuanto nuestro padre no es un hombre dócil frente a las injusticias y deslealtades. Además de conocerlo como un “General de guerra y no de desfile”.

Mis dos hermanas que venían en viaje tuvieron que hacer escala en Madrid y alojaron respectivamente en la casa del Jefe de la Misión Militar, general Juan Emilio Cheyre quien las atendió muy bien y les deseó a ambas la mejor de las suertes para nuestro padre.

Apenas llegaron mis hermanas, solas, partieron las tres al campo más mi cuñado que estaba en Chile. Yo me fui un par de días después y el Ejército me insistió en llevar a un “hombre de ellos para que me cuidara”. Extraño por decir lo menos. Llegué al fundo por la noche luego de haber manejado todo el día y me encontré con decenas de periodistas, lo que era muy bueno ya que mientras estén ellos presentes, menos posibilidades hay que se registren situaciones ilegales.

Tenía que firmarse el “cúmplase” del fallo, que es un trámite para detener a la persona que debe cumplir condena y se hace por la fuerza si se resiste. Este trámite se demoraba..., y mientras llegaban al fundo todos los días cientos de personas que fueron a apoyar en esos momentos a mi padre ante la situación. Fue emocionante ver a tantas personas desconocidas viajar desde Osorno, Valdivia, Temuco, etc, para esto.

Mientras tanto, el Canal 13 (donde yo tenía varios amigos) nos había pedido tener equipos al interior del fundo con personal de ellos y antenas satelitales para comunicación directa de los hechos. Al principio mi padre se opuso pero lo convencimos que era mejor para su propia seguridad tenerlos ahí ya que había una fuente de comunicación independiente de nuestros medios en caso de ocurrir algo ilegal.

Recuerdo muy bien a aquellas personas y nos llamó la atención que varias veces a todos se nos cortaba la señal de nuestros celulares. A todo esto, el Ejército había dispuesto un reesfuerzo de la guardia con dos hombres más y el que me había acompañado a mí; pero lo único que veía en ellos era comunicar las actuaciones de mi padre que cuidarlo; en ese tiempo tener un celular era un lujo, y varias veces vimos a un sargento hacer llamadas escondido con uno de estos aparatos; tanto fue así que uno de los fieles escoltas de mi padre estuvo a punto de golpear uno de esos “por traidor”.

Llegó el día sábado de esa semana y se ve en los noticiarios al Ministro Bañados decir “que no habrá cúmplase hasta la otra semana”. Eso calmó los ánimos e hizo que los periodistas que estaban a la salida del fundo más los del interior se tomaran esa noche “libre”. Yo estaba cansado y me fui a acostar temprano, a mi saco de dormir en el escritorio exterior de las dependencias ya que la casa estaba llena.

Más menos a la medianoche, me despierto con ruido de vehículos y gritos y me golpea la puerta mi cuñado y me dice “¡NEGRO VÁMOSNOS QUE VIENEN LOS TIRAS!”
La verdad es que para mí hasta ese momento, y conociendo al Ministro Bañados, era lógico que Investigaciones viniera a detener a mi padre, pero el Director de esta institución lo había llamado y dicho que él iría personalmente y desarmado. No entendía bien qué estaba ocurriendo; cuando salgo al exterior veo hacia al bajo del fundo y se divisa un vehículo y sabía que iba mi padre con sus escoltas. Ahí me preocupé; además veo a la mujer de mi padre que estaba alterada, lloraba y gritaba que nos fuéramos, mientras mis hermanas y cuñado se subían a sus vehículos y hacían lo mismo. Les grité que “iría después”. Me quedé ya que pensaba que si venía la policía tenía que haber “alguien” para informar la situación; al menos así lo tomé yo.

Lo que yo no sabía es que en la noche había ido un capitán de Carabineros tres veces (de inteligencia y que después desmintió todos los hechos, pero su estadía está registrada) al fundo y entró a hablar con mi padre y los presentes (menos yo que me encontraba en los brazos de “Morfeo”) hasta que fue atendido y le dice a mi padre que le han ordenado comunicarle que han registrado el paso de una caravana de vehículos de Investigaciones que vienen a detenerlo esa noche y que ya hay varios al interior del fundo, y que la detención será violenta y con todo.
Terminó diciendo “vienen a hacer el numerito del año”. Y le pidió a mi padre que abandonara el fundo así como los familiares. Me dirían después que mi padre no reaccionó en ese momento hasta que mis hermanas lo convencieron; éste se subió al jeep con sus escoltas y armamento para un enfrentamiento, pero él ya tenía un plan en caso de esta situación que se estaba presentando. Y eso es lo que yo vi cuando salí al patio y veo al jeep que va hacia el bajo del fundo en dirección al coto de caza, para cruzarlo y llegar al camino que va a Fresia y luego a Puerto Varas donde está un Regimiento. El Ejército mismo estaba indignado con la condena de mi padre.

Cuando todos ya se habían ido entré a la casa y pude ver todo en desorden, así como las joyas y relojes de mis hermanas en las piezas; eso me dio la sensación que lo que venía era serio. De inmediato tomé un fusil con cuatro cargadores, tres granadas de mano y mi pistola CZ con dos cargadores. Recogí todo los efectos personales que pude de mi padre y mis hermanas y los puse en una maleta para llevarlos hacia fuera y ponerlos en mi auto, y le pedí al hombre que me había acompañado desde Santiago que se llevara mi auto a Tegualda con estas pertenencias al Retén de Carabineros, lo que hizo y muy asustado.

Luego veo que los otros dos hombres que el Ejército había dispuesto para la seguridad estaban muy tranquilos vistiéndose en una de las piezas de servicio (lo que me preocupó) y le pregunté a uno de ellos “¡Cuáles son sus ordenes!” Y me dice “Yo estoy aquí nada más que para ataques terroristas”, y con mi indignación creciente le dije “¿Ha estado alguna vez en uno, imbécil, como para saber distinguir sin son buenos o malos?” Y veo que este sujeto se abalanza sobre un arma que tenía en la cama, pero yo ya lo tenía con mi CZ apuntando con bala pasada y el dedo en el disparador en la “T” (siempre se tumba a un sujeto si se sabe alojar una bala en la T que forman , en su cuerpo, dos líneas imaginarias que van de una sien a la otra por el entrecejo, y desde el puente de la nariz hasta la base del esternón. Debe hacerse muy de cerca, casi a quemarropa) por lo que quedó paralizado; el otro trataba de calmar la situación sin tomar parte activa de nada. Pateé el arma de este sujeto y lo hice salir arrodillándose con las manos atrás de su cabeza y los pantalones abajo y sin las botas. Les grité a ambos que se fueran corriendo y les di treinta segundos para desaparecer sino les disparaba. Estaba claro que estos pelotas no estaban ahí precisamente para defender a nadie.

Me quedé completamente solo y tratando de pensar qué iba ha hacer si se presentaba el personal de Investigaciones: si venían con sus luces prendidas y en buena actitud, el recibimiento sería igual; pero si no.... Mientras, tomé el teléfono de la casa y llamé a varios generales despertándolos en Santiago dando aviso de la situación, y se corta la luz. Al cortarse la energía eléctrica se cortaba el teléfono; veo el celular con mi linterna y estaba sin señal (después me enteraría que si se le corta la energía a la antena base transmisora de los celulares, estos no pueden transmitir; así de simple). Ahí pensé “están cerca”.

Salí al patio y pasé los cercos (conocía cada centímetro del campo, sus quebradas, distancias desde la casa y las zonas de penetración que eran dos para llegar hasta ahí) me tiré a tierra cubriéndome atrás de unos setos y escuché a los Queltehues (los pájaros que cuidan muy bien su territorio) que estaban volando y gritando en los potreros frente a mí y en la quebrada de mi izquierda, es decir por los lugares de acceso a la casa. No lo dude un instante: disparé de inmediato tres ráfagas cortas en dirección a la primera de las quebradas (era una noche muy oscura y el fuego del fusil delataría mi posición) y luego lo mismo a la otra; esta acción la repetí tres o cuatro veces hasta que agoté tres cargadores. Me replegué a la casa y el fusil estaba ardiendo; sólo me quedaba un cargador, la pistola para “encuentros cercanos”, las granadas de mano que las ocuparía para pasar por sobre ellos y huir en dirección a Tegualda por caminos que muchas veces recorrí de noche, y precisamente para estos efectos; más un puñal de combate por si era necesario ocuparlo en el momento que se me agotaran todas las municiones (solo para hacerme paso; se debe agarrar la cabeza, tirar de ella hacia atrás y cortar hasta que se haya cercenado la traquea y se esté a punto de quedar con la cabeza en la mano; así no hay quien se revuelva o grite).

Ocuparía una granada para incendiar la casa, ya que de esa manera podría verse a la distancia el incendio y llegaría más pronto la ayuda; pero antes me dirigí al contenedor que en su interior estaba el grupo electrógeno que funcionaba a bencina y logré prenderlo y llegó la luz. De esa forma tenía el teléfono ya que este funcionaba con energía eléctrica y era del sistema de comunicaciones del Ejército y dudaba que hubiesen cortado este sistema. Entre a la casa y llamé a medio mundo...debían haber pasado ya unos veinte o treinta minutos desde el corte de luz y mis disparos, ya que el cañón del fusil estaba frío.

Me fui para fuera y esperé...nada más. Había conectado el teléfono hacia el exterior y los periodistas venían en camino; eso me tranquilizó un poco, aunque el corazón me salía por la boca.

