Y llegó un terremoto...y con este vino también la ineficacia del gobierno de los marxistas de la concertación; los mismos que hoy en este momento le están robando a Ud su dinero para financiar sus lujosas vidas “burguesas”, las becas en el extranjero de los hijos y nietos, los sueldos de los integrantes del “partido” y los amigos, así como ha seiscientos mil “empleados” del Estado, los que un 90% han sido contratados por la concertación...ahí el porqué necesitan un Estado grande, no para ayudar a Chile sino para mantenerse en el poder como coalición pagándole un sueldo a esta cáfila de ineptos a objeto que voten ellos, sus familias y “amigos” por los pelotas de la concertación...¿resultado?
AÑOS EN EL PODER, DECENAS DE AÑOS. ¿Y LA OPOSICIÓN? MUY BIEN! “COHABITANDO” EL PODER...
Este es un informe básico elaborado por la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile respecto a la configuración chilena sobre su actividad sísmica:
“Chile es reconocido por la comunidad científica nacional e internacional como uno de los países de más alta sismicidad mundial, con un promedio de un terremoto destructor cada 10 años. Este fenómeno es debido a la interacción de las placas tectónicas de Nazca y Sudamérica caracterizada por una alta velocidad de convergencia, la cual se traduce en una gran tasa de deformación a lo largo del margen continental nacional. En promedio, cada 10 años ocurren 5 sismos de magnitud M 7 y 20 sismos de magnitud M 6. Durante los últimos 450 años Chile ha sido afectado por 45 terremotos destructores (M 7.5).
Chile Central entre 32º S y 35ºS es una de las pocas regiones del país que presenta un registro histórico completo de grandes terremotos de aproximadamente 500 años destacándose los ocurridos en 1575, 1647, 1730, 1822 y 1906. Esta secuencia entrega un período de retorno de grandes terremotos de 83±9 años. Es importante destacar que los eventos mencionados no han sido equivalentes en sus magnitudes, ni en las áreas de ruptura involucradas, de modo que aunque el periodo promedio de retorno tiene una desviación estándar pequeña (con respecto a otras regiones del país), ello no significa que todos esos terremotos afectaron exactamente las mismas zonas.
Chile Central entre 32º S y 35ºS es una de las pocas regiones del país que presenta un registro histórico completo de grandes terremotos de aproximadamente 500 años destacándose los ocurridos en 1575, 1647, 1730, 1822 y 1906. Esta secuencia entrega un período de retorno de grandes terremotos de 83±9 años. Es importante destacar que los eventos mencionados no han sido equivalentes en sus magnitudes, ni en las áreas de ruptura involucradas, de modo que aunque el periodo promedio de retorno tiene una desviación estándar pequeña (con respecto a otras regiones del país), ello no significa que todos esos terremotos afectaron exactamente las mismas zonas.
El extremo norte del área de ruptura del terremoto anterior ocurrido en 1906 se activó con el llamado terremoto de La Ligua de 1971. El terremoto del 3 de Marzo de 1985 (Ms=7.8) continuó dicha ruptura hacia el sur, entre las ciudades costeras de Quintero y Pichilemu. Es importante destacar que el extremo sur del área de ruptura del terremoto de 1906 no fue activado con el de 1985, permaneciendo intacta la zona entre Pichilemu y Constitución.
Actividad Sísmica Previa al Terremoto de 1985
El terremoto del 3 de Marzo de 1985 fue precedido por una intensa actividad sísmica que comenzó con un evento ocurrido el 21 de Febrero de 1985 de magnitud mb=4.7. Durante los próximos 11 días la red permanente de Chile Central registró aproximadamente 360 eventos que se ubicaron mayoritariamente en una pequeña área”.
A finales de febrero de 1985 venía viajando desde Hornitos, un hermoso lugar al norte de Antofagasta donde había pasado parte del verano, y llegué a Santiago. Como faltaban unos días antes de volver a la Universidad, me dirigí al balneario de Santo Domingo para pasar un fin de semana; llevé mi WindSurf y estuve esos días junto a amigas y amigos en un tranque en la localidad de San Juan, a 7 kilómetros hacia el poblado de Leyda, todo cerca de San Antonio.
