octubre 27, 2005



“READY FOR ANYTHING” es el lema de los Paracaidistas británicos cuya imagen se ve en la fotografía izando la “Union Jack” en una granja de Darwin en las Islas Falklands, al vencer a tropas argentinas en la batalla de Goose Green en mayo de 1982.

Abajo se ve a soldados argentinos que murieron en este combate. Es trágico pero es la realidad de la guerra. Jóvenes que no sabían a lo que iban y sin motivación alguna. Sólo cumpliendo las ordenes de un Alto Mando de su ejército involucrado en el gobierno de Argentina, el cual estaba en sus peores momentos por cuanto a diferencia de Chile, ellos no sabían qué hacer con el mando de su Nación.

Y no se les ocurrió mejor idea que llevar adelante la “Operación Rosario” en abril de ese año de 1982. Esta tenía por objeto la ocupación de las Islas Malvinas y luego las islas del canal de Beagle lo que implicaría una guerra con Chile. Pero no les importó. Tenían que desviar la atención de su pueblo con guerras nacionalistas que sólo la pueden ejecutar mentes torcidas.

Los argentinos jamás creyeron que Inglaterra reaccionaría, pero menospreciaron a su enemigo lo que jamás debe hacer un buen Comandante. Y Gran Bretaña tenía a uno que era mujer: Margaret Thatcher. Ella envió una Flota Expedicionaria al Atlántico Sur compuesta de varios navíos de guerra y transporte de tropas llevando lo más selecto de su ejército.

Cuando comenzaron las operaciones a principios de mayo, Argentina o mejor dicho los ocupantes de la Casa Rosada (al pueblo argentino se les ocultó la realidad) comprendieron que debían hacer frente a una guerra de verdad. Y vino el desembarco de las tropas inglesas en Bahía San Carlos al norte de las Falklands. Los argentinos emprendieron un duro ataque aéreo a la Flota Británica cuyos buques recibieron todos al menos una bomba en sus cubiertas, pero el personal de tierra argentino fue bastante deficiente ya que armaron mal las espoletas y las bombas no detonaron. Las que sí lo hicieron hundieron tres buques. Pero no lograron detener el desembarco inglés.

Al día siguiente las tropas inglesas debían asegurar la cabeza de playa y para ello debían eliminar a la guarnición argentina que se encontraba a poca distancia, en la península de Darwin. Una Unidad del SAS había realizado un reconocimiento por fuego la noche anterior y estimó, erróneamente, que las fuerzas enemigas eran no más de 500 hombres.
Por este motivo el mando británico dispuso el envío de un solo Batallón de Paracaidistas a cumplir la misión; estaban el 2º y el 3º. Los comandantes de éstos lanzaron una moneda al aire para ver quien iría: ganó el 2º.

El día 28 de mayo en la noche comenzó el avance del 2º Batallón de “Paras” hacia el despoblado de “Goose Green” donde se encontraba apostado para la defensa un Regimiento completo argentino (el 25). Los fuegos y combates fueron intensos toda la noche y parte de la mañana y el comandante inglés no entendía por qué su Batallón no avanzaba como correspondía a lo planificado. Fue personalmente a la primera línea del frente y se lanzó en un asalto frontal contra las posiciones argentinas; murió en pleno combate. Herbert Jones tenía 42 años de edad.
Cuando cayó muerto se produjo un repentino alto en el ataque del Batallón, para luego acarrear la furia de todos los paracaidistas que se lanzaron con todo contra los argentinos, lo que hizo caer todas sus posiciones defensivas en un combate cuerpo a cuerpo, incluso a bayoneta por los ingleses, rindiéndose las fuerzas argentinas horas más tarde.

Grande fue la sorpresa para los paracaidistas al ver a 1.500 enemigos levantar sus brazos y soltar sus armas en señal de capitulación. Y ellos eran sólo 450 hombres. Cumplieron a cabalidad su objetivo en una batalla violenta que no se ha vuelto a ver en las últimas guerras, pero aseguraron que la retaguardia de sus fuerzas en desembarco estuviera a salvo.

Las bajas argentinas fueron 256 entre muertos y heridos; los británicos tuvieron 17 muertos (entre ellos su Comandante) y 40 heridos. El Teniente Coronel Herbert Jones fue condecorado póstumamente con la “Cruz Victoria” al valor; la más alta condecoración Británica. Y Gran Bretaña tiene la tradición de no conceder en demasía medallas o condecoraciones (como los norteamericanos) por cuanto considera que el trabajo del soldado consiste en vencer a su enemigo y mostrar valor en el combate. Sólo se consideran aquellos actos de guerra que van más allá del servicio y del deber; es decir verdaderos actos de heroísmo.

Las fuerzas terrestres inglesas continuaron una marcha a pie de más de 100 kilómetros con 30 kilogramos a sus espaldas para llegar a las afueras de Port Stanley, la capital ocupada de las Falklands. Ahí se encontraron con una férrea y fuerte defensa argentina en cuatro montes preparados para la defensa. En la noche entre el 13 al 14 de junio atacaron los Batallones de la Infantería de Marina inglesa compuesta por los Commando 40, 43 y 45 más los Gurkas y los Batallones de Paracaidistas 2º (nuevamente al combate) y 3º del Ejército Británico.
Se debe considerar que las FFAA Británicas a esa fecha eran las Fuerzas de ataque nocturno de la OTAN (Tratado del Atlántico Norte) por lo que estaban muy bien entrenados para el combate con esta dificultad, además de ser todos profesionales y no conscriptos como los argentinos y con una gran motivación que era liberar sus islas con habitantes británicos.

Esta batalla duró toda la noche y parte de la mañana, hasta que todas las posiciones defensivas argentinas fueron derrotadas, rendidas o puestas en desbande. Aquí hubo las mayores bajas por ambos lados. Le siguió la capitulación de las Fuerzas de ocupación argentinas con la firma del general Mario Benjamín Menéndez.
Este general era un déspota militar y petulante soldado quien estuvo al mando de la Unidades argentinas apostadas en Mendoza para 1978, cuya misión era invadir la zona central de Chile.
Este prepotente y cobarde antichileno les repetía a sus tropas antes del avance: “Cruzaremos la frontera, en 6 horas estaremos en Santiago, mearemos en La Moneda y luego nos iremos a Viña del Mar a cule... a una chilena”.

Gran regocijo hubo entre muchos de nosotros al ver a este poca cosa ser el único general argentino que se rinde en una guerra en el siglo XX. Y el documento de rendición se encuentra en el Museo de Guerra Británico.

Los ingleses liberaron a Port Stanley y devolvieron a los soldados argentinos a su país. Ahí cayó el gobierno militar y las FFAA argentinas quedaron con un gran desprestigio entre su pueblo hasta el día de hoy. Solamente los aviadores salvaron el poco honor que les quedó de esa guerra sin sentido.

Recuerdo muy bien esta guerra, ya que la vi a diario por la prensa. En esa fecha yo tenía 19 años y estaba en primer año de Derecho en la Universidad Gabriela Mistral y a los días de comenzada esta, fui convocado a la Reserva ya que se suponía que si los ingleses no recuperaban las islas, vendría una guerra. Fuimos miles los silenciosamente llamados para el solo objeto de encuadrarnos en las Unidades con las cuales debíamos ir al combate. Luego...esperar los acontecimientos.