Comenzó a amanecer y veo que vienen ya vehículos del Ejército y mis hermanas. Todo había terminado y yo me llevé los retos inimaginables de éstas por haber disparado...pero no las tomé en cuenta. Al fin y al cabo el único que se había quedado en la casa era yo y los perros. Y mi padre ya estaba a salvo en el Regimiento “Sangra” de Puerto Varas. Y cualquier cosa que hubiese sucedido no les había resultado. Después entenderían mis hermanas la verdadera situación.

Dormí algo, y me fui a ver a mi padre. Entré al Regimiento y el Comandante me pidió no hablar con la prensa; pero yo ya había hablado e insultado a la Policía de Investigaciones. Entré a ver a mi padre quien estaba en una de las cabañas y muy enfermo.
Además estaba llegando la Compañía de Comandos de Valdivia y dos vehículos Caza-Tanques. Eso me tranquilizó su seguridad; pero el gobierno creía todo lo contrario. Me dicen que debo viajar a Santiago en tres etapas, y al final ir a ver al Ministro Bañados y darle explicaciones de lo sucedido personalmente. Dije conforme, me despedí de mi padre que volvía al campo con los Comandos y los Caza-Tanques para su protección.
Yo no sabía que ya el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea se habían coordinado para sacar a mi padre del campo con toda seguridad y llevarlo al Hospital Naval de Talcahuano. Y el gobierno celebraba con champagne la salida de mi padre del Regimiento sin tener idea de lo que vendría.

Esa noche me fui a Osorno; al día siguiente a Linares y al subsiguiente entré a Santiago. Fui de inmediato a ver al Ministro quien fue muy atento conmigo y me dijo “yo no di orden alguna de detener a su padre; en estos momentos le están buscando un lugar conforme a su rango y calidad de General”. Le agradecí con un apretón de manos y me fui.
Jamás volvería al “Viejo Roble”.

Días después tuve que ir obligado a pedirle disculpas a Nelson Mery (Director de la Policía de Investigaciones) por mis insultos a su institución y me llamó la atención que me preguntara “con qué fusil había disparado”. Y su tesis fue echarle la culpa a Carabineros.

Tiempo después, en noviembre, Inteligencia del Ejército nos hace llegar el siguiente documento:

“Carlos Rubén Vergara Fernández, C.I. 9.619.145-6, quien declara: Ingresé a la Policía de Investigaciones en 1992 como Auxiliar en las dependencias de la Brigada de Inteligencia Policial ubicada en Av. Pajaritos 5785, siendo más tarde Guardia Armado de la Policía, e hice amistad con varios policías y otros Guardias quienes obtuvimos información relativo a la incursión de funcionarios de esta Unidad en el predio del señor General ( R ) Manuel Contreras Sepúlveda.
Efectivamente me encontraba de guardia en los días previos a lo que se conoció como “el enfrentamiento”. Estando de servicio fui testigo de prolongadas reuniones de oficiales y jefes de esta Unidad de Inteligencia. El día jueves de esa semana salió en dirección al sur una comitiva de esta Unidad compuesta por:
Comisario Hernán Opazo Cerrato, “Camilo” quien actuó como coordinador.
Sub-Comisario Jorge Zambrano Araya, “Cristián”, Jefe de Grupo.
Pedro Riveros Aedo, “Martín” como Jefe de Avanzada.
Inspector Luis Carreño, “Ariel” y el Inspector Espinoza, “Javier”
Detectives:
Patricio Villanueva Alegría, “Marcelo”, fotógrafo de la Unidad.
Claudia Domínguez Leiva, “Carla”.
Paola Urrecelqui Duarte, “Natalia”.
Luis Varas Zumaran, “Cristóbal”.
Patricio Bascuñan Acevedo, “Felix”

Se movilizaron en los siguientes vehículos:
Automóviles 1282 placa KE-73-71, 1283 placa KE-7372, 1277 placa KE-7366, 1166 placa DU-10-19; 1181, placa DU-10-31; Furgón 1266 placa DU-89-47; furgón 866 placa EY-83-57; moto todo terreno placa EL-735.

La noche de ese sábado (ya tenían un puesto de observación o vivac) y madrugada del domingo, en coordinación con otros efectivos de Investigaciones, elementos de esta Unidad incursionaron en el predio con el objetivo de llevar a cabo la detención del General ( R ) Contreras. Por razones que desconozco el grupo fue avistado aún encontrándose lejos del objetivo PRODUCIÉNDOSE UN INTERCAMBIO DE DISPAROS CON PERSONAL DEL FUNDO. LUEGO SE PUDO PRECISAR QUE QUIEN REPELIÓ LA INCURSIÓN FUE EL SEÑOR MANUEL CONTRERAS VALDEBENITO; AGREGANDO ADEMÁS QUE DE HABER ESTADO MÁS CERCA EL GRUPO CUANDO INGRESÓ, HABRÍAN ABATIDO A CONTRERAS HIJO, PERO ESTE LOS TOMÓ TAN DE SORPRESA QUE NO LES PERMITIÓ REACCIONAR.

ENTRE LOS FUNCIONARIOS QUE EFECTUARON DISPAROS AL INTERIOR DEL FUNDO SE ENCUENTRAN PEDRO RIVEROS AEDO, PATRICIO VILLANUEVA ALEGRÍA, LUIS CARREÑO HONN Y EL INSPECTOR DE APELLIDO ESPINOZA.

Y LUEGO TUVIERON QUE ABORTAR LA MISIÓN Y VIAJAR DE VUELTA A SANTIAGO YA QUE SE NOS ORDENÓ REFORZAR LA GUARDIA POR TEMOR A REPRESALIAS POR PARTE DEL EJÉRCITO....”


Este documento (son dos) es un poco más largo, pero ahí están los detalles. Yo recuerdo esa noche sentir silbidos zumbantes cerca de mí y en varias direcciones, pero en alto; además mis propios disparos me dejaron sordo.

Todos estos hechos fueron denunciados ante la Justicia....y jamás pasó nada. Y está claro que los sujetos no iban dispuestos a “detener” a mi padre...¿no?

A principios de 1996 fui al Palacio de Tribunales y solicité audiencia con el flamante y recién nombrado Presidente de la Corte Suprema Servando Jordán. Su secretario me dijo que podía ser para “un año más” y le pasé mi cédula de identidad. Volvió y me hizo pasar... Servando Jordán me saludó muy respetuoso y preguntándome “¿Cómo está Manuel?” (por mi padre). Luego dijo, mirando por la ventana hacia fuera, “usted hubiera visto ese día del fallo, había cientos de personas acá fuera gritándonos y amenazándonos...."LOS MINISTROS TUVIMOS MIEDO....”

Ha sido el día que más me he arrepentido de no haber llevado una grabadora. Esas palabras bastaban y bastan para revisar y anular una sentencia dictada por la misma Corte Suprema.

Nos vemos.

noviembre 16, 2005






“I WILL NOT FORGET THE WOUND TO OUR COUNTRY AND THOSE WHO INFLICTED IT. I WILL NOT YIELD, I WILL NOT REST, I WILL NOT RELENT IN WAGING THIS STRUGGLE FOR FREEDOM AND SECURITY FOR THE AMERICAN PEOPLE”.

George W. Bush, september 20, 2001.


Este es parte del discurso del Presidente de EEUU George Bush luego del ataque terrorista al World Trade Center en la ciudad de Nueva York, al Pentágono en Washington D.C. y el abatido avión que no llegó a su destino por la valentía de sus pasajeros quienes hicieron frente a los terrorista suicidas pero causaron que el avión cayera muriendo todos.

El peor de los terrorismos; el más cobarde, contra niños, mujeres y hombres no combatientes. El avión suicida se dirige a su fatal destino...la única forma de darles seguridad a las personas inocentes y laboriosas que sólo desean un mundo en paz es aniquilando a los terroristas y sus líneas de abastecimientos, ya sean marxistas, islámicos fundamentalistas, narcos, donde quiera que se encuentren en el mundo entero.

Ese 11 de septiembre de 2001 EEUU le declaró la guerra al terrorismo en todas sus formas no solamente a Al Qaeda. En Chile otro 11 de septiembre de 1973 las FFAA y Carabineros también le declararon la guerra al terrorismo marxista liderado por Cuba y la ex Unión Soviética. No fue fácil y para los norteamericanos tampoco lo será. Hoy los que combatieron a estos terroristas, en su mayoría se encuentran encarcelados y procesados, mientras a los terroristas que sobrevivieron se les aplicaron la ley de amnistía, prescripción, cosa juzgada, Tratados Internacionales no ratificados por Chile, y múltiples beneficios económicos y demases.

A principios de la década de los noventa Perú era un caos tanto económico, social y con un terrorismo en desborde (y financiado por el narcotráfico) como pocos países en latino América, dado que Chile estaba en paz con un alto crecimiento económico y entregado el mando de la Nación a los políticos mal agradecidos, pero con una Constitución que les frenaba sus intentos de destruir todo lo bien hecho.

Alberto Fujimori cuando se casó hace muchos años pasó su "luna de miel" en Chile, recorriendo todo nuestro país hasta Puerto Montt.

Al llegar a la presidencia del Perú lo primero que hizo fue terminar con el terrorismo del grupo marxista-maoista "Sendero Luminoso" que asoló las ciudades, pueblos y sierra peruana causando más de 30.000 muertos y miles de heridos. Hoy existen tres Hospitales Militares exclusivamente para sus soldados mutilados e inválidos a causa del terrorismo.

Esta agrupación es aliada del FMR chileno quien en los años 1983-1987 fue ayudada por la primera a objeto de "recibir" en Tacna a los terroristas chilenos que se dirigían a Cuba a las bases guerrilleras de Pinar del Río y Punto Cero luego de realizar un "curso" (como fue explicado en la edición anterior) para retornar de la misma manera y siempre con la colaboración de Sendero Luminoso.