El día domingo 3 de marzo a eso de las 19:30 terminé de hacer mi deporte y mientras enrollaba la vela junto a mi auto y sacaba la tabla del agua del tranque, sentimos que los perros comenzaban a aullar y de pronto comienza un temblor que se fue acrecentando hasta llegar a un nivel impresionante...el agua del tranque literalmente “saltaba” y mi auto también, lo que instintivamente me hizo tomarlo del para choques ya que se iba hacia el agua, mientras una amiga sin darme cuenta yo, estaba arriba de mi espalda con un pánico desenfrenado...y el movimiento de la tierra no paraba, las casas de construcción de adobe de las cercanías se caían como cartas de una baraja de naipes produciendo un estruendo ronco y se hundían en una nube de tierra y polvo; los gritos de las personas eran aterradores y el miedo se podía oler.
Duró unos cinco minutos...el terremoto había sido grado 7.8 en la escala de Richter (el de Tocopilla fue 7.7) y el epicentro estaba cerca de Algarrobo al interior del mar (unos 30 kilómetros de distancia de San Antonio). Nos calmamos, subimos a nuestros autos y nos fuimos en dirección de San Antonio por el camino San Juan-Llo Lleo; en el corto viaje de unos minutos se veía el pavimento desgarrado con fracturas, casas derrumbadas, las personas llorando en la calle...y cuando enfrentamos la ribera del río Maipo vi algo impresionante: el puente que une San Antonio con Santo Domingo de mil metros de distancia estaba “cortado” en seis partes, cuyos mayores tramos estaban en el lecho del río, y vi a muchas personas que quedaron en los tramos que no se cayeron, colgando de sus autos...y no se podía hacer nada.
La noche ya se venía encima, fui a dejar a una amiga en el sector de Barrancas (también se había caído el puente que une a Llo-Lleo con este sector) y unos vecinos me solicitaron que fuera a dejar a una mujer embarazada de 8 meses a San Antonio...dije que sí de inmediato. Antes de llegar a este lugar, pude ver las primeras personas muertas en la calle, varias de ellas mayores que habían sufrido ataques cardiacos...así mismo me impresionó ver la mayoría de los edificios antiguos de Llo-Lleo en el suelo...y la Iglesia también. Cuando iba con esta mujer en dirección a San Antonio por la avenida Barros Luco que llega al Puerto, nos hace detener un carabinero de tránsito, ya que se habían caído varios árboles que bloquearon el camino cuando de pronto viene la réplica de 7.0 grados Richter...el auto se movía de lado a lado y no nos podíamos bajar y esta amiga comienza a tener contracciones...se me pasó por mi mente el hecho que no tenía tijeras ahí para cortar el cordón umbilical si nacía la guagua...mientras el carabinero de la sola impresión se “sentó” en el capó delantero de mi Honda Prelude...
Al terminar este segundo y devastador terremoto, me dirigí a dejar a esta amiga logrando llegar a San Antonio que estaba en su calle principal de Av. Centenario prácticamente en el suelo...y al igual que el norte en Tocopilla, había un edificio antiguo de dos pisos que quedó de “uno” ya que la planta baja se hundió completamente; llegué a la casa de mi amiga y lo único que encontramos fueron escombros así como varias casas de la cuadra (había un hoyo gigantesco en una calle y por el cual salía un enorme torrente de agua) y se baja mi amiga gritándole a sus padres...en ese momento pensé que estaban debajo de los escombros...pero sentimos voces que venían de la parte posterior del domicilio...se habían salvado.
Volví en dirección a la Escuela de Ingenieros del Ejército en Tejas Verdes (en Llo-Lleo, al lado del río Maipo) ya que no podía cruzar hacia Santo Domingo...la noche estaba presente, no había luz, agua, se veía el fuego de los incendios, las humaredas y se escuchaban los gritos de las personas cuando venían las continuas réplicas (hubo más de mil en un mes), y logré ingresar al cuartel. Estaba todo el personal junto a sus familias en el patio central del Regimiento y me acerqué a saludar a mis amigos militares, entre ellos el Director de la Escuela de Ingenieros, entonces Coronel Eugenio Videla Valdebenito. Y de pronto llegan dos oficiales de la Armada y le indican a este Coronel que hay posibilidad de un Tsunami...además al Oficial de Ronda le entregan un reporte de la situación el cual dice que los soldados de guardia frente al río indican movimientos extraños del río Maipo.
