octubre 17, 2005


Hindemburg y Ludendorff dos excepcionales generales alemanes planificando la batalla en la cual tendrán que enfrentar a dos Ejércitos rusos que se aproximan a Prusia Oriental a mediados de 1914 a comienzos de la I Guerra Mundial.

Luego vendría la formidable batalla de Tannenberg o Lagos Masurianos en que estos dos grandes generales mostraron toda su capacidad militar de guerra al derrotar a fuerzas superiores con audaces maniobras.

Hindemburg se encontraba en retiro cuando lo fueron a buscar a su hogar para hacerse cargo de la dirección del Ejército Alemán del Este que debía detener a los Ejércitos rusos que iban a invadir Alemania, mientras esta avanzaba en el frente oeste en dirección a París.

¿Resultado? Una aplastante victoria para Alemania. ¿Qué se evitó? Que Rusia derrotara al Ejército del Este e invadiera Berlín la capital alemana lo que habría dejado al país a un paso de la desintegración total ya que tendría al Ejército del Oeste con un poderoso enemigo a sus espaldas. Así como la moral de Alemania se habría venido al suelo.

A mediados de 1977 Pinochet asciende al grado de General a mi padre y le ordena disolver la DINA para crear la Central Nacional de Informaciones o CNI. Este organismo ya no dependería de la Junta Militar de Gobierno sino del Ministerio del Interior y tendría objetivos más específicos en el campo de la información. Mi padre fue su primer Director.

La DINA había cumplido con el objetivo ordenado por el General Pinochet 4 años antes: había pacificado Chile.

¿Y cómo lo logró?

Con aciertos y errores; con valor, determinación y motivación. Pero sobre todo como una fuerza militar enfrentando una guerra subversiva basándose siempre en las enseñanzas que todo militar sabe y que provienen de Von Clausewitz, que en general son las siguientes:

ASPECTO POLÍTICO DE LA GUERRA

La guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas con otros medios.

La guerra no es sino la continuación de las transacciones políticas, llevando consigo la mezcla de otros medios. Se dice la mezcla de otros medios, para indicar que este comercio político no termina por la intervención de la guerra.

LOS TRES ASPECTOS DE LA GUERRA

La guerra con relación a sus tendencias dominantes constituye una triple conjunción de factores, compuesta del poder primordial de sus elementos, del odio y la enemistad que pueden mirarse como un ciego impulso de la naturaleza; de la influencia de la probabilidad y del azar, que la convierten en una libre actividad; y de la subordinada naturaleza de un instrumento político, por la que recae puramente en el campo del raciocinio.

El primero de estos aspectos es más bien propio de los países; el segundo de los generales y sus Ejércitos; y el tercero, de los gobiernos.

Estas tres tendencias tienen su raíz en la íntima naturaleza de las cosas, y son, además, de variable magnitud. La teoría que descuidara de una de ellas, o que las quisiera ligar por arbitrarias relaciones, se pondría instantáneamente en tal oposición con la realidad, que tal causa bastaría para anularla.

El problema consiste en mantener la teoría gravitando entre estas tres tendencias como entre tres polos de atracción.

DESTRUCCIÓN DEL ENEMIGO

Al hablar de destrucción de fuerzas enemigas se debe observar que nada obliga a limitar este concepto simplemente a las fuerzas físicas, sino que, por el contrario, deben comprenderse en ellas, necesariamente, las morales, pues que ambas se penetran hasta en sus más pequeñas partes, y por tanto, son en absoluto inseparables.

Las Fuerzas Militares deben ser anuladas, esto es puestas en tal estado que no puedan continuar la lucha. Se hace notar aquí que con la expresión "aniquilamiento de los medios de combate enemigos" se refiere a la idea expuesta.