Fujimori puso a la cabeza de sus Servicios de Inteligencia a un ex oficial de ejército, Vladimiro Montecinos quien en 1975 cooperó con la CIA para detener la guerra con Chile lo que le valió ser tildado de "traidor".

Pero este hombre más Fujimori terminaron encarcelando al cabecilla de Sendero Luminoso, Abigael Guzmán en una prisión naval peruana y de por vida.

Luego resolvería audazmente la toma de la Embajada de Japón en Lima por los últimos terroristas marxistas del grupo "Tupac Amaru" ordenando que ninguno de ellos quedara con vida. Y se acabó el terror en Perú.

No se debe olvidar que la Bachelet fue "ayudista de grupos armados de combate" (así lo define la ley antiterrorista) del FMR además de ser amante de uno de sus "comandantes" y se cree que fue ella quien en su calidad de médico "visitó" al secuestrado hijo del dueño del diario "El Mercurio" para ver su estado de salud (lo estaban matando las condiciones del secuestro) para lograr el suculento rescate en varios millones de dólares que se pagaron en Brasil para su liberación.

Fujimori puede haber cometido muchos errores pero dejó a su país en paz y creciendo la economía. Siempre admiró la obra del Gobierno Militar y a Chile, y sería una gran opción para nuestros pueblos que fuera nuevamente Presidente el 2006 ya que las FFAA peruanas lo prefieren a él que a Toledo así como una gran mayoría de su población, y JAMÁS tuvimos problemas con Perú mientras estuvo al mando de su nación; todo lo contrario.

Es un hombre inteligente y oriental; difícil de predecir pero lo que hace tiene un profundo sentido y no es casualidad que haya llegado a Chile justo en los peores momentos con Perú. Podría ser la solución a estos artificiales problemas creados por unos pocos políticos peruanos.


En 1988 continuábamos nuestra labor para cerrar las Causas judiciales en la Fiscalía Militar, pero el FMR seguía actuando, a pesar de encontrarse muy disminuido y en quiebre con el Partido Comunista, y se formó una agrupación autónoma de este que seguía operando, pero ya sin el financiamiento directo de los comunistas sino con asaltos a bancos e instituciones financieras y con asesinatos selectivos. Nuestro trabajo no terminaba nunca.

Por mi parte había congelado mi carrera de Derecho en cuarto año en la Universidad los dos últimos años ya que el trabajo me impedía realizar bien ambas obligaciones. Me había puesto a pololear con la hija de un ex oficial de Ejército que trabajaba para CNI, al cual había conocido años antes en nuestra casa de Av. Pocuro mientras mi padre estaba en DINA cuando estuvo casado con la cantante y actriz Gloria Benavides quien también participaba de esas reuniones sociales.

Pero ahora estaba separado, tenía otra mujer y en principio no me saludaba ya que tenía cierto recelo a mi presencia por que le recordaba un hecho suyo por el cual había sido dado de baja de la institución y del cual culpaba indirectamente a mi padre. Con el tiempo me fue conociendo y yo también a él, quien no era un mal hombre mientras estuviera sobrio.

Un aspecto que noté en mí y en otros camaradas de labores fue la agresividad que teníamos en esos días, de la cual no nos dábamos cuenta. Una noche salí tarde de la Fiscalía y tenía mi auto en el taller, por lo que tomé una “micro” Tobalaba-Las Rejas en la Alameda y que me dejaba a media cuadra de la casa. Me senté detrás del chofer, solo. Eran como las 11 de la noche y cerca de Providencia se suben tres sujetos muy rápido los dos primeros y paga los pasajes el último, mientras los otros se sentaron al final del vehículo. El espejo interior del microbús permitía al conductor ver a casi todos los pasajeros que eran pocos, pero noté que me miraba insistentemente. Me acerqué a él y me dijo ¿usted es uniformado?, le contesté que sí y que andaba armado. Me miró y me dijo que en el próximo semáforo se detendría y pararía la micro mientras le pediría a los pasajeros bajarse ya que inventaría que se había pinchado un neumático. Quedamos de acuerdo y tomé mi arma en mis manos (siempre andaba con bala pasada) esperando el enfrentamiento.

En esos momentos llegamos a la intersección de Tobalaba con Pocuro y el semáforo en rojo, y justo estaba un furgón de carabineros. Se bajó el chofer, yo saqué el seguro de mi arma y esperé, mientras los pasajeros no entendían nada. Se subieron tres carabineros y los sujetos que habían subido se “hacían los dormidos”; los policías los hicieron bajarse y al revisar debajo de los asientos encontraron un revólver. Fueron detenidos. El conductor se subió con cara de alivio y reemprendió la marcha. Nos miramos y me sonrió. Le puse el seguro a mi arma y se acabó. Al llegar a la casa me di cuenta que no estaba asustado ni nada; tenía una pequeña frustración de no haberme enfrentado a los delincuentes y haberlos matado. Ahí comprendí un poco que mi estado de ánimo no era normal; pero no le comenté a nadie el hecho ni menos lo que sentía.

El 5 de octubre de ese año de 1988 se produce el mentado Plebiscito triunfando la opción del “No” que tuvo un excelente despliegue de medios propagandísticos lo que influyó poderosamente en la juventud. Ese resultado significaba un futuro incierto ya que TODOS los que venían querían venganza. Me preocupé de reiniciar mi carrera y dejar un poco el duro trabajo ya que venían tiempos difíciles, pero debía volver en 1989.

El 29 de octubre se me invita por parte de mi polola a su casa, ya que había una fiesta del hijo de la mujer de su padre, y quería que al menos estuviesen personas algo mayores para tratar de controlar a los infaltable vándalos. Llamé a mi amigo Rafael (teniente a la fecha) y me acompañó con su respectiva polola. Al llegar a esa casa ubicada en un pasaje de la comuna de Ñuñoa, guardé en la pieza de mi polola mi arma, el cargador de repuesto, el beeper, una pequeña linterna y las llaves del auto que había estacionado a la salida de esta casa pero dentro del pasaje. Antes de llegar llevé a mi madre a la casa de un primo y cuando me despedí de ella sentí una extraña sensación que sería la última vez que la vería; me fui todo el camino pensando en ello.

Cuando ya estaba en pleno apogeo la fiesta (para jóvenes de unos 18 años; yo tenía 26) vi al padre de mi polola que se encontraba en la cocina en cierto estado alcohólico sin estar borracho y quemando una banderita publicitaria de la campaña del “No” del plebiscito ya pasado. Me extrañó. Cerca de las tres y treinta minutos de la madrugada mi amigo Rafael me dice que tiene que irse a dejar a su polola y se despide. Yo a los diez minutos pensé lo mismo y le pido a mi polola que me traiga mis cosas de su pieza para retirarme. Ella se dirige y pasa al lado de dos jóvenes borrachos y uno de ellos le da una tocasión con sus manos; de inmediato me abalancé sobre él y le dí un puñetazo que me llamó la atención ya que se desmayó y no era tan fuerte el golpe. En ese momento viene saliendo la mujer del padre de mi polola y da un grito al ver a este borracho en el suelo (después me enteraría que era hijo de uno de los jefes de CNI) y aparece el padre de mi polola con tres sujetos más de la cocina y se me lanza encima (medía un metro ochenta y pesaba más de cien kilos). Yo no opuse resistencia alguna y este hombre me sujetaba con un brazo contra mi cuello y mi espalda pegada a la pared y me gritaba incoherentemente “¡QUÉ LE HICISTE A MI HIJA CONCHADETUMADRE!” En ese momento entendí que debía salir de aquella escena ante el loco que tenía encima de mí, mientras su propia hija lo tomaba del brazo y le gritaba que me soltara.

No sé cómo me lo saqué de encima y logré derribarlo mientras saltaba para salir por la puerta de calle y alejarme. Estoy abriendo la puerta y vuelve este tipo a atacarme pero lo sujetan tres jóvenes y jamás olvidaré los ojos que tenía: eran negros sin expresión alguna y me gritó tres veces “¡TE VOY A MATAR!”, mientras su hija me gritaba que me fuera, y llorando. A todo esto, esta niña había vivido toda su vida con su madre y llevaba solo un año junto a su padre y del cual su propia madre le había dicho que le tuviera cuidado.

Salí fuera del patio de la casa, y no sabía qué hacer. Estaba choqueado por los acontecimientos propios de una población marginal, de los cuales no estaba acostumbrado. Pero las llaves del auto y mis cosas se encontraban dentro de la casa y no iba a entrar a buscarlas. A los minutos cuando ya estaba por irme caminando, aparece esta niña y le pido que vaya a buscar mis cosas; ella rápidamente me las trae y nos despedimos. Habían pasado unos treinta minutos desde que comenzó el escándalo al interior del domicilio.

Me encontraba frente a la puerta del auto y de espaldas a la casa, colocándome la sobaquera con mi arma, dejé la linterna arriba del auto mientras lo abría cuando siento un grito tremendo y me doy vuelta: venía mi polola con una cara desesperada y me grita ¡ARRÁNCATE QUE MI PAPÁ VIENE CON LA PISTOLA!

Realmente en ese momento no lo pude creer. Y me quedé ya que no lo veía a él pero sí a varias personas que en la oscuridad salían de la casa y con gritos. Ahí veo que viene este personaje con algo en la mano y detrás de él su mujer gritándole que entrara a la casa, incluso intentándolo por la fuerza. Cuando la luz del alumbrado me permitió verlo mejor le vi la pistola en su mano derecha en alto y buscando su objetivo. Aún no creía que saliera fuera del patio y que sólo iba a ser una bravata, pero cuando veo que su hija trata de detenerlo en la puerta de salida del jardín, éste la golpeó en la cara con la pistola...ahí comprendí que no tenía salida.