Nos dirigimos al lugar, siendo el único en ese momento que tenía una linterna, y el soldado de guardia le muestra a su Coronel que el río está actuando de manera irregular, con grandes remolinos y ruidos...apunté la linterna hacia el agua en la ribera y se notaba el agua turbia y extraña...un teniente me avisa que ilumine un papel de diario que va ha arrojar al río...nos quedamos “helados” al ver que el papel en vez de dirigirse hacia el mar (distante uno setecientos metros) se devuelve “hacia arriba”, es decir el mar estaba entrando lentamente por el río. El marino le solicitó al Coronel Videla que evacuara Tejas Verdes ya que venía un Tsunami, mientras él se fue al puerto para hacer lo mismo con las naves surtas ahí.
De inmediato se dio la orden y todas las familias de militares así como toda la civilidad cercana a la cual se le dio aviso, partimos en dirección del cerro “El Cristo”, cerca y de una altura considerable. A los minutos ya estábamos en la cima y se podía apreciar San Antonio y sus alrededores en una oscuridad completa salvo los incendios que iluminaban de rojo un cielo que se había nublado completamente; pude ver a cinco barcos con todas sus luces prendidas que habían zarpado del puerto y estaban alineados a unos tres mil metros de distancia de este con la proa hacia el frente a objeto de soportar el Tsunami que se aproximaba. Era un panorama sacado de una película. Más tarde llega el Coronel Videla y ordena bajar a todos los oficiales que habían llevado a sus familias...es decir, debían estar abajo en el regimiento y también “soportar” la ola.
De inmediato se dio la orden y todas las familias de militares así como toda la civilidad cercana a la cual se le dio aviso, partimos en dirección del cerro “El Cristo”, cerca y de una altura considerable. A los minutos ya estábamos en la cima y se podía apreciar San Antonio y sus alrededores en una oscuridad completa salvo los incendios que iluminaban de rojo un cielo que se había nublado completamente; pude ver a cinco barcos con todas sus luces prendidas que habían zarpado del puerto y estaban alineados a unos tres mil metros de distancia de este con la proa hacia el frente a objeto de soportar el Tsunami que se aproximaba. Era un panorama sacado de una película. Más tarde llega el Coronel Videla y ordena bajar a todos los oficiales que habían llevado a sus familias...es decir, debían estar abajo en el regimiento y también “soportar” la ola.
Me sentí un poco mal al quedarme junto a mujeres, niños, ancianos y otros civiles mientras veía como el personal militar se dirigía al peligro pero para cumplir su misión de custodiar la Escuela de Ingenieros...cuando de pronto el Sub-Director de la Escuela me dice “Manolo te acaban de nombrar Oficial de Reserva por ser ex alumno de la Escuela Militar y dado la situación de emergencia y la falta de personal, asumirás de inmediato el mando de tres ambulancias y parte a recoger heridos en el sector de San Juan y luego de Llo-Lleo esta noche, y los entregas al Hospital de San Antonio, para luego presentarte en la Escuela de Ingenieros...” Lo único que atiné fue decir “a su orden mi Comandante” y este se da vuelta y me dice “tienes el grado y atribuciones de Sub-Teniente de Ejército”.
En ese momento yo aún estaba vestido con el traje de neopreno del WindSurf...pero cumplí la primera misión esa noche. Rescatamos más de quince heridos, varios de ellos graves y logramos dejarlos en el Hospital de San Antonio ubicado en el alto del puerto, el cual estaba fracturado y se pensaba que se caería, pero no había otra alternativa en ese momento. Al terminar de dejar los heridos (todo estaba muy oscuro y las réplicas continuaban) me dirigí hacia la ambulancia pero por dentro del hospital, por unas salas y pasillos sin luz, y noto que en una habitación estaba o sentía el suelo mojado, no se oía a nadie...prendo la linterna y casi me caí del susto: estaba llena de cadáveres, unas veinte personas que habían fallecido por el terremoto y que las habían dejado en ese lugar debido a que la morgue estaba sin capacidad...nunca olvidaré la escena que vi y el estado de esas personas muertas que estaban literalmente destrozadas; como tampoco la frialdad de dos funcionarias del hospital que dijeron “hay que sacar luego a los muertos antes que se desangren completamente”. Lo que yo sentía mojado en el piso no era agua, era sangre.