Se ha dicho que Chile cooperó con los ingleses. Y es cierto. Es lo menos que se pudo haber hecho, y no por Gran Bretaña sino por Chile. Argentina invadiría nuestro país si le iba bien en las Malvinas. Por eso la Operación se llamó “Rosario” ya que como estos argentinos son muy católicos y rezan el rosario día a día, este se reza por “cada cuenta”, y es el sentido figurado de “isla por isla”.

Pero no les resultó. Tuvieron más de mil muertos y tres mil heridos. Pero la herida más grande fue el orgullo nacional jamás recuperado a parte de bravatas futbolísticas. Y el hecho que once mil argentinos se rindieran a seis mil ingleses fue aún más decepcionante.

Recuerdo que en Iquique en la Base de nuestra Fuerza Aérea llegaron numerosos aviones Hércules, cuando Chile sólo contaba con dos. Estos venían de Australia y Nueva Zelanda hasta Isla de Pascua, donde eran pintados con los colores nacionales y su enumeración (que fue lo que llamó la atención a los observadores) y se subían tripulaciones de pilotos chilenos para volar hasta Iquique. Nunca he sabido qué contenían sus cargas y cuál fue su destino.

Así como por la prensa apareció una noticia del incendio de un helicóptero inglés en las cercanías de Punta Arenas. ¿Qué hacía ahí? Nadie respondió claramente salvo ver a dos ingleses entrando días después a la Embajada en Santiago y diciéndose que este helicóptero no había podido posarse en una barco de carga mercante mientras cruzaba por el Estrecho de Magallanes y que se habían vistos obligados a incendiarlo.
Pero estas respuestas dieron más interrogantes y especulaciones, como que eran hombres del SAS que se habían infiltrado a territorio argentino para sabotear las Bases aéreas de Río Gallego y Comodoro Rivadavia, y que a su extracción no les fue posible posarse en dicho barco. De ser así ¿dónde estaban estos hombres ya que solamente el piloto y el copiloto fueron ingresados a la Embajada? El rumor cundió y el efecto deseado también.

Argentina movilizó grandes fuerzas militares a lo largo de toda nuestra frontera, debilitando la defensa de las Falklands y cayendo en un estado de pánico colectivo. Fue una excelente maniobra de inteligencia de dos fases o dos objetivos a cumplir en forma simultánea. Y se cumplieron.

Terminada la guerra, Chile quedó tranquilo frente a las pretensiones belicosas argentinas y nuestras FFAA con un gran conocimiento de las fortalezas y debilidades de los argentinos, así como las nuestras ya que se enviaron oficiales a Inglaterra a adiestrarse con el Ejército Inglés en le preparación física de los soldados (hasta esa fecha era deficiente) y algunas técnicas de instrucción del combate nocturno. Así como también quedaron las “boinas” y sus “suéteres”.

Estamos en la década los ’80. Chile estaba en relativa paz y en avance económico; lento pero seguro. Mi padre estando ahora de civil emprendió un negocio innovador para esos años: la seguridad. Creó la primera empresa de Seguridad civil en Chile y se llamó “Alfa-Omega” la cual tuvo por objeto realizar estudios de seguridad para las empresas (inexistentes a la fecha), la formación de vigilantes privados y la implementación de equipos técnicos para los servicios a prestar.
Tuvo su domicilio en la calle Santa Lucía Nº 270 de Santiago, en un edificio de siete pisos; en sus mejores momentos los abarcó casi todos y le dio trabajo a cientos de personas, sobre todo a militares en retiro. Duró hasta 1990.

En lo político el General Pinochet inauguraba la Constitución de 1980 con todos sus nefastos plazos pero con las mejores intenciones por parte de don Augusto. El 11 de marzo de 1981 comenzó a regir la Constitución y me tocó formar con la Escuela Militar (como Sub-Alférez) en esa oportunidad la cual se utilizó pantalón blanco para la formación, igual que una Parada Militar.
Fue una de las formaciones más extenuantes que tuvimos, ya que además de llevar cada uno cien municiones para nuestros fieles y queridos fusiles “Máuser” tuvimos que caminar todo el día con el uniforme de gala con penacho.
Nos bajamos en la estación Mapocho (pasando bala y poniendo seguro) y de ahí caminamos hasta la Catedral donde le rendimos honores a mi General Pinochet. Luego nos dirigimos a La Moneda para nuevamente rendirle honores. De ahí nos fuimos marchando en dirección de la Escuela antigua (Escuela de Sub-Oficiales a esa fecha hoy Museo Militar) donde almorzamos algo liviano. Luego dirigirnos de nuevo al centro de Santiago para presentarnos en desfile a nuestro General Pinochet (Presidente de Chile y Comandante en Jefe del Ejército) y la Junta de Gobierno frente a la ya extinta Llama de la Libertad en la Alameda. Caminamos hasta el cerro de Santa Lucía donde nos esperaban los buses; fue un gran alivio poder sentarse luego de seis horas. Nos dirigimos hacia la Escuela pero bajándonos unas cuadras antes para entrar desfilando nuevamente.
Terminamos a las 20:00 horas pero con la satisfacción del deber cumplido en una fecha tan histórica que no volverá a repetirse dado el acontecimiento y sus personajes netamente históricos que son invaluables.

Esa formación fue un pequeño y gran orgullo en lo personal cuando lo dimensioné en el tiempo años más tarde. Así como en 1979 me tocó ver el cambio de los restos del Padre de la Patria don Bernardo O’Higgins en la Escuela Militar de una urna a otra especialmente hecha para estos efectos. Nuestro Director sacó con sus manos lo que quedaba de nuestro Libertador y lo puso en una pequeña caja de madera, muy simple y sobria. En su interior se había colocado una mortaja franciscana debidamente confeccionada ya que el General O’Higgins así lo dispuso en su testamento. Se cerró esta urna y se le colocó nuestra bandera. Toda la Escuela estaba en un silencio emocional ante lo que estábamos mirando con nuestros uniformes de salida, de pie y firmes en el Auditorio. No volaba ni una mosca.

Luego nos fuimos a nuestras compañías y se nos hizo sacar a cada uno un papel con un número; tuve la suerte que me tocara ser uno de los elegidos, cuya misión era hacerle guardia de honor por una hora (eran 24 horas seguidas que se turnó la Escuela completa) al General Bernardo O’Higgins en el salón principal de entrada de la Escuela Militar. Ni más ni menos. Mi turno era con cuatro camaradas más de impecable uniforme de gala con penacho y fusil armado con bayoneta a las ordenes de un oficial.

Nos tocó a las 19:00 horas y con público que iba a ver la urna. En un momento quedamos solos y de reojo aprovechamos de mirar por sobre nuestros hombros a “quien les estábamos haciendo esta guardia de honor”; en una pequeña urna de madera cubierta por la bandera nacional estaban los restos mortales de Bernardo O'Higgins Riquelme. Ha sido lo más emocionante que viví siendo alumno de mi querida Escuela Militar.

Ese año de 1981 comenzaron también los atentados en contra de nuestra casa y de nuestro padre. Una noche de domingo mientras me preparaba para recogerme a la Escuela, una de mis hermanas que se encontraba alojando con sus niños en la parte de atrás de la casa (con un gran jardín el cual terminaba en una muralla con alambres de púa, que daba al canal San Ramón por esa época vacío) aparece por mi pieza y me dice “Manuel oí que llamaban al Kazan (era mi segundo pastor alemán con ese nombre luego que en 1978 me mataran al primero como lo relaté en la edición anterior) y atrás no debiera haber nadie” con voz de susto y con su hijo en los brazos.
Nosotros jamás tuvimos seguridad por las noches en el domicilio. Fui a la pieza de mi padre quien se encontraba en cama con gripe y le conté la situación y le pedí que me pasara la M-10 (sub-ametralladora con 30 balas) para ir a ver mientras él prendía las luces del fondo del patio.