Me fui hacia atrás sin dar la espalda, en el pasaje, al mismo tiempo que desenfundaba mi arma y pasaba bala, cuando me golpeo con el poste de luz lo que me impidió en ese momento escaparme de mi desquiciado agresor. Este sale fuera de su casa al pasaje público y en segundos lo veo que me ve y alza su brazo derecho con su arma gritándome ¡CAGASTE!...en una fracción puse mi rodilla derecha en tierra (instintivamente) y veo una sucesión de destellos que salen de su arma y abro fuego con la mía....estábamos a unos cuatro o cinco metros de distancia, pero hasta hoy recuerdo esos momentos en cámara lenta y veo un “túnel” hacia delante iluminado por el fuego del tiroteo a corta distancia y sin sonido, pero luego viene como todo de golpe y siento el estruendo de los disparos y los gritos; todo en menos de dos segundos viene hacia mí. Mi arma disparaba en ráfaga (así estaba fabricada) y siempre apunté hacia abajo ya que el retroceso de la ráfaga hace que esta se levante perdiendo puntería la dirección de los proyectiles.

En los segundos que vienen me doy cuenta que sigo entero y este hombre de pie y pensé “no le di” y se produce instantáneamente sin mediar acción alguna de descanso otro encuentro de disparos por ambas partes, pero yo fuera del poste y contra la pared medianera a mi espalda. Fue muy rápido este segundo choque, pero vi que mi arma estaba sin munición y lo veo caer...levantó el brazo derecho soltando su arma, su cara hacia arriba y su cuerpo hacia atrás cayendo boca abajo muy fuerte en el pavimento del pasaje. Me choqueó profundamente ver cómo salía tanta sangre desde su estómago, el brazo derecho destrozado con fractura expuesta y con su mano izquierda buscando su arma para continuar. No lo podía creer. Me tomé la cabeza con ambas manos pensando ¡tengo que rematarlo! ya que él quería seguir disparando....pero veo llegar a su hijo menor que se lanzó sobre el cuerpo de este sujeto y lo abraza gritándole que no se muriera....

Ahí me dieron ganas de vomitar y me bloqueé. Solté mi arma y la tiré al piso así como la sobaquera y el cargador de repuesto y la chaqueta. Me fui caminando, no podía entender qué había sucedido. Deseaba que llegara luego Carabineros encontrara mi arma, la de él, los testigos, etc. Pero yo no quería estar ahí; sólo quería vomitar y no podía. Había estado tantas veces en “sitios del suceso” de enfrentamientos, muertos, armas...y ahora me tocaba a mí. No lo podía creer. Solo pensaba “se acabó mi vida”, “¡porqué mierda vine a este lugar!”...cientos de preguntas que la mente no responde, hasta que de pronto vi sangre en mi camisa y llegué a la realidad. Pensé que me había herido y con la adrenalina no se sienten muchas veces los disparos, por lo que comencé a revisarme el cuerpo, pero ¡nada! Era sangre de él que me había salpicado.

También en ese momento me acordé de los sujetos de CNI que eran sus amigos, casi todos delincuentes y pensé “estos me cargan esta noche”. Comencé a correr y buscar a carabineros pero no había nadie en las calles en ese momento. Había caminado unas veinte cuadras sin darme cuenta ni de la distancia ni del tiempo.

No hice bien en irme ya que las consecuencias fueron peores. Debí haber sido más frío, haber alejado a todos del lugar, (eran muchos jóvenes en la casa) seguir apuntando al sujeto derribado mientras llegaba una ambulancia y esperar a carabineros para entregar mi arma y la de este tipo. Pero eso nadie lo enseña. Estas personas a instancias de mi agresor les pidió que le escondieran su arma; el hijo de su mujer y otros la tomaron y la guardaron en el techo interior de su casa. Mientras, su mujer lo subía al auto y partían al Hospital Militar. Al llegar carabineros con un sub-teniente sin experiencia alguna, alejó a las personas y cercó con una tiza los lugares donde encontró vainillas disparadas y vio que estaban en distintos y lejanos lugares, así como zonas de impacto en posiciones encontradas en las murallas, por lo que pidió ver el arma de mi agresor (ya tenía la mía, la cual habían manipulado a instancias telefónicas de un amigo de CNI que era un delincuente) y le trajeron otra, por lo que este oficial la “olió” y se dio cuenta que no tenía pólvora “por lo que no había disparado mi agresor”. Y eso puso en el parte de Carabineros esa noche.

Al retirarse los Carabineros, el hijo más sus amigos sacaron el arma del techo interior de la casa y trataron de sacarle el cargador: era una arma muy buena, alemana e inscrita a nombre de mi agresor la que tenía una capacidad para 18 balas. No pudieron sacar el cargador ya que tenía un impacto de bala (mío) en su empuñadura que bloqueaba que lo sacaran, por lo que fueron extrayendo la munición restante por arriba (la recámara) y contaron 14 balas. No se dieron cuenta que la “nana” estaba mirando todo esto.

Cuando llegó el sujeto de CNI extrajo las balas impactadas en la pared detrás de mí que eran cuatro, y que ya habían sido marcadas con tiza por carabineros quienes “pensaban” que Investigaciones las sacaría en la mañana pero no dejaron a nadie custodiando el sitio del suceso por lo que fue completamente contaminado para encubrir la acción de mi agresor y hacerlo aparecer como víctima. Y se llevó el arma para hacerla “desaparecer”. Pero no pudo en ese momento o no quiso (quizás para qué) ya que al día siguiente se dio el aviso cual era el arma utilizada.

Pero Investigaciones al día siguiente hizo un plano del lugar y concluyó con las marcas de las tizas y vainillas incautadas, provenían de dos armas distintas y que los impactos en las murallas distantes hacían ver un enfrentamiento de norte a sur; una indicaba disparos tiro a tiro y la otra en ráfaga. Y ese fue el informe de la Policía de Investigaciones.

Mi agresor murió días después debido a una sola bala que le impactó en el hígado.

El revuelo fue nacional y con escándalo público. La prensa de izquierda y otra no tanto se aprovecharon de denostarme con las versiones de los “testigos” y la “inocencia” de mi agresor, pero era un asunto que apuntaba a mi padre más que a mí. Y no podía hablar ni defenderme públicamente. No se lo deseo ni a mi peor enemigo leer todos los días en la prensa a infelices que han estudiado periodismo disfrutando (eran unos pocos los demás fueron objetivos) de este hecho y buscando toda la mierda posible para tirármela. Y hasta el día de hoy existen.

Fui detenido y acusado de homicidio, agresión y porte ilegal de armas. Me enviaron preso a una pieza en FAMAE (por mi calidad de militar debía permanecer en una Unidad Militar en la prisión preventiva) que la armaron para mi estadía, pero no era una pieza. Era un salón con una estufa, un par de muebles, un biombo, un catre de campaña y un baño.

Se nombró a un Ministro en Visita debido al escándalo (juez civil y de trayectoria muy estricta). No recibí jamás la visita de ninguno de mis compañeros de labores..NINGUNO.

Si de mis compañeros de Universidad y el infaltable hermano de sangre Rafael, quien viajaba desde la Escuela de Paracaidistas y Fuerzas Especiales a verme. Había un patio grande y cuando le tocaba saltar, llevaba su paracaídas y me entretenía empacándolo.

El Ministro era don Adolfo Bañados Cuadra. Hombre serio pero que me creyó desde un principio lo que le relaté, sin mentira alguna. Además trabajó con él entonces detective Rafael Castillo quien era un hombre muy bueno, simple y dedicado a sus labores; y fue él quien encontró a la “nana” que dijo lo que había visto y fue la línea de investigación de la Causa. Se daría con el tiempo la tremenda casualidad que este mismo Ministro condenaría a mi padre por el Caso Letelier y Castillo también trabajaría ahí; además de tener la ingrata misión de haber dirigido la detención violenta de mi padre en enero de 2005.

Pasaban los meses y la pistola de mi agresor no aparecía pero los detectives seguían al sujeto que la tenía, quien había tratado por todos los medios de arreglarle el impacto de bala en la empuñadura (lo que probaba el solo hecho que mi agresor tenía su brazo extendido hacia mí) y el cargador bloqueado a la altura de la bala 14, por lo que había hecho cuatro disparos antes de caer. Y por “casualidad” los únicos proyectiles no encontrados eran los que se encontraban impactados en la pared detrás de mí al momento del enfrentamiento. Cuando ocurrieron los hechos yo no sabía cuanto me había disparado mi agresor (eso se ve sólo en las películas pero no en la vida real) pero estuve varios días con una sensación extraña a los costados de mi estómago en los que sentía que me pinchaban “cuatro agujas”. Me enteré de que eran cuatro disparos efectivos cuando hicimos la reconstitución de escena y me tuve que parar en el mismo lugar y realizar los mismos movimientos; realmente desagradable, casi patético este medio de prueba contemplado en nuestra legislación realizarlo con quienes han vivido algo así.

El Ministro Bañados se aburrió un día y encarceló a casi todos los testigos. A los días hablaron toda la verdad...pero el arma no aparecía. El sujeto de CNI concurrió una mañana de invierno al taller de armas que tenía el Comandante ( r) Roberto Fuentes Morrison y le pidió que le fundiera la pistola de “su amigo”. Este le dijo que no. Y jamás entendí tanta enemistad y odio para conmigo de este y otro sujetos detestables, desleales y delincuentes “con chapa”.