LA VICTORIA

La victoria - finalidad del combate - es entonces consecuencia de la capitulación moral del enemigo y será el resultado de:

1° El incremento de la pérdida física del adversario. (mediante el combate)

2° El incremento de la pérdida moral. (como resultado del combate)

3° La confesión pública de estas desventajas, manifestado por el abandono del primitivo proyecto. (la capitulación o derrota)

LA INCERTIDUMBRE

La incertidumbre es la dificultad de ver claramente, constituye una de las más potentes fricciones en la guerra y hace que las cosas aparezcan con visos distintos a lo que se ha imaginado.

Generalmente se inclina más a creer lo malo que lo bueno, a exagerarlo sin visible causa.

El azar hace que en la guerra aparezcan sin cesar las cosas de manera distinta a como se las esperaba.

LA FRICCIÓN

La máquina militar, el ejército y cuanto a el pertenezcan es en el fondo bien sencillo, y parece, por lo tanto, fácil de manejar. Mas reflexionando se ve que ninguna de sus partes está compuesta de una sola pieza; que todas están compuestas de individuos, cada uno de los cuales conserva en todas partes su propia fricción.

OBJETIVO POLÍTICO DE LA GUERRA

Tan pronto como el despliegue de fuerzas que exija, sea tan grande que no se encuentre equilibrado con la importancia del fin político, debe abandonarse éste y seguir la paz.

El mismo fin político como motivo originario de la guerra dará la medida así para el resultado que pretende alcanzarse por medio del acto guerrero, como para los esfuerzos que deben realizarse.

Pero el Objetivo Político debe adaptarse a la naturaleza de los medios, y por ello puede ser alterado con frecuencia, más siempre debe atenderse a el preferentemente.

Ya que los primeros propósitos políticos varían mucho en el curso de la guerra y al final pueden ser completamente distintos, justamente por que están determinados por los resultados y por la probabilidad de los acontecimientos.

Cierto que en muchos casos pudieran ser éstas (las fuerzas morales y las pasiones de los combatientes) exaltadas en forma tal que sólo con trabajo pudiera apartárselas del camino político.

De aquí se desprende cuán desacertado se estaría en considerar la guerra como la ejecución de un acto meramente racional de los gobiernos, y cada vez más desprovisto de todo apasionamiento, tal que finalmente no serían necesarias las fuerzas físicas, sino sólo sus relaciones: una especie de álgebra de la acción.

LA DEFENSA

¿Cuál es la idea fundamental de la defensa? Es la de parar un golpe. ¿Por qué señal se distingue? Se distingue porque en ella se espera el golpe que se debe parar.

Una guerra en la cual las victorias solamente sirven para parar los golpes y donde no hay ninguna intención de devolverlos, sería tan absurda como una batalla en la cual la defensa más absoluta (la pasividad) prevaleciese en todas las partes y de todas maneras.

Pero para que el que se defiende haga también la guerra, debe asestar golpes, es decir dedicarse a la ofensiva. Así la guerra defensiva comprende actos ofensivos que forman parte de una defensiva de un orden más o menos elevado.

CONTRAATAQUE

Un rápido y vigoroso cambio hacia la ofensiva - el relámpago de la espada vengadora - es lo que constituye los más brillantes episodios de la defensa.

La defensa no es más que una forma ventajosa de guerra, por medio de la cual se desea procurar la victoria para poder, con ayuda de la preponderancia adquirida, pasar al ataque, es decir a un objeto positivo.

El acto de ofensiva consiste siempre en la guerra, y sobre todo en la estrategia, en una alternativa y una combinación continua del ataque y la defensa.

En el denominado punto culminante, un rápido y vigoroso cambio hacia la ofensiva es lo que constituye los más brillantes episodios de la defensa.

CUANDO PARAR EN LA VICTORIA

Según esto, la preponderancia que se posee o adquiere en la guerra es un medio, no el fin, y debe ser sacrificada a este último. Pero es preciso conocer el punto que sirve de límite para no rebasarlo y recoger, en lugar de ventajas nuevas, la vergüenza de un fracaso.