En ese momento voy saliendo al patio y no me di cuenta que tenía a mi madre detrás de mí quien iba a colgar ropa al lavadero, y al prender mi padre las luces del fondo del patio donde había tres árboles grandes y muy hermosos (dos paltos y un nogal, muy antiguos) se cae una rama de estos y una persona vestida de negro con “un tubo verde” en su espalda. La verdad es que me quedé paralogizado hasta que mi madre remece mis hombros y me grita ¡DISPARA!
Ahí reaccioné pasando bala y corriendo en dirección del tipo, al mismo tiempo que disparaba en ráfagas cortas hacia él; recuerdo “en cámara lenta” cómo este sujeto trataba de saltar el muro por las alambradas donde había puesto un saco de aspillera y no podía, por lo que intentaba por el mismo cerco. No me di cuenta del tiempo ni de la munición ya que al llegar al fondo del patio me encontré “seco” (sin balas) y oí los gritos de mi padre que pedía me devolviera así como los gritos del patio de la casa vecina y una quebrazón de platos. Me fui hacia atrás con mucho cuidado y sin dar la espalda.
El tipo ya no estaba pero había una gran mancha de sangre en el muro; llegó mi padre y mi cuñado más un cargador para mí de repuesto, nos subimos a unas tarimas y barrimos a disparos en todas las direcciones dentro del seco canal.

No me recogí esa noche a la Escuela ya que los acontecimientos lo ameritaban, más la llegada de Carabineros, CNI, la Fiscalía Militar, etc. Pero no dormí.

Y jamás supimos quien fue, pero del análisis posterior se concluyó que lo que yo vi como un “tubo verde sujetado a la espalda” era un cohete “Low” el cual sería disparado por este sujeto desde el árbol hacia la habitación de mis padres quienes habrían muerto, para luego fugarse por la pared donde tenía el saco para cruzar la alambrada, caer al canal seco y correr hasta una de las intersecciones que lo cruzan, subir a un vehículo y terminado. Pero mi hermana alojaba esa noche en la casa y nos alertó. Solamente vivíamos mis padres y yo, pero esa noche supuestamente quedarían solos ya que yo me recogía a la Escuela Militar.

Siempre nos quedó el hecho que supiera el nombre de nuestro perro, quien era cachorro.
Hasta el día de hoy ningún grupo extremista se atribuyó hecho alguno de esa fecha; como tampoco sé si lo maté.

Este pequeño incidente prendió la curiosidad de algunos en CNI donde había llegado el general Humberto Gordon, gran amigo de nuestro padre. En 1980 había sido asesinado el Coronel Roger Vergara y no habían encontrado a los autores. Pero ya estaban en antecedentes de la “Operación Retorno” del MIR por lo que los hombres de CNI comenzaron a buscar. Gordon había reorganizado en la medida que pudo el descalabro dejado por Odlanier Mena y había traído de vuelta a muchos especialistas ex DINA y otros buenos funcionarios.

Ese mismo año de 1981, a finales, se produce otro incidente casual que siguió la comentada rutina de Inteligencia “una vez es casualidad; dos veces es coincidencia; tres veces es acción premeditada o enemiga”. En la cercanía de Neltume en la precordillera de la Novena Región se encontraba el Curso de Comandos del Ejército realizando la instrucción de “Contraguerrillas” (todos de civil) y al bajar a una faena maderera se ponen a descansar (eran unos 15).
Se les acercó un trabajador y les preguntó si querían jugar un partido de fútbol con ellos, pensando este que eran trabajadores de otra de las tantas faenas de la zona. Los Comandos aceptaron, menos uno que se quedó cuidando las mochilas y el armamento camuflado que portaban.

Este hombre mientras sus camaradas jugaban miró las pertenencias de otros jugadores y vio que también portaban armas; eso sí descartó de inmediato que fueran miembros de las FFAA ya que no habían dejado a nadie de guardia. De inmediato le comunicó a uno de los suyos quien se acercó y vieron la situación.
Esperaron que terminara el partido y asaltaron a los tipos con armamento. Los llevaron al bosque y al interrogarlos éstos relataron que eran miembros del MIR que están ingresando por Argentina y que tenían en la zona una Base de Operaciones para guerrilla con numeroso “Tatoos” o lugares camuflados bajo tierra como escondites de armas y municiones además de servir como posiciones para defensa.

Se llevaron a los miristas a Valdivia y comenzaron una Operación de Búsqueda y Destrucción con toda la División y la Escuela de Paracaidistas y Fuerzas Especiales del Ejército completa. Fue muy difícil dado las condiciones del terreno y sólo lograron matar a siete miristas mientras los restantes que estaban en Chile huyeron a Santiago, pero ubicaron todos los emplazamientos de armas, municiones y explosivos.

Esta casualidad terminó con la primera fase de la “Operación Retorno” del MIR. Me he dado cuenta en el tiempo que han sido muchas las “casualidades” que han salvado a Chile de muchos infortunios por el mal actuar de algunos, en este caso de Odlanier Mena. Y otra gran casualidad se produciría en 1986 con Carrizal Bajo que relataré en el próximo capítulo, ya que yo lo viví.

Pero el MIR no se quedaría tranquilo. Los jefes tuvieron que viajar a Cuba a dar explicaciones y preparar un “golpe” para no quedar como inútiles. Mientras tanto el Partido Comunista había resurgido en Cuba con la idea de renacer la insurrección de la guerrilla urbana en Chile pero ahora con sus medios y no con el MIR, tomando en consideración el triunfo de las Fuerzas guerrilleras Sandinistas en Nicaragua en 1979 donde varios chilenos comunistas combatieron, para aprovechar la experiencia de estos y realizar la misma revolución que Nicaragua. Se equivocarían en un solo punto: Aquí existía y existe las FFAA y Carabineros de Chile.

El 30 de agosto de 1983 una Unidad del MIR asesinó al General Carol Urzúa y a sus dos escoltas militares en una emboscada que le hicieron a su vehículo a la salida de su casa. Este general era Intendente de la Región Metropolitana y gran amigo de mi padre desde la Escuela Militar siendo ambos de la misma arma de Ingenieros del Ejército.
Recuerdo haber ido junto a mi padre al funeral y cuando estábamos ahí se acercó Sergio Fernández que le dio un gran abrazo a mi padre; me saludó a mí y aproveché de decirle que su sobrino de Punta Arenas era compañero de curso y amigo en la Universidad.

Humberto Gordon llegó esa tarde después del funeral a la casa y le contó a mi padre que Pinochet estaba muy molesto y preocupado y que le había dado ordenes precisas de encontrar y castigar a los culpables, a lo que Gordon le había respondido que “esto se lo debemos a Mena (Odlanier)”.
Mi padre le contó que uno de los miristas más peligrosos que le había tocado combatir en DINA era el “coño” Villavela, el cual arrancó herido del combate de Malloco y que después fue ingresado en el portamaletas del automóvil del Cardenal Raúl Silva Henríquez a una embajada donde partió al exilio dorado. Y posiblemente estuviera de vuelta ya que ese era su accionar: tanto en el asesinato del Coronel Roger Vergara como el del General Urzúa.