Este sujeto se vio acorralado y un mañana de mayo de 1989 aparece una caja en el patio delantero de la casa del Ministro Bañados. La revisó el GOPE de Carabineros y era la pistola de mi agresor, la cual había sido lanzada desde el exterior en la noche. Ahí se comprobó que el arma tenía todas y cada una de las características descritas desde la misma noche del mortal encuentro.

Salí en libertad un lunes 12 de junio de 1989; había estado 222 días detenido...y por defenderme. Mi primera actuación era ir a saludar y darle las gracias a Roberto Fuentes Morrison pero fue muerto por el FMR (lo remató en el suelo el guardaespaldas de Gladys Marín) el viernes 9 de junio. Si concurrí a su tumba y le dejé unas flores; como también a la de mi agresor ya que jamás fue mi intención quitarle la vida al padre de mi polola y con el cual tenía una relación normal de trabajo, pero siempre que no estuviera con trago.

Pero aún me quedaba todo el proceso. Al día siguiente concurrí a la Fiscalía y enfrenté a todos aquellos que no me fueron a ver, incluyendo a Sergio Cea (era Mayor de Justicia) que estaba a cargo de la Causa de la Vicaría ya que es masón. No fue sorpresa que mi antiguo jefe (quien entregó mi Hoja de Vida al Ministro sin la felicitación que me había otorgado por mi trabajo de Carrizal Bajo) me hubiera destinado. Siempre pensé “ya le tocará a él”. Y así fue años más tarde.

Me tuve que presentar al Comando de Apoyo Administrativo del Ejército a un trabajo de oficina...pero era trabajo al fin y al cabo. Por supuesto que me quitaron de inmediato el permiso para portar armas (el Ministro Bañados nada había dicho) y eso que me habían amenazado estos delincuentes de CNI; pero comenzaba a conocer las “mariconadas” de los infaltables en toda institución. A los días que estaba ahí y donde nadie me dirigía ni la mirada (poco me importaba ya que estaba libre y había aprendido a ver lo bello de la vida que antes no apreciaba) me citó el general a cargo de la repartición. Me presenté y este no me saludó, quien se encontraba con un coronel amigo de toda una vida de mi familia y que me conocía de niño (apellido Burgos y del arma de Ingenieros) y que tampoco me saludó, y comenzaron los gritos. Me subió y me bajó por el hecho que me “había querellado contra miembros de CNI” y que “me pasaría a la Junta Calificadora” (es decir para echarme); no hubo caso que este obtuso oficial entendiera que no se debía permitir a delincuentes dentro de la misma institución y que lo que habían hecho “no era por la Patria”. Al no entender, sencillamente lo mandé “a la cresta” y le lancé mi TIM (Tarjeta de Identificación Militar) a su escritorio y me fui.

Al día siguiente me presenté por última vez y me retiré obligado por las amenazas de este innoble estúpido, del cual me enteraría después que mi padre no le había ayudado en cierta oportunidad. Pero la vida todo lo paga, y dos años más tarde estando en retiro y como gerente de una empresa constructora se las dio de prepotente de nuevo frente a una asalto de terroristas del grupo “Lautaro” y fue muerto.

Así como también el tipo que escondió el arma de mi agresor se suicidaría de un tiro en la boca dentro de su vehículo en un sector cordillerano de la capital.

Pero a mí me quedaban grandes problemas. Cuando llegó el día de la sentencia, creo que fue uno de los más tensos de mi vida. El Ministro me hizo entrar a su despacho (un año después y en plena “democracia”) y me dijo: “Por el cargo de homicidio tiene LEGÍTIMA DEFENSA a pesar que usted le disparó dos ráfagas a su agresor y le impactó los trece disparos de su cargador en su cuerpo, en movimiento y bajo fuego; por el cargo de agresión (al que le dio el “agarrón” a mi polola) lo condeno a dos meses que se dan por cumplidos; y por el cargo de porte ilegal de arma DOS AÑOS a cumplimiento remitido en el Patronato Nacional de Reos (firmar cada mes).

Me explicó que me creía que yo no había modificado el arma y que realmente la había inscrito así, pero la repartición de IDIC del Ejército le había dicho lo contrario en un documento firmado por un general. No lo podía creer. LO ÚNICO QUE NO HABÍA HECHO RESULTABA EN UNA CONDENA.

No soy un santo pero SOY INOCENTE DE ESE CARGO. Y me lo tuve que tragar durante dos años firmando como un vil delincuente, mientras todos aquellos con los que trabajé recibían su medalla “Misión Cumplida” y yo el único idiota que me había sacado la cresta persiguiendo al FMR, perdiendo dos años de Universidad y creyendo que había que darlo todo por Chile, no recibí jamás la condecoración que me correspondía y merecía mucho más que varios cobardes que hoy ni la ponen en sus uniformes.

En fin...salí con vida de uno de los peores traumas de mi vida a los 26 años; pero Mi Guerra no había terminado. Sólo comenzaba otra fase de persecución y traición. Y a pesar que me había prometido no volver a usar jamás un arma en mi vida, tendría que hacerlo otra vez y en circunstancias aún no aclaradas totalmente por los agresores que ingresaron una noche al fundo “Viejo Roble” en 1995 para matar o detener a mi padre por su condena en el Caso Letelier. Pronto lo leerán.

Nos vemos.

noviembre 05, 2005


VIETNAM JUNGLE PATROL....es la hermosa representación graficada en la fotografía que ilustra a tres soldados norteamericanos (un blanco, un afro americano y un latino) en la guerra del sudeste asiático.

Es un monumento a la entrega del valor de aquellos hombres que todo lo dieron por su país; hombres que se vieron obligados a combatir a un enemigo extraño distante a miles de kilómetros de sus hogares. Y no fueron precisamente la juventud con más medios económicos los que combatieron en la guerra de Vietnam sino los más pobres, los “dispensables”.

Aquí en Chile ocurrió algo similar en nuestra guerra contra el terrorismo entre 1973-1990 la que fue iniciada en los años ‘ 60 por los partidos políticos afines al marxismo internacional. Los que la combatieron, lucharon y murieron fueron también hombres y mujeres “dispensables”. No los más “ricos” ni los de “buenas familias” ni menos los empresarios que todo lo recuperaron y luego les dieron la espalda a estos soldados de la libertad. Así como no hubo político alguno que luchara con las armas para derrotar al terrorismo marxista; y los traidores de la democracia cristiana que luego de entregado el régimen militar serían los primeros con el ex presidente Aylwin quienes iniciarían la violenta y cobarde persecución contra quienes les dieron su libertad y prosperidad económica.

En 1986 luego de los atentados sufridos el 22 de mayo y el 3 de junio (relatados en la edición anterior) me di cuenta que el estudiar derecho me tenía con las manos amarradas ante la realidad personal y familiar que estaba viviendo, por lo que decidí ingresar al Ejército como Empleado Civil en el Escalafón de Justicia Militar. Pero antes realicé un pequeño Curso en la Escuela de Paracaidistas y Fuerzas Especiales de la Institución.

Cuando salté en paracaídas por primera vez sentí que el “avión se iba hacia arriba” y no yo cayendo. Al llegar a tierra vi el C-130 “Hércules” entre las nubes y me dije a mí mismo “si soy capaz de esto, seré capaz de enfrentar lo que venga en mi vida”. Estaba en esa Escuela de Fuerzas Especiales cuando ocurren los descubrimientos del ingreso clandestino de material de guerra en el norte del país por terroristas del FMR. Al mes siguiente, un 7 de septiembre atentan contra la vida del Presidente Pinochet en el Cajón del Maipo y mueren 5 de sus escoltas (3 de ellos de la Escuela de Paracaidistas y FFEE). Y esos hechos más el Curso que estaba terminando me convencieron con más fuerza de perseguir al terrorismo en la Fiscalía Militar, que por esos días no tenía la importancia que tuvo cuando trabajé en esa repartición.


Ingresé la Fiscalía Militar en octubre de 1986, siendo destinado a la Fiscalía Ad-Hoc, es decir, una Fiscalía especialmente creada para la persecución exclusiva de ciertos atentados y delitos cometidos por el FMR como el Atentado a Pinochet, el Ingreso Clandestino de Armas y Explosivos (llamado también “Carrizal Bajo”) y el asesinato del carabinero Vázquez Tobar o “Caso de la Vicaría”.

Me destinaron al Caso de “Carrizal” dado mi conocimiento en armas y explosivos, siendo el único de los que en esta Causa laborábamos que tenía además conocimientos de Derecho, pero la verdad es que ellos me “daban vuelta” con su experiencia la cual yo no tenía. Mis primeros meses me dediqué por completo a estudiar la Causa y en especial al FMR.

El autodenominado “Frente Patriótico Manuel Rodríguez” (mal llamado “patriótico”) fue creado en diciembre de 1983 oficialmente, pero su estructura, organización y planificación data de fines de los años ‘ 70 en que Gladys Marín y Volodia Teitelboim viajan a Cuba solicitando “asistencia” para crear una fuerza militar subversiva chilena (no cubana) con el objeto de derrocar al Gobierno Militar desde las bases poblacionales y con instrucción de sus mandos en la isla, en las bases guerrilleras de Pinar del Río y Punto Cero.
Contribuyó a lo anterior el hecho que el MIR estaba casi destruido y sus miembros derrotados sicológicamente (aniquilada su voluntad de lucha) casi todos. Y debido a los errores cometidos al nombrar a Odlanier Mena en CNI quien inutilizó el sistema de inteligencia, el Partido Comunista (el MIR pertenecía al Partido Socialista) ideó un sistema de guerra de guerrillas urbana a mediano plazo, dado la última derrota del MIR en Neltume y Santiago en 1981 y 1983 respectivamente. Además de estos factores momentáneos, en Nicaragua había triunfado la guerrilla Sandinista donde varios chilenos habían combatido, teniendo la experiencia necesaria para contribuir a su lucha. Pero este sería el factor por el cual fracasarían en sus planes: Chile no es ni era Nicaragua.