TÁCTICA Y ESTRATEGIA

Se deduce la existencia de dos acciones completamente distintas: la disposición y conducción de estos combates y el combinarlos entre si para el fin de la guerra. La primera constituye la Táctica, a la segunda se le llama Estrategia.

Para llevar a feliz término toda una guerra o cada una de sus actos más importantes, que se denominan campañas, precisa un profundo criterio en altas razones de Estado. Dirección de la guerra y política obran de consenso, y el general en jefe se hace también estadista.

Es cierto que la cuestión política no penetra profundamente en los detalles de la guerra; no se colocan los centinelas, no se conducen las patrullas según las consideraciones políticas. Pero la influencia del elemento político es tanto mayor, cuando se hace el plan de toda la guerra, de la campaña y a menudo también de una batalla.

Cuanto más importante y de mayor entidad sean los motivos de la guerra, cuanto más afectan a los intereses vitales de los países, con mayor empeño se tratará de derribar al adversario, entonces tienden a confundirse objetivo guerrero y fin político y la guerra aparece menos política y más puramente guerrera.

CENTRO DE GRAVEDAD

Es necesario no perder de vista jamás las relaciones predominantes de los Estados beligerantes. Los intereses que con ellos se relacionan formarán un centro de potencia y movimiento que arrastra todo lo demás. Es contra este centro de gravedad contra el que debe ser dirigido el choque colectivo de todas las fuerzas.

No obstante, hay que distinguir tres cosas, que como objetos generales comprenden todo lo restante y que son: las fuerzas militares, el país y la voluntad del enemigo.

Las fuerzas militares enemigas deben ser anuladas, esto es puestas en tal estado que no puedan continuar la lucha. El país debe ser conquistado, pues con el se podría formar nuevos elementos de combate.

Conseguidos estos dos extremos, la guerra, esto es la tensión hostil y la acción de medios hostiles, no puede creerse hayan cesado mientras la voluntad del enemigo no sea violentada, es decir, sometidos su Gobierno y aliados a firmar la paz o subyugado el país.

Así, cuando se trata de un proyecto de guerra, el primer punto de vista tiene por objeto investigar los centros de potencia del enemigo y reducirlos en lo posible a uno solo.

PRINCIPIO DE LOS PLANES

Consiste en reducir la potencia enemiga a un número lo más reducido posible, a uno si se puede, y, en todos los casos reducir a un mínimo el número de choques contra esos centros, y si es posible a uno solo.

Los factores morales constituyen la cuestión más importante en la guerra, porque los efectos de las fuerzas físicas están completamente fundidos con los efectos de las fuerzas morales, y no pueden separarse.

Ahora, en el combate, toda la actividad, pues tal supone su concepto, se encamina al aniquilamiento del contrario, o mejor dicho, de su capacidad de combatir; la destrucción de las fuerzas en combate es, pues, siempre el medio para conseguir este fin del combate.

CONDUCCIÓN DE LOS COMBATES

Se incurriría en gran equivocación si se pretendiera sacar la consecuencia de que la embestida ciega llevará siempre la victoria sobre la habilidad. La torpe acometida contribuiría a la destrucción de las fuerzas propias y no de las contrarias; no se puede en modo alguno referirse a ella.

Es claro que un adversario vivo, valiente y resuelto, no dejará el tiempo para ejecutar combinaciones acertadas de efecto lejano; y sin embargo, sería precisamente contra un tal adversario cuando se tendría mayor necesidad de ser sostenidos por la capacidad de la inteligencia de los generales. Esto parece probar suficientemente la superioridad de los resultados sencillos y directos sobre aquellos que dependen de combinaciones complicadas.

No se cree que el choque simple sea el mejor, sino que la ventaja de las combinaciones debe restringirse según la seguridad que presenten.


Esta teoría militar tiene más de 150 años pero representa una realidad del conocimiento de la naturaleza humana en cuanto a la guerra que no ha cambiado; sólo de nombre.