Así comenzó mi servicio como Oficial de Reserva debido al terremoto; servicio que se prolongó por dos meses, trabajando en ubicar y sacar muertos de los escombros, construir un puente de emergencia que cruzaba el río Maipo, repartir comida y agua, realizar patrullas de seguridad, y dormir muy poco. Jamás olvidaré esta experiencia como tampoco la dedicación y abnegación de todos los miembros del Ejército en especial de la Escuela de Ingenieros así como Carabineros. La labor fue impecable, rápida, eficaz, un excelente manejo de crisis, de la población civil,...y por el mismo sueldo.
Sólo la satisfacción del deber cumplido.
Recuerdo que a los días de ocurrido el terremoto llegó el Presidente Augusto Pinochet, el cual recorrió a pie todas las calles de la ciudad y sus alrededores (había estado en todas partes) y luego nos reunió a todos en Tejas Verdes y solamente nos ordenó seguir trabajando. Y punto. Y nada de grandes titulares ni nombramientos, ni promesas a la civilidad...nada. Sólo nos dio la misión de regularizar lo antes posible dentro de nuestros medios los servicios para que la población civil volviera a la normalidad. Y eso hicimos.
También llegó una delegación de expertos japoneses (ordenado por mi General Pinochet) los cuales revisaron varios sectores del epicentro pero sobre todo el puerto mismo que quedó inutilizado (una de sus grúas se desplomó hacia el mar con el operador adentro que murió) y uno de sus muelles de atraque (el principal, recién terminado) quedó como una pista llena de lomos de toro para poder explicar lo que vi, y los japoneses dentro de su amabilidad dijeron “hemos visto cosas peores”. Nos dieron una excelente charla informativa (con traductores de la Embajada de Japón) y nos explicaron todo acerca de los terremotos, las precauciones a tomar, las réplicas, y los Tsunamis...y el porqué esa noche no se produjo, debido a que faltó “un poco” nada más de fuerza para que se hubiera desatado la tragedia mayor, pero aún así hubo un Tsunami de no más de treinta centímetros, que fue lo que vimos cuando el agua de mar entraba lentamente por el río Maipo y que después se habría producido la ola de unos diez metros a una velocidad de cientos de kilómetros por hora y en sucesivas andanadas. Y no se produjo.
Al ver el Tsunami del Océano Índico del 26 de diciembre de 2004, me recordó que en algunos lugares ocurrió lo mismo que acá: primero entró despacio el agua de mar...y después la ola gigantesca.
Al ver el Tsunami del Océano Índico del 26 de diciembre de 2004, me recordó que en algunos lugares ocurrió lo mismo que acá: primero entró despacio el agua de mar...y después la ola gigantesca.
Pero gracias a Dios, eso no ocurrió. Hubo que lamentar eso si la pérdida de decenas de muertos y heridos y la destrucción de cientos de casas y edificios; pero se logró recuperar los servicios básicos en pocos días y no hubo desesperación ni angustia por parte de la población civil ya que confiaban plenamente en nosotros. De a poco fuimos recobrando la energía, reparando las calles y el sistema de alcantarillado para que llegara el agua ya que el peligro eran las infecciones debido a que quedaban muchos cadáveres por recoger que estaban en los escombros y la única forma de ubicarlos para recogerlos, era por el olor a putrefacción que con los días delataban su presencia; me tocó recoger varias personas ya descompuestas, pero me impresionaron dos de ellas: una estaba en los escombros del teatro de Llo-Lleo (que se encontraba lleno al momento del terremoto y murieron ahí varias personas arrancando entre la multitud) y otra en los escombros de la casa de una población. Fue dantesco ver sus cuerpos, pero sobre todo el olor. Nunca había fumado tanto, pero el olor del tabaco bloquea oler la fetidez de la descomposición natural de los cadáveres, y el capitán del cual yo dependía (un excelente Oficial, además comando) comenzó a fumar por lo mismo y nos duraban muy poco las cajetillas que me conseguía en los barcos extranjeros.