La gran diferencia que tuvo el FMR con el MIR fue la calidad y educación de sus integrantes. Los segundos eran casi todos universitarios y de “buenas familias” es decir hombres y mujeres que no tenían necesidad alguna de introducirse a una guerra de guerrillas salvo su afán idealista revolucionario muy de moda en los años ‘60. Pero el FMR aprovechó cierto descontento popular creado artificialmente por los partidos “democráticos” de la oposición cuyos dirigentes habían vuelto de sus exilios dorados de Europa y con muchísimo dinero para derrocar al Gobierno Militar mediante propaganda, insurrección “pacífica”, etc. Dado estos hechos entre 1983, 1984 y 1985 se produjeron en la mayor parte de las ciudades de Chile sendas “protestas pacíficas” convocadas por la Democracia Cristiana y otros políticos (incluso varios de derecha) que sólo pretendían el acceso al Poder y sus personales ambiciones. Y la Iglesia católica contribuyó plenamente a estos vicios terrenales.

Dichas “protestas” no fueron pacíficas sino verdaderos actos de vandalismo con el objetivo de paralizar la economía del país (inclúyase todos los embargos y prohibiciones que Chile tenía en el extranjero gracias a estos demagogos que son los mismos que hoy nos gobiernan) y que costaron CIENTOS DE MUERTOS. Y estos políticos estaban convencidos que en cada “protesta caía el gobierno de Pinochet”, mientras tranquilamente tomaban palco en los mejores hoteles de Santiago a la “espera” que los militares les entregaran el Poder, creyendo que no serían capaces de manejar las crisis por ellos mismos articuladas. Gran error creer que un militar no es capaz de aquello; precisamente su formación castrense-prusiana (no se cómo será la que hoy imparten en la Escuela Militar) es netamente manejo de situaciones desesperadas y con la mayor calma posible, como lo es la más grande de las crisis existentes: la guerra.

Jamás cayó el Gobierno Militar y los señores Valdés, Aylwin, Lagos, Escalona y Zaldívar hubieron de esperar varios años para poder llenarse de dinero sus bolsillos nuevamente. A la Bachelet no la nombro entre estos ya que ella militaba en el Frente Terrorista Manuel Rodríguez y era amante y conviviente de uno de sus “comandantes”.

Pero sí supo aprovechar estas “protestas” dicha organización extremista. Estos tenían un particular sistema de “enganche”: se había difundido en las poblaciones “La Legua”, “La Victoria” y otras que aquellos muchachos “más valientes y destacados en las barricadas” ingresarían al FMR. Y así fue. Entre estas barricadas que eran organizadas por miembros del FMR en dichas protestas se reclutaban a los más violentos miembros con el objeto de ingresarlos a las denominadas “Milicias Rodriguistas” que era la organización base para ser instruidos en un cursillo de 5 días, muy elemental en el manejo de alguna arma e instrucción de combate en localidades, con el objeto de asesinar carabineros y asaltar bancos, además de darles una instrucción ideológica marxista y encuadrarlos en una “célula” o “unidad”. En estas tenían sus primeros nombres falsos. Terminado este “curso” debían realizar una acción para “graduarse”, la cual consistía en asesinatos o asaltos. De entre los más destacados de estas acciones, eran enviados por vía terrestre a Perú y en Tacna tomaban un bus en dirección a Lima para luego entrar a Cuba. Todo lo anterior con documentos falsos.

En Cuba realizaban un curso verdadero de guerra irregular que duraba 4 meses, incluyendo explosivos, armas, camuflaje, inteligencia básica y sobre todo MANDO.
Luego volvían a Chile de la misma manera Cuba-Lima-Tacna y Chile. Estos venían con un “grado” militar y un “sueldo” fijo ya que el FMR manejó muchísimo dinero. No se debe olvidar que era el brazo armado del Partido Comunista, no era autónomo ni se manejaba de forma operacional independiente sino con gran burocracia lo cual reflejaba una de las mayores deficiencias que tenían los estamentos armados del bloque soviético en que la “iniciativa” era un concepto prohibido y esta carencia era una de sus mayores debilidades y fue uno de los factores que los llevó a la derrota militar y económica. El marxismo jamás ha creído en la libertad del ser humano y menos en el libre albedrío que son las bases de la sociedad cristiano-occidental.

En 1984 ya el FMR contaba con una cantidad de miembros cercana al millar lo que en guerra de guerrillas se debe elevar a diez (llegarían a ser en 1986 cerca de 5 mil entre combatientes, rodriguistas, ayudistas, etc). Viaja a Cuba uno de sus comandantes Alfredo Bruno Malbrich Baltra para exponer a la dirigencia cubana que están dadas las condiciones de hombres-combatientes para ingresar el armamento necesario para dar inicio a la “Guerra Patriótica Nacional” ya planificada, cuyo objetivo era el derrocamiento por las armas del Gobierno Militar y la instauración definitiva de un régimen pro soviético al estilo cubano (el “sueño de Allende”) que no habían podido cumplir debido al Pronunciamiento Militar del 11 de Septiembre de 1973.

En Cuba se acepta el hecho que están dadas las condiciones para comenzar con la fase de ingreso de material de guerra por mar y su distribución. Luego se instruiría en estos a los combatientes y se daría la fecha para el comienzo de la insurrección armada en todo Chile al mismo tiempo como ocurrió en la Ofensiva del Tet en Vietnam el 31 de enero de 1968 por el Vietcong.

A Malbrich se le ordena ubicar la zona de desembarco y para ello realiza él y decenas de terroristas un reconocimiento de todas las caletas entre Antofagasta y Puerto Montt.
Eligen Caleta Corrales al norte de Carrizal Bajo en la desértica y despoblada zona de la III Región. El 31 de diciembre de 1985 se acercó el primero de los buques cubanos a la costa chilena pero le fue imposible a los terroristas hacer contacto con él debiendo abortar la misión. Este terrorista tuvo que viajar a Cuba a dar explicaciones. Se le dio la orden de “crear una Empresa” como fachada para camuflar los desembarcos los que serían varios y se realizarían a plena luz del día.

Cerca de 50 elementos del FMR fueron destinados a la zona de Caleta Corrales como empleados de la empresa “Chungungo Limitada” cuya faena era la extracción y venta de algas, comercio normal en esa solitaria zona. Estaría a cargo de la Administración y el trato con los residentes del lugar así como con las autoridades de Vallenar y Copiapó el terrorista Bushman, actor de poca monta y mitómano profesional. Compraron los vehículos necesarios como un par de jeeps, algunos camiones y uno que era “aljibe” con el cual traían agua y además la distribuían gratuitamente a los lugareños, y montaron el campamento de la faena.

Habían rastreado y ubicado varios piques mineros abandonados los cuales servirían de depósitos del armamento una vez desembarcado el cual no debía estar más de 24 horas en los roqueríos de la playa para luego embarcarse en los camiones y llevarlos a estos piques. Desde ahí, pasados un par de días serían llevados en el camión aljibe cuya mitad superior había sido transformada para almacenar las armas y la otra para el agua (supuesta) y ser llevados hacia Santiago donde serían distribuidos desde Antofagasta hasta Puerto Montt en un plazo no superior a tres meses desde el último desembarco.

Para lo anterior se habían enviado a Cuba a varios miembros del FMR a hacer un curso de lo que se denominaba “barretines” o depósitos subterráneos especiales para guardar el armamento y explosivos, pero además estos ingenios tenían la capacidad de servir de centro de instrucción, comedores, dormitorios, enfermerías y tenían un orificio dentro de la pared que servía para disparar un fusil introduciendo en él los brazos y el arma y a una distancia de dos metros había un pequeño cartón que simulaba proporcionalmente un blanco de tiro a cien metros; y al disparar no se oía en el piso superior que era una casa habitación cualquiera.

Estos barretines eran confeccionados con unos arcos de madera especiales cuya fabricación se hizo en un taller de calle Rondizzoni de Santiago con un experto carpintero argentino que jamás fue detenido. Eran verdaderos “mecanos”; es decir había que ubicar una casa, comprarla, hacer un subterráneo de tierra de las dimensiones del living-comedor-cocina superiores, luego le iban colocando junto con la excavación estos arcos de madera para sujetar el nivel de arriba; para después forrar el piso y las paredes con madera especialmente construida y terminar poniendo unas mesas abatibles en las paredes. Lo único que no tenían era baño. Pero todos eran iguales.

Se ve que los equipos eran varios: los de Caleta Corrales que recibían el armamento y luego lo dejaban en los piques mineros; luego los que transportaban a las diferentes ciudades en las cuales había otros equipos de hombres que ya habían comprado las casas y hechos los barretines; a estas llegaban los “instructores” que venían de los cursos de Cuba a alojar en dichos barretines y recibir a los “rodriguistas” para darles el cursillo de dos semanas al interior del barretín y organizar las células que actuarían al exterior, pero siempre teniendo el barretín solamente para el instructor ya que los restantes entrenados debían realizar acciones, “recuperar” (robar) dinero y armas (asesinando carabineros) y luego arrendar o comprar una casa poblacional y vendrían los expertos a confeccionar “su” barretín a esta célula de 5 miembros para empezar estos a instruir a otros y así sucesivamente. Eso si el más destacado de estos iría a Cuba a su viaje de instrucción y regreso posterior a Chile como “oficial”. Este era el ciclo de confección del “Ejército Revolucionario que iniciaría la Guerra Patriótica Nacional” la cual pensaban comenzar a principios de 1987.