La DINA llevó estos conceptos de la guerra contra su enemigo donde quiera que fuese encontrado, para destruirlo y agotar su capacidad de lucha. Y en 1977 esto se había logrado.

Pero además, se había evitado una guerra de guerrillas generalizada, asesinatos y secuestros, colocación de explosivos, etc. Se evitó en general que la población civil se viese afectada e involucrada por esta guerra “bajo la mesa” contra el MIR, el Partido Socialista y el Comunista.

Se obtuvo una buena red de contactos con todos los gobiernos anticomunistas del mundo y gracias a ello Chile obtuvo el material bélico para hacer frente a la guerra que se avecinaba con Perú y los cubanos. Se pudo haber llegado a un arreglo final y feliz con Bolivia de no haber sido por los ineptos de nuestra Cancillería; y se logró también los canales paralelos de comunicación con militares peruanos y argentinos, justamente para evitar conflictos futuros.

Y fueron estos contactos los que evitaron la guerra con Argentina en 1978.

Se mantuvo a Chile en paz esos cuatro años, mientras se llevaba adelante la mayor modernización de la economía de un país que no se había visto otro igual en el mundo. Así como los estudiosos del Derecho preparaban la nueva Carta Magna con la que la Junta pretendía que Chile jamás volviera al desmesurado poder de los políticos y sus robos en desmedro del pueblo. Al menos eso quisieron.

Esa paz se materializó en 1977 y esa fue la victoria de la DINA. Pero no fue fácil. Se hicieron de más enemigos que los esperados y lo peor que eran de las propias fuerzas.

El primero de ellos sería el General Gustavo Leigh quien pretendió “dirigir” a la DINA y la primera gran discusión que tuvo con Pinochet fue por esto. Pinochet simplemente le dijo “Yo mando la DINA”. El Almirante Merino no se involucraba, salvo que en una oportunidad le dijo a mi padre “no se meta en los puertos”, y ante la insistencia de mi padre, Merino le contestó “toda la Armada es DINA para la inteligencia que requiera en los puertos”.

Pero Leigh no se quedó tranquilo y formó el “Comando Conjunto” que fue una especie de servicio de inteligencia integrado por aviadores, militares y algunos marinos, pero en su mayoría civiles provenientes del grupo ultraderechista “Patria y Libertad”, quienes intervinieron en mala forma en las acciones de la DINA durante un año, al punto que mataron a un agente de esta. Ahí se agotó la paciencia a mi padre e intervino Pinochet quien amenazó a Leigh.
Este no quiso perder su puesto y el denominado “Comando Conjunto” (que había cometido una gran cantidad de brutalidades, ya que mayormente lo integraban civiles sin experiencia ni disciplina) pasó a segunda línea muy tranquilo para luego desaparecer.

En el ámbito económico la DINA había investigado cómo se repartían las industrias del Estado en su privatización en pocas manos, lo que les valió poderosos enemigos en algunos empresarios.

En el ámbito político se ganó otro enemigo: Jaime Guzmán. No por el hecho de cómo hoy día lo presentan sus seguidores sino por que los analistas de política de DINA habían advertido que un Gobierno Militar como el nuestro no debía fijarse plazos de entrega del gobierno sino hasta que todos los que habían participado en uno u otro bando estuvieran completamente retirados del ámbito público, es decir casi muriéndose de viejos (como en la España de Franco que solo entregó el Poder cuando falleció, además que jamás dejó de lado ni abandonó a quienes combatieron con él en la Guerra Civil de 1936-1939) sino se revivirían los odios.

Y en la nueva Constitución se preveía un plebiscito para 1988, el cual si se perdía se entregaba el gobierno. Y era peligrosísimo por cuanto la mayoría de los exiliados estaban “afilando sus dientes” en sus exilios dorados de Europa y con toda la ayuda económica y publicitaria que esos gobiernos mal informados tenían sobre la realidad chilena antes de 1973.