Pero el comercio de a poco comenzó a funcionar y la vida debía continuar. Se revisaron todas las estructuras de los edificios públicos, colegios, y casas en el menor tiempo posible y no hubo ni una víctima más por efecto de las réplicas. Los nobles Zapadores del Ejército hicieron su trabajo, un trabajo de excelencia y magnífico. En menos de 24 horas ya habían construido una pasarela peatonal para cruzar hacia Santo Domingo y sus zonas aledañas (donde vive mucha gente de campo que dependía de San Antonio para subsistir) y en dos semanas ya habíamos construido un puente mecano para vehículos mayores (camiones) sobre el río Maipo. Para esta labor se construyó antes un puente de pontones para vehículos livianos, sobre el curso del agua, pero el puente "Bayley" (de origen inglés diseñado durante la II Guerra Mundial) tenía que tener un apoyo sobre el lecho del río, muy fangoso. Se pudo haber hecho un trabajo rápido pero no sustentable en el tiempo, y dado los indicativos de los expertos japoneses en cuanto a que estábamos en una zona de continuos terremotos, se introdujeron al lecho del río rieles de ferrocarril en forma vertical para que sirvieran de apoyo permanente a objeto de lanzar y apoyar ahí el puente.
Pero el comercio de a poco comenzó a funcionar y la vida debía continuar. Se revisaron todas las estructuras de los edificios públicos, colegios, y casas en el menor tiempo posible y no hubo ni una víctima más por efecto de las réplicas. Los nobles Zapadores del Ejército hicieron su trabajo, un trabajo de excelencia y magnífico. En menos de 24 horas ya habían construido una pasarela peatonal para cruzar hacia Santo Domingo y sus zonas aledañas (donde vive mucha gente de campo que dependía de San Antonio para subsistir) y en dos semanas ya habíamos construido un puente mecano para vehículos mayores (camiones) sobre el río Maipo. Para esta labor se construyó antes un puente de pontones para vehículos livianos, sobre el curso del agua, pero el puente "Bayley" (de origen inglés diseñado durante la II Guerra Mundial) tenía que tener un apoyo sobre el lecho del río, muy fangoso. Se pudo haber hecho un trabajo rápido pero no sustentable en el tiempo, y dado los indicativos de los expertos japoneses en cuanto a que estábamos en una zona de continuos terremotos, se introdujeron al lecho del río rieles de ferrocarril en forma vertical para que sirvieran de apoyo permanente a objeto de lanzar y apoyar ahí el puente.
Este trabajo duró día y noche durante las dos semanas siguientes al terremoto, golpeando los rieles con una martillo neumático hasta encontrar una base de piedras lo que ocurrió a una profundidad cercana a los trecientos metros. Luego de esto se construyó la base y se armó el puente en 24 horas. Se había restablecido el flujo vehicular entre el sur de Chile y San Antonio...y sin cintas que cortar ni puentes imaginarios que inaugurar. Sólo el deber cumplido y bien cumplido. Hasta el día de hoy están estas bases sobre el lecho del río Maipo, al lado del puente que cruza hacia el sur (reconstruido en dos años luego del terremoto, tiempo que se utilizó este magnífico puente militar auxiliar); admírenlas cuando pasen por este hermoso lugar.
Y ahí se dejaron como previsión para cuando venga el próximo terremoto destructor que sin duda volverá a botar el puente principal, y una vez más los Zapadores de la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes cumplirán su labor y ahora en menos tiempo ya que PREVIERON y dicho puente será construido en 24 horas para restablecer el tráfico de camiones que hoy en día traen la fruta del sur que se exporta por el Puerto de San Antonio...pero ¿estarán las actuales autoridades a la altura de tal misión? LO DUDO, además no le darán las gracias a los militares del ’85 que se adelantaron.
Recuerdo que el único incidente que tuvimos nada tuvo que ver con nuestra administración de la catástrofe, sino fue una campaña de “solidaridad” montada por los medios adversos al Gobierno Militar, dirigidos por Mario Kreuztberger (Don Francisco) quien hizo una especie de Teletón para recolectar comida y otros víveres “para los habitantes de San Antonio que están con hambre...”
La verdad es que nadie estaba con hambre y a nadie le faltaba nada que no pudiéramos ayudar...pero comenzaron a llegar decenas de camiones (uno de estos estuvo a punto de atropellar y matar a mi capitán, ya que no se detuvo para la inspección que les hicimos en la carretera; casi le disparamos para que parara su marcha mientras mi capitán se había lanzado a una zanja para esquivar el impacto) con comida y otros medios y tuvimos que apilarlos en la Escuela de Ingenieros. Y no teníamos los camiones suficientes para hacer esta entrega no solicitada ya que en la Planificación posterior al terremoto se determinó que no se requería de ayuda alimentaria ni vestuaria por lo que no se programó una entrega para un catastro específico de sectores de la población por cuanto no habían sido afectados por el hambre ni menos por vestuario (estábamos aún en verano).