Chile fue divido en 5 zonas territoriales con un “comandante” en cada una y un “comandante” superior: doña Gladys Marín y uno suplente don Volodia Teitelboim. Pero nunca pudieron concretar toda la planificación debido a sus propios errores cometidos.

Los primeros desembarcos se producen a principios de mayo de 1986. Para esto habían adquirido dos embarcaciones pesqueras en Caldera, la “Astrid Sue” y la “Chompalhue”, ambas de 140 toneladas. Se incluía a sus capitanes quienes vinieron a saber la verdad cuando ya estaban con la soga al cuello. Malbrich y Bushman manejaban grandes sumas de dinero que les era entregada por un sujeto denominado “Pedro” el cual tenía refinados gustos burgueses como ser llevado con chofer en un Mercedes de color amarillo con licorera en su puerta interior con el cual transitaba por todo Santiago y cenaba o almorzaba regularmente en el restaurante “Camelot” de calle Seminario; uno de los más caros.

Cuando hicieron posesión de las embarcaciones se hicieron a la mar las “tripulaciones” quienes casi hundieron estas ya que enredaron las redes en las hélices lo que llamó la atención de todos los pescadores de Caldera. Además eran asiduos visitantes de un prostíbulo local en que gastaban bastante dinero que era pagado por Malbrich Baltra, quien no consumía alcohol y solo miraba como se divertían sus “combatientes”.

Cuando terroristas del FMR atacaron nuestra casa (relatado en la edición anterior) yo tomé del suelo dos vainillas que me eran casi desconocidas para el armamento ocupado por el Ejército y terroristas ya que su calibre en el culote decía “5.56”mm. En ese momento no se sabía que tuvieran armamento con esa munición, pero al parecer no le preocupó mucho a nuestros hombres de inteligencia. Así como el explosivo usado en el atentado del 3 de junio que ocuparon uno nuevo denominado T-4 de origen checoslovaco. Tanto el armamento, munición y explosivo utilizado contra la casa y en la calle Santa Lucía con el auto bomba provenía del primer desembarco de Caleta Corrales ya distribuido a unidades terroristas y cuya primera utilización fue contra nosotros.

Luego vinieron dos desembarcos más a finales de mayo y en junio de ese año. Las embarcaciones poseían un novedoso sistema de navegación por satélite (hoy muy comunes denominados GPS) marca Furunu modelo FSN-80 y fueron compradas 5 unidades por la embarcación “Carlos Alberto” cuyo dueño era la “Pesquera Guadalupe”, empresa naviera colombiana. El representante de estos equipos era la empresa “Marco-Panamá S.A.” y su vendedor era Eli Benavides un panameño domiciliado en la ciudad de Panamá. Cabe decir que estos equipos los encontré en una bodega, abandonados y sin haberles hecho ningún registro tecnológico, por lo que los llevé al BAMTE (Batallón de Mantenimiento de Telecomunicaciones del Ejército) donde lograron decodificar los equipos y estos señalaron las siguientes coordenadas:

A-) 26º 00’ 0’' Sur con 74º 50' 0'' Weste lo que ubica una posición en alta mar 225 millas náuticas entre caleta esmeralda y Punta Carrizalillo (entre Chañaral y Taltal). Aquí fueron los encuentros con los buques cubanos que transportaban las armas, explosivos y municiones.

B-) 27º 59’ 7’' Sur con 71º 10’ 0’' Weste que ubica un punto terrestre correspondiente a Caleta Corrales, lugar de los desembarcos y zona de distribución.

C-) 28º 43’ 0’ Sur con 71º 12’ 0’ Weste que ubica los piques mineros de Quebradita, Fraguita y Labrar, que corresponden a las zonas de almacenamiento a 20 kilómetros al interior de Caleta Peña Blanca, sur de Freirina (entre Huasco y Vallenar).


Debe señalarse que cuando tomaron contacto con el buque cubano (supuestamente) el capitán invitó a su par (era de noche) chileno a su camarote y a todos se les dio “jugo de almeja” en unos envases de vidrio. Me contó el capitán chileno que le extrañó que se les hiciera ver de modo majadero que procedían de Cuba como el retrato de Fidel en el camarote, el acento, los jugos con rotulación de marca cubana, etc. pero que vio a dos hombre muy altos de tez blanca y rubios en la proa del barco que no hablaban ni una palabra. Sólo miraban. En uno de los encuentros cargaron en demasía una de las embarcaciones la cual estuvo a punto de irse a pique y tuvieron que botar gran cantidad de armamento al mar y en ese momento los “rubios” gritaron y alegaron y no precisamente en castellano sino en un leguaje que no supo entender.

Y cuando venían hacia Caleta Corrales a unas 50 millas de la costa se cruzaron con el buque de guerra chileno “Cochrane” el cual ni los miró y pasó a 2 millas sin decirles nada en dirección sur. Estos extremistas pensaron que serían abordados por los marinos, pero el Comandante del buque siquiera reparó el hecho que el pesquero venía con la línea de flotación al máximo y sin redes, por lo que debió haberles detenido para inspección; pero no fue así y siguió con rumbo a Talcahuano a realizar reparaciones.

Pero el mayor error que cometieron los del FMR fue creerse empresarios. Para mantener la fachada (le llaman “manto o leyenda”) compraban algas a los lugareños a un precio mayor que el mercado (no entienden de libre economía) y las vendían a menor valor, lo que despertó las sospechas de la Alcaldesa de Mar para quien era su negocio y estos extraños se lo estaban arrebatando y no veía cuál era la ganancia. Esta señora tenía un amigo que eran un sub-oficial de Ejército que estaba en CNI de Vallenar al cual le dio este aviso. Este militar le comunicó a su superior (teniente) quien a su vez le comentó del hecho a un oficial de la Armada de Caldera. Se juntaron los tres uniformados y fueron a Caleta Corrales ante las repetidas insistencias de la señora, un domingo 3 de agosto de 1986 en su día libre, para terminar con los reclamos de la Alcaldesa.

Y el otro error fue sacarse fotos.

Cuando llegaron al lugar les llamó la atención que no había ningún orden, la presencia de hombres que no eran de la zona y la mayoría estaban borrachos. Mientras el oficial de la Armada intentaba hablar con uno de estos, el sargento ingresó a una cueva y encontró una caja con munición: AHÍ se dieron cuenta de la gravedad de los hechos. Rápidamente redujeron a una veintena de sujetos y los ingresaron a la cueva mientras el marino partía solo en la camioneta a dar alarma y los dos militares quedaban con los detenidos. Solo tenían un revólver y una sub-ametralladora M-10. Los demás extremistas se dieron gritos entre ellos y comenzaron a dispararles a estos militares los cuales se vieron obligados a huir dejando atrás a los extremistas; caía la noche. El sargento y el teniente se refugiaron en un cerro cercano mientras unos diez extremistas los buscaban; pero el resto se fugó en desbande por la quebrada principal. Esa madrugada se dirigía rápidamente un vehículo con cinco miembros de CNI hacia Caleta Corrales pero no pudo llegar ya que fue emboscado por el jeep de los extremistas quienes lograron arrancar dejando como “colador” el vehículo militar. Pero ya un Regimiento completo se desplazaba por la zona y se encontró a la mayoría de los terroristas quienes hablaron “todo”.

Con los días se fueron encontrando poco a poco el armamento en los piques mineros, los barretines de Santiago y otras ciudades y así continuó todo el mes. Se había desarticulado la mayor internación de armamento ingresada a Chile para asesinar a chilenos. Fueron más de 3.500 fusiles M-16 de procedencia norteamericana dejados en la guerra de Vietnam pero en muy buen estado (a pesar que siempre me llamó la atención que todos los números de serie estaban perforados) más de 3 millones de balas calibre 5.56 mm (extrañamente nueva y fabricada en EEUU) miles de kilos de explosivos, lanzacohetes RPG-7 y LOW, pistolas, munición de mortero (nunca encontramos los tubos ni las sub-ametralladoras pero sí sus cargadores) etc.
Recuerdo con rabia como la oposición de la época se burlaba en sus revistas e intentaba hacer creer a la población que era una “maniobra política” del Gobierno Militar.
Mentes torcidas....y hoy nos gobiernan.

Pero nadie previó lo que venía...

Estos sujetos al igual que el Vietcong iban a realizar una ofensiva al mismo tiempo en todo Chile cuando todo hubiese estado preparado y ésta comenzaba asesinando al Presidente Pinochet, así como en Vietnam en una sola noche los guerrilleros asesinaron a 370 Alcaldes. Uno de los terroristas que logró fugarse de Carrizal Bajo se encontró con “Pedro” en el restaurante “Camelot” y este le dijo que esperara instrucciones con una célula que tenía una casa en Las Condes ya que “participaría en la mayor acción a realizar”. Este sujeto le llamó la atención a un teniente de Carabineros de la Comisión Civil de la Comisaría de Las Condes una mañana de domingo al verlo borracho caminando y que al mirarlos a ellos a pesar que no vestían uniforme apresuró el paso e ingresó a una casa.

Este teniente más un sargento ingresaron a la casa (sin orden alguna ni esperar refuerzos; ¡eso es iniciativa y valor!) y grande fue su sorpresa al encontrar tres sujetos durmiendo en sacos de dormir en el living de una casa desocupada y al que venían siguiendo estaba vomitando en el baño. Los tipos se despertaron e intentaron echar mano a sus UZI (sub-ametralladoras) pero fueron violentamente reducidos por estos rápidos y audaces carabineros. Dieron aviso y los entregaron a CNI. Y nadie sospechaba lo que venía...