CNI siguió la pista de Villavela; a los dos meses se produce un feroz encuentro entre éstos en una casa ubicada en la calle Fuente Ovejuna de la comuna de Las Condes al lado de una población militar, donde los miristas habían optado por vivir. Su resultado fue cinco miristas muertos entre ellos Villavela. Con esta acción se acabó el MIR para siempre.


Ya en 1983 Alfa-Omega (donde yo también laboraba en las horas que no tenía estudios) recibía muchísimos personajes del ámbito nacional que pretendían los contactos de mi padre para sus negocios, pitutos, favores, etc. Y mi padre siempre fue bien “inocentón” frente a esta manga de aprovechadores (y hoy desleales) a los cuales ayudó desinteresadamente.
Vi a muchos jueces y Ministros de Corte pasar por las oficinas de Santa Lucía para tener acceso al Ministro de Justicia de la época don Hugo Rosende, gran amigo de mi padre, quienes solicitaban un “ascenso”. Así como las comidas con Mónica Madariaga (mi padre le llevaba “comida china” a su departamento del hermoso barrio Bustamante donde ella vivía con su madre) donde “copuchaban” los últimos acontecimientos.

Los infaltables almuerzos “privados” con Ricardo Claro; las reuniones tanto de oficina como de casa con Manuel Feliú y el regalo a su hija de un cachorro de mi perro pastor alemán el cual se lo fui a dejar a su casa en Lo Curro (además éramos compañeros en la Mistral); Francisco Javier Errázuriz, Carlos Cardoen, Amador Yarur y sus hermanos, Iván Mesías, Kasis hermanos, etc.
En fin...Alfa-Omega era un lugar de encuentro para contactos. Debí haber puesto un restaurante, me habría hecho rico y no me estaría quejando como ahora.
Y me trae a la memoria aquellas reuniones sociales en nuestra casa de los años '70 a la cual siempre concurría Liliana Mahn, quien deleitaba a los oficiales de DINA con su belleza y canciones que cantaba acompañada de su guitarra y hermosas y largas piernas. Fui compañero de su hija en la Universidad Gabriela Mistral y estuve en su casa de Cerro Calán una noche social en 1985.

Mientras, yo estudiaba Derecho (pensando en un tranquilo futuro) en la Universidad Gabriela Mistral donde había ingresado en 1982. Pero no fue fácil ya que no quedé cuando postulé ese verano; me llamó la atención que se preguntara tanto por mi padre en esa oportunidad. No le había contado a este de mis intenciones académicas (yo trabajaba para él en Alfa-Omega) y cuando le dije que no había ingresado a esta Universidad privada (eran tres en Chile y muy mal miradas) se sonrió y me dijo “no conoces la maldad de las personas”. Llamó delante de mí a Hugo Rosende y le contó la situación.
Al día siguiente fui aceptado.

Años después me enteraría que su Rectora doña Alicia Romo había vetado mi ingreso por que no quería tener “gente de CNI cerca”. Cuando le conté esto a mi padre se volvió a reír y me dijo que doña Alicia había ido muchas veces a su oficina de DINA a pedir “favores” mientras estuvo a cargo de DIRINCO los primeros años del Gobierno Militar.

Y lo divertido de estas personas es que, estando en segundo año tuve un buen profesor en Derecho Internacional don Rodrigo Díaz Albónico (Sub-secretario en el gobierno de Aylwin y de Frei) con quien tuve promedio 6 todo el año a pesar de la antipatía que yo le producía, y sin haberle hecho yo nada. Cuando llegó el examen de fin de año (nos controlaba la Universidad de Chile y eran tremendos “rajaderos”) don Rodrigo me mostró sus “garras” y me “rajó”. Los profesores eran unos verdaderos “dictadores”.
Fui a alegar a la rectoría con todos mis antecedentes; la comisión de la Universidad de Chile me apoyó en mis respuestas, y como resultado don Rodrigo Díaz fue “alejado” de la Gabriela Mistral por doña Alicia Romo; ahora me apoyaba.

Pero don Rodrigo, en su amarga vida que demostraba se “vengó” para conmigo publicando este hecho en una de las revistas de la oposición de entonces, denostándome como un mal alumno y que él había sido una “víctima de la dictadura”.
Y este tipo de seres son los que nos gobiernan, intolerantes, corruptos y vengativos.

Por esos años me puse a pololear con una compañera de curso que era de Antofagasta (realmente no he visto mujeres más lindas que las que ahí habían y supe estar con varias y de las mejores) cuya familia era muy conocida en esa ciudad y su tío era el Embajador de Chile en el Vaticano.
Las relaciones de su familia eran del más alto nivel, a pesar que siempre le dí poca importancia a esta "aristocracia chilensis". En una oportunidad fuimos a la recepción de una de sus mejores amigas quien era hija de Andrónico Luksic Abaroa en su mansión cerca de Apoquindo. Ahí conocí a esta amiga que venía de un Curso para "Señoritas" en Suiza y a su padre quien me preguntó por el mío y que le enviara saludos de su parte; asi como a sus simpáticos y entusiastas hermanos.
En el verano que siguió fui invitado a Hornitos, una de las mejores playas de Chile al norte de Antofagasta y lo pasé estupendo. Y también estuve en la espectacular casa de Luksic la cual contaba con pista de aterrizaje para aeronaves y un campo de golf.
El hermano de mi polola conoció a Raquel Argandoña a la cual le había encargado unos lentes para el sol. Un día que estaba en el departamento de esta niña llegó Raquel con ese encargo y nos invitó a los presentes a su restaurante; fuimos y me hice amigo de Eliseo Salazar.
Luego vendrían varias reuniones sociales tanto con Raquel (que es bellísima) como con Eliseo que era bien callado hasta que entraba en confianza; una buena persona.
En una oportunidad los invité a mi casa (la de mis padres) y compartimos con Raquel, Eliseo, mi padre y otras personas más; bien agradable. Un día Raquel nos invitó a su cumpleaños y lo celebró en el cine Apoquindo (hoy no existe) y no éramos más de 20 personas, y estaban todos los amigos de Raquel. Fue muy divertido ya que se nos mostró una película sólo para nosotros, en un cine vacío pero los mozos no dejaban de atendernos. Ahí Raquel le echó una talla de fuerte calibre a su amigo Italo Pasalaccua, de quien nadie sospechaba nada.

En fin, esa amistad duró hasta que Raquel y Eliseo se separaron. Hacían buena pareja.

En 1984 mi padre tuvo que ser hospitalizado por una descompensación sin explicación (estaba comenzando su cáncer) y una noche me encontraba yo en su habitación cuando llega un gran amigo que fue piloto de Lan y vecino de la casa (sus padres) y que se había casado con la hija de un compañero de curso de mi padre. Este extrovertido amigo había abierto un bar en la calle Isidora Goyenechea pero al cual nadie iba.
Estábamos ahí cuando entra el escolta de mi padre y me llama; me acercé a la puerta cuando veo entrar al General Pinochet quien venía a saludar a mi padre. Me saludó muy cariñoso y a mi padre muy sonriente y con varias tallas. Nuestro amigo aprovechó la ocasión y le entregó su tarjeta al Presidente de Chile invitándolo a su bar ya que “siempre lo veía pasar cuando se dirigía su casa por lo que le quedaba a la pasada”. Pinochet se rió y no dijo nada. Se despidió alegremente.