Pero comenzó el rumor mal intencionado de lo políticos mugrientos “que los milicos y los pacos” se están quedando con lo que “nos envió Don Francisco”; rápidamente se asumió que se transformaría en una situación política de adrede por lo que cada uno de nosotros fue a requisar (sólo para el objetivo luego se devolvieron) un camión civil para repartir estos elementos indeseables para una población que no los requería..pero había que entregarlo. Con mi uniforme de combate, pistola al cinto y acompañado de dos sargentos, me dirigí al Mercado Central de San Antonio y comencé a preguntar a cada uno de los presentes quién tenía camión desocupado para esta distribución y que se les entregaría el combustible utilizado (no teníamos dinero); logré ubicar tres de ellos y nos fuimos a la Escuela de Ingenieros.
Los llenamos de alimentos y partimos a las poblaciones para hacer la entrega, así de simple, cuando de pronto al interior de éstas escuchó los gritos de un soldado que tenía en el camión arriba de la mercadería que gritaba “mi teniente, mi teniente!” y veo hacia atrás una turba de unas quinientas personas (lumpen incluido) que quería asaltar los camiones; le ordené al conductor detenerse, sacar los fusiles SIG y pasar bala, mientras se subían arriba de la mercadería y yo me bajé a dialogar con la “gente”. Ante la situación les dije que les entregaría la mercadería al lado del Estadio en un sitio grande y que se organizaran con las Juntas de Vecinos he hicieran filas para entregarles en paquetes de a poco y a todos. Quedamos de acuerdo con los dirigentes vecinales y salí de la población y nos estacionamos a varias cuadras en una zona segura.
A la hora veo que hay por lo menos unas cinco mil personas reunidas y bien ordenadas para recibir esta “ayuda” inútil y manipuladora de los políticos; pero siempre se debe encarar la situación, improvisar y lograr el objetivo. Avisé por radio a la Escuela de Ingenieros y se hicieron presente más personal y todos los camiones posibles con esta “ayuda”. Se repartió todo lo que había en unas siete horas, y cuando se fue terminando, recuerdo a un excelente sargento que me dice “mi teniente, hay gran cantidad de huevones que se están repitiendo el plato y vienen por más pero ya tienen, se nos está acabando la entrega y veo grupos que están juntándose para atacar los camiones al final”. Veo la situación y estaba en lo correcto; ordené subirse a los camiones vacíos e irse del lugar, cuando comienza una lluvia de piedras y disparos que pegaban en el camión; ya se estaba oscureciendo y no se podía vislumbrar las siluetas de los agitadores extremistas, pero igual se disparó al aire mientras lanzaba una bomba lacrimógena a una turba de delincuentes, no antes de recibir una pedrada en el pecho que me dejó sin respirar, y dos disparos que pegaron en la puerta del camión.
Pero salimos de ahí y cumplimos; no lograron los políticos acusarnos de nada y fuimos eficientes y duros al actuar con el lumpen; y la población civil quedó agradecida. Lo vi en las calles todos los días de mi servicio como Oficial de Reserva para esa catástrofe...y si había un problema, recurrían tranquilamente a nosotros y prontamente solucionábamos el obstáculo.
Y cumplimos.
Vean ustedes lo que ha ocurrido con los gobiernos de la concertación cada vez que han tenido una catástrofe desde 1991: ROBOS, PILLAJE, SINVERGÚENZURAS, INEPTITUDES, MENTIRAS, ETC. Y se debe a que desde el terremoto de Valparaíso en 1906 se dictó una ley que en caso de ocurrir una, el mando de la zona afectada quedaba bajo administración militar...pero cuando llegó el maldito de Aylwin y compañía, rápidamente cambiaron la ley y ahora son las “autoridades civiles” quienes administran estas zonas de catástrofe. Los resultados hablan por sí solos.
¿Y saben lo que más indigna? Que este pueblo mal agradecido seguirá votando por ellos.
Nos vemos.