El domingo 7 de septiembre de 1986 el General Pinochet hace abandono de su casa ubicada al interior del Cajón del Maipo con su nieto Rodrigo García de sólo 10 años de edad y su escolta conformada por dos motoristas de Carabineros, tres vehículos de seguridad y los dos Mercedes blindados del mismo color, en el cual viajaba él con su nieto y en el otro su médico personal. Eran las 18:10 horas cuando salieron por el portón mientras una pareja de “turistas” los veía y daba aviso telefónico a una casa ubicada en el sector de las Vertientes a unos 15 kilómetros que “el paquete” había salido.

Los terroristas tenían planificado desde hacía varios meses esta acción la cual no era para esa fecha sino la posterior según su planificación estratégica, pero como habían sido descubiertos tenían la seguridad que Cuba no los volvería a ayudar de la misma forma por lo que debían asesinar a Pinochet no importando el costo, pero el golpe de la operación tendría un efecto devastador que los pondría en el primer lugar de las noticias mundiales y “quizás” lograrían algo de sublevación nacional.

Para ello Cesar Bunster (hoy trabaja para el gobierno de la concertación en el Ministerio de RREE) arrendó una gran casa cerca del mejor lugar de la vía para efectuar una emboscada: la Cuesta Las Achupallas. Esta era una elevación con una curva (hace disminuir la velocidad de cualquier vehículo) con un cerro al costado norte y una quebrada hacia el sur que termina en el río Maipo. Concentró a 30 terroristas del FMR, la mayoría mal entrenados. Sabían todos los movimientos del General Pinochet cada fin de semana que se retiraba a su casa de esta localidad. Incluso habían tratado de hacer un túnel al llegar al cruce de Las Vizcachas que cruzaba el camino de asfalto por donde obligadamente debía transitar la caravana del General Pinochet, y rellenarlo de explosivos pero no les resultó.

Ese domingo esta treintena de terroristas estaba agrupada en 5 unidades de 5 hombres armados con fusiles M-16, FAL, y cohetes LOW, más granadas de mano. Cada unidad debía abatir un vehículo de la caravana y luego todos ellos hacer fuego sobre los Mercedes. Para esto tenían una station marca Peugeot con una casa rodante la cual la cruzarían en el sector poniente del ataque (para ellos flanco derecho) en la carretera con el objeto de cortarles el paso y detenerlos completamente con dos sujetos; otra camioneta se pondría inmediatamente al sector oriente (flanco izquierdo de la emboscada) para cortarles la retirada con tres terroristas.

Cuando la caravana pasó el último puente unos kilómetros antes de la emboscada ya venía detrás de ellos la camioneta que les cortaría la huída y nadie se dio cuenta. Al pasar este puente había dos carabineros quienes fueron baleados por los terroristas de la camioneta y la comitiva no escuchó nada; los carabineros fueron heridos y no tenían radios.

Al llegar a la cuesta los extremistas habían sido apostados un par de horas antes y cuando Bunster les avisa que se aproxima el General Pinochet preparan las armas. Estos se encontraban en una saliente muy bien protegida del cerro, zona norte a la derecha de la comitiva (a su izquierda el barranco) y estaban tendidos y esperando.

Pasa el primer motorista y se cruza la camioneta con la casa rodante; el motorista que seguía se estrella contra ella y el otro logra cruzar pero no sigue camino a Las Vizcachas y se mete con moto y todo contra el portón de una casa cercana; queda herido y no llama por su radio. La comitiva frena de golpe mientras comienzan los disparos de cinco fusiles contra cada vehículo (solo los Mercedes son blindados) y la escolta sale fuera de ellos, al mismo tiempo que la camioneta que los seguía se cruza a sus espaldas y tanto los sujetos de la casa rodante como los de esta se tiran a tierra y también hacen fuego contra los vehículos de la comitiva que en esos momentos está recibiendo una lluvia de balas calculada en 1.200 tiros en un solo minuto. Los Mercedes resisten las balas y una mina que les lanzan bajo su piso; los hombres de la comitiva se defienden como pueden pero la mayoría es puesto fuera de combate los primeros 20 segundos; el oficial a cargo se lanza detrás de la pirca de piedra que está hacia la quebrada pero cae en esta y con una bala en su pierna. Se lanzan mutuamente granadas de mano que estallan en el pavimento no haciendo mucho efecto; uno de los comandos dispara toda su munición y corre al vehículo donde está un camarada muerto del cual recoge su arma para seguir disparando y muere bajo las balas terroristas. Se disparan los cohetes LOW pero muy encima de la comitiva (los terroristas estaban a unos cuatro o cinco metros de los autos) y estos tiene un detonador que se arma automáticamente a los nueve metros por lo que impactan en un Mercedes y rebota sin detonar, otro pasa sobre uno de los vehículos y raja el techo sin explosar cayendo al río; el tercero pega contra un poste de luz detonando y rompiéndolo; el cuarto que fue disparado desde más atrás hace blanco sobre uno de los vehículos y lo levanta por el aire en su estallido incendiándolo y matando a su ocupante.

Mientras los conductores de los Mercedes ponen marcha atrás y golpean a la camioneta que les bloquea su salida hasta que logran hacerlo, pero uno de los extremistas corre hacia el Mercedes en que se encuentra el General Pinochet y al verlo le dispara repetidamente tiro a tiro con su fusil para romper el vidrio blindado lo que hace a Pinochet agacharse y cubrir a su nieto, mientras estallan dos vehículos más y la sangre mancha el parabrisas. Al ver esto el terrorista cree que ha muerto al Presidente mientras los Mercedes ya corrían en marcha atrás desplazando la camioneta y poniendo el acelerador al máximo rumbo a la casa.

El ataque ha durado tres minutos; están cinco escoltas muertos y los restantes 11 completamente heridos y fuera de combate. Una terrorista intenta rematar a un Carabinero que está herido en el pavimento pero su arma se le atasca y el “jefe” toca un silbato que significa la “retirada”. Esta terrorista no alcanza a intentar dispararle de nuevo.

Se dirigen a unas camionetas que tienen “balizas” en sus techos y escapan hacia Santiago, pasando por el control de carabineros en Las Vizcachas creyendo estos que son la “escolta”.


No lograron asesinar al General Pinochet y este hecho marcaría para siempre la derrota de toda la planificación hecha por el FMR con Gladys Marín y Volodia Teitelboim; pero a este último el gobierno de Lagos le dio el Premio Nacional de Literatura y una pensión vitalicia; y a la muerte de Gladys Marín el gobierno ordenó “duelo nacional” y todas las Unidades de las FFAA fueron obligadas a colocar la bandera a media asta!

En fin...en los años que trabajé persiguiendo y luchando contra el terrorismo, participé en muchos allanamientos y estuve personalmente con los terroristas. Recuerdo una oportunidad que tuve que ir a un departamento que había “volado” al estallar explosivo que tenía una célula del FMR. Cuando llegamos al conjunto de edificios se veía un lugar sin departamento y solo algunas paredes; en el patio exterior me encontré con una pierna que había volado desde ahí y cortada como con cincel. Al ingresar a lo que quedaba había un olor espantoso y lo primero que vi fue un cuerpo de hombre completamente quemado, con todos los intestinos al aire y sin rostro; había otro botado boca abajo en la única habitación que quedó y estaba sin pantalones, defecado y ambas piernas abiertas como una “salchicha”; tenía una de ellas enrollada a la pata de la cama y su cabeza estaba abierta como una sandía con todo el cerebro destrozado y pegado en la pared. Su estómago estaba completo fuera de sus pantalones; el olor a la sangre era asqueroso. Tenía los ojos abiertos. De pronto un carabinero grita ¡encontré a otro!; de entre los escombros levantó una cabeza y salió hasta los hombros y con los pulmones colgando. No tenía ojos. Era dantesco.

Aún tengo algunas pesadillas con esto....; a los días encontrarían una mano arriba de un kiosco de diarios.

El último guerrillero del FMR que interrogué estaba algo abatido de ánimo y pedí que le trajeran un sándwich y un café. Llevaba 20 días incomunicado y olía bastante mal; cuando llegó el emparedado se lo pasé y él lo partió por la mitad ante lo cual le dije “no está envenenado” y este me respondió riendo “lo que pasa es que estoy acostumbrado a compartirlo todo...”

La verdad es que este hombre ya no quería más. Habíamos visto que posiblemente hubiese estado en Nicaragua ya que presentaba dos heridas de proyectil pero hablaba muy poco. Estaba bien entrenado. Hasta que un día me habló y me dice “perdimos esta guerra”, y le pregunté por qué. Me dijo “por las casas de Pinochet”. Me reí y le pedí que me explicara: me dijo que habían perdido todo el apoyo de la población y que jamás había existido por cuanto cuando llegó a Chile vio que la mayoría de las personas que trataba de reclutar se le iban ya que buscaban trabajo y que a todas las familias pobres el Gobierno de Pinochet les había entregado una casa.

Me quedé pensando...;ciertamente era y es una buena forma de eliminar la voluntad de lucha del terrorismo al impedirles adeptos a su causa si esta se basa en la pobreza: sólo hay que trabajar en eliminar esta y el terrorismo revolucionario latinoamericano no tendrá en las personas pobres ningún hombre o mujer que quiera perder su vida por causas marxistas.


Nos vemos y con una de las etapas más fuertes de mi vida.