Pero Pinochet estaba cada vez más político que militar y se dejó influenciar por el ambicioso de Guzmán (el cual visitó varias veces a mi padre en sus oficinas de DINA y en una oportunidad llegó a nuestra casa una noche en que yo le abrí la puerta) quien lo convenció que debía “limpiarse de la imagen de dictador” y ser un Presidente elegido.
Bonita figura pero imposible de llevar a cabo en una situación como se forjó el Gobierno Militar el 11 de Septiembre de 1973, siendo iluso creer que el mundo aceptaría como "democrático" a un gobierno que se vio obligado a tomarlo por las armas; más aún con la infame campaña publicitaria extranjera que no perdonaría que Chile no hubiese sido otra Cuba.
Era solo una maniobra para el propio bien de Guzmán y sus seguidores hacia el parlamento que deseaban, y pronto.

Y Pinochet decidió mal: eliminó a la DINA y alejó a mi padre en la CNI dependiendo del Ministro del Interior. Lo único que hizo fue enviar una nota de agradecimiento a todos los hombres y mujeres que combatieron en este organismo; este documento aún lo tiene mi padre y yo lo leí.

Mi padre sólo tuvo una aliada entre los políticos y ministros civiles de ese año: Mónica Madariaga; y hasta el día de hoy.

Luego vendría el peor error de Pinochet: sacó a mi padre de CNI y lo envió al Comando de Ingenieros para que se hiciera cargo de la Carretera Austral en plena construcción y nombró a un general en retiro a cargo de CNI, Odlanier Mena (Reinaldo al revés).
Este ex oficial era enemigo de mi padre desde que eran alumnos en la Escuela Militar y fue uno de los disidentes en el nombramiento de mi padre en 1973, para después Pinochet darlo de baja por lo mismo, pero ahora lo colocaría en un puesto clave que casi le costó su gobierno, el retorno del terrorismo y la causa última por la cual hoy están presos todos los militares.

Durante el tiempo que estuvo en CNI lo único que hizo fue ocupar todos los medios a su alcance para primero destituir a los miembros con excelente experiencia en el combate y análisis contra el terrorismo que venían de DINA y entregar la lista completa con los nombres de todos los funcionarios de ésta a la Vicaría de la Solidaridad (organismo de los curas marxistas) y poniendo en su lugar a civiles fanáticos, mal entrenados y sin experiencia en el tema (en el próximo capítulo verán cuáles fueron sus acciones) y en segundo lugar volcó su odio en inculpar a mi padre y sus hombres de DINA en cuanto crimen se les acusaba, como el de Letelier en que Mena tuvo una activa participación para encarcelar a mi padre y otros, además de poner en riesgo la viabilidad del gobierno esos años; el crimen de Prats, etc.
Pero a pesar de estar mi padre en una repartición tan alejada de los aconteceres políticos y de inteligencia, a finales de 1977 el General Pinochet lo envió a Argentina a hablar con su amigo el General Videla Presidente de la Junta de Gobierno de ese país con el objeto de tener conversaciones, reafirmar las confianzas y evitar la guerra que allá deseaba el Almirante Massera y algunos desquisiados nacionalistas que siempre han detestado a Chile.
Y gracias a ese viaje en que mi padre cumplió con el objetivo, ya que Videla lo estimaba como amigo (para el matrimonio de una de mis hermanas envió uno de los regalos más hermosos), vino el primer encuentro de los Presidentes en las ciudades de Mendoza y Puerto Montt.
El General Pinochet siempre contaba con mi padre y su trabajo que realizó en DINA en caso de peligro que él no podía solucionar.

Pero luego vendría la mayor deslealtad de Pinochet a mi padre y la lealtad permanente de este hacia aquel.
Para aquellos que no les cause agrado los escritos que vienen, les recuerdo que mi obligación moral es con la historia de Chile que yo viví.
"Cuando el peligro amenaza, las personas se acuerdan de Dios y recurren al soldado; cuando el peligro ha pasado Dios es olvidado y el soldado despreciado".
Nos vemos.