Pasaron varios días y yo realmente “pernoctaba” los fines de semana en el bar de mi amigo, ya que lo había decorado como los bares “TOP” de Miami en pleno furor de los años ’80 y con la mejor música envasada, como un pianista y saxofonista en vivo. Una noche entran al bar unos tipos bien vestidos de pelo corto y mirando todo y el baño; le dije a Jaime que eran “la guardia adelantada” pero no me creyó. A los cinco minutos estaciona un Mercedes y se bajó Pinochet vestido de civil con corbata. Jaime no lo podía creer. Le abrió la puerta y como no había nadie y el Presidente venía solo con su Edecán, me pidió que los acompañara mientras él “iba a hacer unas llamadas”. Pinochet se sentó y pidió un “Clavo Oxidado” como trago.

Jaime mientras tanto llamaba a medio Santiago para que vinieran a su bar ya que estaba el General Pinochet. Mientras este se ponía cada vez más alegre y pedía otro trago; se fumó varios cigarrillos (jamás lo habría pensado) y le pedía repetidamente al pianista que tocara la marcha “Erika”. Al pasar los momentos, el bar simplemente se llenó. Y Jaime tuvo su inauguración por fin. Pinochet se fue luego de varios tragos y con el aplauso de todo el mundo. De ahí para adelante el bar “Oliver” hizo historia en la noche de Santiago; duró mientra le fue bien al Gobierno Militar. Cerraría con la “democracia”.
Nunca en mi vida creo que lo volveré a pasar mejor que ahí, así como perdí la cuenta de la cantidad de mujeres hermosísimas con las que me acosté, incluso muchas de ellas en la misma noche y a veces sin saber su nombre. Solo que eran bonitas, de buenas familias y querían “aventura”. Y conmigo la tuvieron.


El 20 de marzo de 1984 yo concurrí con mi Maestro coreano de Artes Marciales (había obtenido ya el cinturón negro 1ª Dan en Tae-Kwondo y el de Hapkido) a ver al Director de DIGEDER el general Sergio Badiola en Providencia, íbamos caminando cuando siento algo extraño que me presiona el pecho. Mi Maestro se dio cuenta y me preguntó si me sentía bien; le dije que no sabía pero que siguiéramos a la reunión ya que estábamos buscando auspicio para formar la Confederación de Tae-Kwondo de Chile en vísperas del mundial de 1985 a realizarse en Corea del Sur. Tuvimos la reunión y lo único que quería era volver a casa.

Al llegar a casa me enteré que a esa misma hora, las 20:00 en las intersecciones de las calles Seminario con Alférez Real habían intentado asesinar a mi padre y sus dos escoltas colocándoles una bomba arriba del techo del auto por dos sujetos en moto que la adosaron con imanes. Al colocarla el sujeto que iba atrás en la moto sacó los seguros y con el movimiento elevó los detonadores de la carga los cuales explosaron pero muy fuera del explosivo para hacer estallar la carga de 3 kilos en forma cónica. El conductor tuvo la frialdad de no salir arrancando fuera del auto y lo sacó empujando al de adelante, así como el otro escolta intentó hacer fuego sobre los ocupantes de la moto pero estos se había subido a la vereda a toda velocidad y escapando. Esta bomba está en el Museo de la Escuela de Inteligencia.

Al saber lo ocurrido llegaron a la casa varios ex DINA quienes sospechaban la procedencia del atentado, ya que en esos días se pensaba cualquier cosa; además que los políticos de derecha se burlaron de este hecho y lo calificaron como un “auto atentado”. Y ningún grupo subversivo se lo atribuía.
Un gran amigo me dijo que fuéramos a ver a un señor que era clarividente mediante un péndulo. Fuimos a su departamento de Américo Vespucio y era Oscar Fonk, quien nos recibió muy atento y le mostramos un mapa de Santiago: él con el péndulo le hacía preguntas mientras un lapiz en su mano derecha realizaba una línea sobre varias calles.
Al terminar revisé el mapa y era increíble ya que esta persona no tenía idea y nada me había preguntado, y este señalaba la ruta del auto de mi padre desde la calle Santa Lucía y la moto siguiéndolo y hacia donde se dirigió la moto con los tipos después y donde esta se encontraba.

Luego de un momento le pregunté que quienes eran y nuevamente moviendo el péndulo me dice “colombianos pagados por exiliados”. Al terminar, ya que estaba muy cansado le pregunté qué pasaría con Chile en el futuro y me contestó “tendremos una democracia protegida, no como las anteriores”.
Le agradecí algo incrédulo y me dirigí donde mi padre que estaba en el Hospital y encontré en su habitación a Humberto Gordon. Les narré lo sucedido y Gordon me dice si tengo la dirección donde “estaría la moto”; se la pasé (no era exacta salvo una casa vacía al llegar a Bilbao por Seminario a mano derecha dentro de un galpón abandonado) y el se la entregó a su ayudante y los CNI partieron al lugar. A la media hora nos llaman que habían encontrado la moto y que estaba “limpia” (sin huellas). Ahí comencé a creerle a don Oscar. Esta moto tenía un respaldo blindado en su parte posterior. Y ningún político nos quiso creer, salvo Sergio Onofre Jarpa

Don Oscar Fonk era el abuelo materno de Cecilia Bolocco a la cual conocí muy “a la pasada” en 1981, en una oportunidad que nos llamaron a las oficinas de Alfa-Omega un viernes, tarde cuando estaba solo yo y dos secretarias, desde la empresa IRT que se encontraba en huelga y los directivos o dueños estaban acorralados en sus oficinas y nos pedían que los fuéramos a rescatar. Estas personas conocían y habían compartido con mi padre en muchas ocasiones y uno de ellos era amigo.
Fui yo y desarmado. Ingresé por un costado de la empresa, evadí sin contratiempo a los huelguistas y saqué a las tres personas “en peligro”.
Los llevé uno por uno a sus casas: a Mariano González (hoy empresario en San Antonio) a Carmine (no recuerdo su nombre) y al último que me invitó a entrar a su casa de Vitacura para tomarme un trago con él como agradecimiento: Enzo Bolocco, padre de Cecilia. Y ahí apareció ella, joven aún pero hermosa. Y yo el bruto no la tomé en cuenta. Así es la vida.

Enzo Bolocco iría varias veces más a ver a mi padre a las oficinas de Santa Lucía.


El 22 de mayo de 1986 fue un viernes. Terminé en la oficina tarde y fui a ver a una ex polola; como no me aguantó me fui a la casa. Mientras me dirigía por calle Tobalaba al llegar a Príncipe de Gales oí una detonación...extraña. En esos días había bombas todos los días y el oído se acostumbra a saber la distancia y si es en un poste. Pero esta era rara. Y volví a sentir la presión del pecho de 1984.
Aceleré mi Honda Prelude por Príncipe de Gales hacia arriba y comienzo a ver humo muy al fondo y unos fogonazos dentro de este; al llegar al cruce con la calle Monseñor Edwards me doy cuenta que están atacando la casa (no teníamos guardias por las noches) aceleré aún más y me crucé en la calle que no se veía nada y un olor insoportable por la detonación de un par de kilos de un explosivo que no conocía; me acerqué a la casa sin ver mucho y alcancé a ver una camioneta Luv de color amarillo que disparaba, me lancé debajo de mi auto disparándoles toda la munición que tenía; luego me di cuenta de esto que no debí haber hecho ya que los terroristas se iban retirando y habían dejado otro explosivo como trampa.
Oí a mi padre que me gritaba desde adentro que saliera de ahí y que me corriera unos cien metros, lo que hice caso incluso llevándome mi auto y un par de vainillas que recogí del suelo que desconocía de la munición utilizada por los fusiles de los terroristas.
La segunda bomba no detonó pero la primera había arrancado toda la reja del antejardín, roto todos los ventanales de la casa y habían baleado todo el living-comedor, el garage, los autos, etc.

Esta vez si se lo reivindicó el FMR (Frente Terrorista Manuel Rodríguez) con su autor Miguel Armando Montecinos Montecinos que los pescamos el año siguiente estando yo en la Fiscalía Militar. Hoy día este asesino está libre sin cargo alguno en su contra y trabaja para el gobierno de la concertación.

Pero la noticia se apagó ya que ese mismo día le pegaron a Lavanderos (el ex Senador pedófilo hoy condenado en la cárcel) y este dijo que lo había hecho la CNI. La verdad es que le pegaron los parientes de una menor que este se encontraba abusando.

Una semana más tarde (habíamos conversado con mi padre la posibilidad de un auto bomba en la calle) el 3 de junio nos quedamos mirando un partido del mundial de fútbol en la oficina hasta las 20:00 horas. Al término del partido bajamos y nuestro júnior bajó muy rápido por las escaleras (7 pisos) y cuando llegamos al primer nivel lo encontramos desmayado, desorientado, sin poder oir ni ver. De inmediato lo enviamos con uno de nuestros guardias civiles (todos comandos) al Hospital en un taxi.

Al salir estaba el auto de mi padre con las puertas abiertas, muchas personas caminando, un Chevrolet blanco de dos puertas delante del BWB y atrás de mi auto. Extrañamente nos sonaron al mismo tiempo nuestros “Beepers” de alta frecuencia pero sin dejar ni un mensaje. Estos aparatos los había contratado tres días antes. Mi padre se subió a su auto se despide y se va. Yo me subo al mío y el Chevrolet estaba muy pegado por lo que llamé al aparcador que era muy simpático y me dice que el dueño de ese auto llevaba una semana pidiendo que se lo dejara frente a nuestras oficinas “ya que habían guardias”.

Me subí a mi Honda y recuerdo ver por el retrovisor el foco de este auto, y me fui; eso sí dejando al guardia en la entrada. Para variar fui a la casa de una amiga y sonó el Beeper que decía “Torta vietnamita en oficina”. Salí “rajado” hacia el centro de Santiago. Al llegar estaba la calle cerrada, un vehículo de bomberos esperando y carabineros. Crucé estas líneas de seguridad y veo la cuadra vacía, salvo el auto blanco y le pregunté al guardia ¿dónde está la bomba? Y me contestó ¡Al lado suyo en el auto!

Corrí hacia el cerro no sé como; el guardia me contó que cuando nos fuimos a los minutos “saltó” una parte de la maleta trasera del costado derecho del Chevrolet y salió mucho humo; él se acercó y pudo ver un ejambre de cables, una batería de moto y una caja cerrada. Se dio cuenta que era una bomba con sistema de distancia mediante ondas de radio, es decir a control remoto. Llamó a Carabineros y empezó a gritar para despejar la calle. Me estaba contando esto, y suena el Beeper: era mi padre con la palabra “urgente”.

En esa época no habían celulares y los negocios estaban cerrados para pedir un teléfono. Pensando que podía ser otro atentado hacia él que no conocíamos me arriesgué y fui a la oficina. Sentí un frío que me recorría todo el cuerpo al pasar al lado del auto e ingresar a lobby del edificio y tomar el ascensor. Llegué al 7º piso y abrí todas las ventanas ya que sabía que si detonaba el explosivo se romperían las ventanas cerradas. Llamé a mi padre y me dice ¡Sale de ahí! Ante lo cual le contesté ¡entonces no me llames!.

Volver a bajar...cuando se abrió el ascensor y debí enfrentar el túnel de salida del edificio las piernas no me respondían. Tenía frente a mi un auto cargado de explosivos y no sabía en que momento estallaría. Respiré profundo y salí caminando...pasé al lado del auto al cual vería por última vez entero. Llegué hasta el faldeo del cerro y veo que viene llegando personal de la Unidad de Anti explosivos de CNI; nos pusimos a conversar mientras varios de ellos cubrieron el cerro con sus AKA mientras el oficial de turno se ponía su traje de explosivista.
Se acercó al vehículo y dice por la radio “no conozco los dispositivos”, nosotros estábamos a unos 50 metros. El capitán a cargo le ordenó retirarse del lugar. Bajaron un equipo nuevo: era un robot que hacía su estreno.

Yo estaba con los hombres que estaban a mi derecha, yo al medio y un CNI a mi izquierda. Me agaché en cuclillas para sacarle la bala que estaba en la recámara de mi pistola cuando veo que el robot está al lado del auto....y luego un resplandor blanco, un viento caliente que me golpea el cuerpo y un estruendo ensordecedor. Me caía hacia atrás y me azoté la cabeza en el pavimento mientras miraba como el hongo de fuego se elevaba hasta el 7º piso...el guardia había sido lanzado hacia el faldeo del cerro, y el CNI estaba en el suelo escupiendo sangre. Una esquirla le había destrozado la boca.

Siempre me he preguntado qué habría sucedido de haber estado de pie en ese momento.

Del auto no quedó más que su parachoques y algo del motor. Del robot ¡nada!

Al día siguiente acompañé a los investigadores al mismo lugar, pero fuimos al cerro y en especial a un mirador que ve en la dirección ubicada por el auto-bomba. Ahí se encontraron 11 colillas de cigarrillos; una con rouge. Era la pareja de extremistas simulando ser una de enamorados, pero fueron quienes activaron el control remoto (él muy nervioso) que no funcionó y se cree que fue por el hecho de que todos los televisores de la zona estaban prendidos por el fútbol y por nuestros Beepers que se activaron al momento que estos marcaron su detonador. De no haber sido así habríamos muerto todos más los transeúntes. Pero Dios estaba con nosotros.

Y siempre queda un dispositivo de trampa para que detone igual la bomba cuando lleguen los explosivistas ya sea de tensión o de presión, y eso le ocurrió al robot cuando empujó el auto, nada más. Le pudo haber pasado al oficial que se acercó, al guardia o a mí cuando miré el foco por mi retrovisor y no puse marcha atrás sino hacia delante lo habría empujado y no estaría escribiendo estas líneas.

A la semana siguiente Pascal Allende Jefe del MIR hizo una conferencia de prensa clandestina en Uruguay atribuyéndose este atentado y diciendo que “Contreras tiene pacto con el diablo ya que no lo hemos podido matar...”

Esa semana que siguió sacaron los parquímetros de la cuadra (lo habíamos solicitado en innumerables oportunidades al Alcalde Bombal por las mismas razones) y el hombre que trabajaba ahí se quedó sin trabajo. El júnior que ese día tuvo un ataque cerebral murió esa noche.

Al día siguiente se me acerca el del parquímetro y me dice “me quedé sin trabajo”; y yo le contesté “y nosotros sin junior”.

Este buen hombre sería mi júnior hasta que terminó Alfa-Omega.

Nos vemos

octubre 21, 2005


“Band of Brothers” fue el lema que se atribuyeron los miembros sobrevivientes de la Compañía “Easy” del Segundo Batallón del 506 Regimiento de la 101 División de Paracaidistas del Ejército de EEUU durante la Segunda Guerra Mundial.

Las fotos representan a sus integrantes al final de la guerra en Austria y al que fuera uno de sus comandantes más condecorados y admirados por la “Easy Company”: Richard Winters.

Su entrenamiento inicial fue en el Campamento de Toccoa en Georgia, cerca de lo que hoy es Fort Bening.

Winters fue primero Teniente del segundo pelotón de la “Easy” y con él saltó detrás de la pared del Atlántico en Normandía el “Día D” un 6 de junio de 1944. Todo fue un gran desorden debido al fuego antiaéreo (que le dio al avión en que viajaba el comandante de compañía de la “Easy” falleciendo todos sus miembros) los aviones C-47 lanzaron a la mayoría de los paracaidistas (fue un salto nocturno para cubrir la retaguardia de las playas de desembarco “Utha y Omaha”) fuera de curso y en un despliegue enorme, pero lograron confundir a las fuerzas germanas, sin quererlo.

Al lograr llegar al punto de reunión al amanecer, sólo eran unos 12 de la “Easy” y el oficial de mayor rango en aquel lugar les ordenó destruir unos cañones alemanes a 500 metros de ahí, en Brecourt, que hacían fuego sobre las tropas de desembarco. Richard Winters asumió la orden y con estos hombres destruyeron los cuatro cañones y mataron a más de 50 alemanes (5 personalmente Winters). Esta acción detuvo el fuego artillero sobre la playa “Utha” salvando cientos de vidas; Winters sería condecorado con una de las medallas más altas al valor: La Cruz de Servicios Distinguidos. Pese a que el Coronel del Regimiento 506 lo propuso para la “Medalla de Honor del Congreso”. Y con esta fecha el Congreso de EEUU está estudiando la situación; este oficial aún vive.
Combatirían en la Operación "Market-Garden" en septiembre de 1944 saltando nuevamente en paracaídas esta vez sobre la Holanda ocupada. Pese a que la Compañía "Easy" cumplió sus objetivos, no les fue posible a los Aliados finalizar con éxito esta campaña.

A mediados de diciembre de 1944 mientras las fuerzas aliadas estaban en reposo, fueron sorprendidas por un repentino y violento contraataque alemán en la zona de las Ardenas en Bélgica, destruyendo numerosas unidades norteamericanas y haciéndolas retroceder cientos de kilómetros. La División 101 fue empleada como una fuerza terrestre y se le emplazó en el bosque cercano a la ciudad de Bastogne durante un mes y medio. Aquí la “Easy” soportaría los peores momentos de su vida militar en combate al ser atacados constantemente por fuego de artillería alemana, que les cobró muchas bajas y la moral se les vino abajo.

Pero lograron sobrevivir y se tomaron pueblo tras pueblo hasta llegar a la ribera del río Rhin a principios de marzo. Luego descubrirían y liberarían uno de los primeros campos de concentración para el exterminio del pueblo judío. Se les ordenaría tomarse “El Nido del Águila” de Hitler en los Alpes de Bavaria, donde celebraron la rendición de Alemania con 10.000 botellas de champagne que encontraron en las bodegas del Mariscal Herman Goering.

Finalmente llegarían a Austria donde esperaron las ordenes para ir al asalto del Japón territorial, pero la guerra terminó en agosto de 1945. Durante todo el tiempo que estuvieron tanto en Alemania como en Austria nunca cumplieron a cabalidad con “no confraternizar con el enemigo”, ya que todos estaban cansados de la guerra y descubrieron que los alemanes no eran los malos sino los “Nazis”. Incluso Winters admiró muchísimo al soldado alemán tanto por su valor en combate como por su disciplina.

En una oportunidad recibió la rendición de toda una División alemana que había cruzado los Alpes desde Italia; esta Unidad jamás había sido derrotada por cuanto se había retirado desde Sicilia en 1943 en una forma extraordinaria causando grandes bajas a los Aliados, y solo se rindió cuando le fue ordenado por sus Mandos. El General alemán al mando le solicitó decirle unas palabras de despedida a sus hombres, lo que Winters aceptó y fue lo siguiente: “Soldados ha sido una guerra larga, dura y difícil. Han sufrido y combatido con valor y honor por su país; han sobrevivido a las batallas y las penurias de las trincheras y han tenido la camaradería que solo se vive en combate. Me siento orgulloso de haberlo compartido con ustedes. Se merecen vidas largas, felices y en paz....”

Este discurso caló hondo en los hombres de la “Easy Company”. Partieron a la guerra con 139 hombres y tuvieron 49 muertos y casi el 90% de la Compañía fue herido en combate durante la guerra, incluyendo a Richard Winters quien fue ascendido al grado de Mayor en marzo de 1945.

Se han reunido año tras año desde que fue disuelta la Compañía en noviembre de 1945 hasta el día de hoy, en que van quedando vivos pocos veteranos. Y lo hicieron ya que fue la única forma de compartir sus experiencias de guerra que sólo ellos comprendían y poder mantenerse medianamente normales a los imborrables recuerdos de la experiencia sufrida dentro de una sociedad que no había vivido esa guerra pero que ellos fueron a enfrentarla y vencerla.

Esta experiencia fue plasmada en un excelente libro y más tarde en la más exitosa serie de televisión de guerra jamás hecha.


Comencé este capítulo con la historia de “Band of Brothers” (Banda de Hermanos) por cuanto si la comparo con lo que ocurrió en Chile hay tremendas diferencias. Por supuesto que lo nuestro desde antes del 11 de septiembre de 1973 no se puede clasificar ni en guerra interna completamente ni externa. Desde el extranjero venía el enemigo pero que hacía a los nuestros enemigos entre chilenos y a ambos había que combatir y vencer.
No existía UNIDAD. Hubo enemigos entre las propias fuerzas.
Cuando el General Pinochet terminó con la DINA le hizo caso a los factores políticos y no militares. La guerra contra el terrorismo ni él la entendió. Ya que no se puede comprender que luego que este organismo hubiese derrotado al enemigo interno, él disolviera de golpe una experiencia y Unidad Militar preparada para combatir y vencer nuevamente ya que el ánimo de lucha no había sido aniquilado. Los marxistas chilenos estaban exiliados y no tranquilos; querían regresar a Chile y tener nuevamente el Poder con la consabida venganza para un “nunca más”.

La Guerra Fría entre la Unión Soviética y EEUU estaba en pleno apogeo; había caído Vietnam, Cambodia, Laos en el Sud-Este asiático. En África el Congo, Angola, Ruanda, Zambia, Rhodesia y Namibia combatían la subversión cubano-soviética, que Sud-África también estaba luchando.
En Europa los grupos terroristas como ETA, el IRA, el Ejército Revolucionario de Alemania mantenían en vilo a los Servicios de Inteligencia de todo el continente. En Japón el Ejército Rojo hacía de las suyas. Y todos financiados por la Unión Soviética.

En Medio Oriente se creaba un terrorismo fanático (el de Yasser Arafat y Al Qaeda) que sólo El Mossad (Servicio de Inteligencia y de Combate Israelí) le hacía frente, pero alertaba a la Comunidad de Inteligencia de Occidente que con los años sería el más peligroso ya que era financiado por nada menos que los jeques petroleros, tanto de Arabia Saudita como de Irak.

Y no le hicieron caso.

En América latina algo de paz se había conseguido en la unión continental de los gobiernos para acabar con el terrorismo internacional; pero no estaba terminado. No se había aniquilado la voluntad de lucha por cuanto no se pudo cortar la línea de abastecimientos que provenía de Cuba, la Unión Soviética, Corea del Norte. Había que mantenerse alerta y entrenar a los hombres y mujeres sin experiencia en este nuevo tipo de guerra.

Pero aquí en Chile, al igual que en 1881 cuando Baquedano solicitó volver a Perú a terminar la guerra, los políticos lo mandaron a su casa, a retiro. Pinochet disolvió la DINA por consejos de Jaime Guzmán (y años más tarde el terrorista grupo del FMR lo asesinaría) y otros, con el “cuento” de los “derechos humanos” y que EEUU presionaría para ello. Esto último tenía un asidero ya que ese país era gobernado por el peor Presidente que ha tenido: Jimmy Carter.

Éste había seguido los consejos de la “Comisión Church” del Senado norteamericano que liquidó a la CIA al poner al descubierto todas sus operaciones clandestinas hechas al interior de EEUU y asesinatos en el exterior “por no haber sido autorizados”. Cientos de agentes encubiertos peligraron sus vidas; varios fueron asesinados y un Sub-Director fue encarcelado. Se perdió todo el contacto con el enemigo de la KGB y EEUU jamás ha estado en un peligro tan grande de ser destruido como fue entre 1976-1980.


Como decía en el capítulo anterior, los principios de la guerra de Von Clausewitz dejan claro las funciones que asumieron aquí en Chile los estamentos armados: las FFAA y Carabineros fueron LA DEFENSA el 11 de Septiembre de 1973, y la DINA fue el CONTRAATAQUE para los años posteriores a objeto de obtener la victoria parcial; no total.

El General Pinochet siempre tuvo una buena capacidad de saber a qué hombres colocaba en los puestos indicados y en el momento adecuado. Pero yo no he entendido jamás por qué puso a un general retirado no en servicio activo, que era “enemigo” de mi padre en CNI. Es decir dejó un Servicio de Inteligencia en manos de un hombre que se dejó llevar por una supuesta venganza personal, como así lo hizo Odlanier Mena.

Cualquier general está preparado para estar al mando de un Servicio de Inteligencia si cuenta con los conocimientos adecuados y posee una mente fría, calculadora y de acción. Y Odlanier Mena no tenía estas cualidades requeridas para la continuidad de CNI frente a un enemigo derrotado pero no vencido. Y era un enemigo político-terrorista.

Odlanier Mena despachó a sus Unidades a todos los oficiales y sub-oficiales de CNI que consideraba “leales” a mi padre. Es decir, sus primeras resoluciones de mando fueron de carácter personal y no institucional.
Cae el General Gustavo Leigh y ya no tiene el General Pinochet disidencia fuerte en la Junta Militar. A Jaime Guzmán tampoco le gustaba este distinguido oficial, quien pudo tener muchos defectos pero tuvo la hombría de llevar a cabo el 11 de Septiembre de 1973. Por lo tanto el “poder detrás del trono” de Guzmán se acentuaba sin contrapeso; él mantenía el aspecto de “legitimar” el Gobierno Militar por una nueva Constitución (era legítimo desde que el Congreso le solicitó su intervención en agosto de 1973 al declarar ilegítimo el gobierno de Allende) que no era necesario, pero Guzmán ya había convencido a Pinochet de que se presentara a Plebiscito en 1988.
Y aunque se perdiera, Jaime Guzmán y sus seguidores ganaban igual ya que iban al Parlamento o Congreso; poco les importaba lo que pasaría con Pinochet mismo y las FFAA y Carabineros. Salvo de convencerlo que “sería Senador Vitalicio y que nadie lo tocaría a él ni a su familia”.

Mientras, a fines de 1977 y principios de 1978 Odlanier Mena y otros toman contacto con los Directores de la “nueva” CIA (nombrados por Carter) a objeto de recabar antecedentes de los agentes de ese organismo en Chile. Y salió uno: Michael Townley.

Este era conocido en DINA como informante y colaborador de equipos electrónicos que conseguía en EEUU y se sabía que tenía contactos con la CIA pero no había mayor problema por cuanto el enemigo era común en los primeros años. Además que Townley había sido acercado a DINA por cierto personaje de “Patria y Libertad” para quien trabajó en los años de la Unidad Popular.
Para Odlanier Mena y otros era el golpe de gracia contra mi padre ya que la Comisión Church acusaba a la CIA del asesinato en Washington D.C. de Orlando Letelier por pertenecer al DG-2 cubano (Servicio de Inteligencia de Fidel Castro) y al ex general Carlos Prats en Buenos Aires por ser agente pagado de la KGB.

Y para lo anterior dado la relación de ambos personajes contra el Gobierno Militar no había mejor solución que acusar a un CIA de los “antiguos” que aún se encontraba fuera de EEUU y se relacionaba directamente con Chile y con la desaparecida DINA.
Lo extraño era que mi padre había sido ascendido a General, continuaba en servicio activo, tenía contactos con Pinochet cuando lo necesitara y en última instancia era este el responsable.

¿Quería el gobierno de Carter la cabeza de mi padre o la de Pinochet junto al Gobierno Militar?

La respuesta está muy clara. Y Odlanier Mena trabajó para eso junto a otros en conjunto con la nueva CIA y el gobierno de Carter para derribar al Gobierno Militar y de paso liquidar a mi padre. ¿Cuánto o qué les ofrecieron a estos traidores?

Se inició una investigación interna en el Ejército por “Pasaportes Falsos”... ya que la justicia civil se había declarado incompetente...¡militares acusando a militares por funciones de Inteligencia!
¿En qué país del mundo sus agentes de inteligencia viajan con sus nombres verdaderos si son comisionados por sus gobiernos y esos propios gobiernos les dan los pasaportes?
No son “falsos”; tienen otra identidad. Pero estamos en Chile y aquí se llevó a cabo el plan, tontamente. Todo calzaba: los viajes permanentes de Townley a EEUU así como de muchos oficiales, a quienes se les entregaban sus identidades para entrar al país del norte en Paraguay, ya que ahí se encontraba la sede central de la CIA para Sud-América. Hoy está en Chile.
De ahí y publicarlo en la prensa había sólo un paso para detonar la “bomba” publicitaria y política que tenía como objetivo a mi padre con la DINA y derrocar al Gobierno Militar por efecto dominó.
Esa investigación había que relacionarla con al Caso de Letelier y la única forma era con Townley. Odlanier Mena tomó detenido a Townley quien ya había sido acusado en EEUU gracias a la Comisión Church y se lo entregó “en bandeja” al FBI. Hecho el trabajo y ahora a esperar los resultados.

En menos de una semana Townley se vio enfrentado a dos cadenas perpetuas en los EEUU sino “cooperaba”. Dijo lo que le pidieron que dijera para salvar su pellejo ya que no había nadie de los CIA antiguos para ayudarlo. Y comprometió a la DINA con los absurdos viajes suyos y los de oficiales chilenos a EEUU.

Jaime Guzmán se dio cuenta en parte de la maniobra y para salvar su futuro político, Pinochet le era indispensable por lo que aconsejó nuevamente a este, quien dio de baja del Ejército a mi padre.
Recuerdo una tarde de marzo de 1978 verlo llegar a la casa por última vez de uniforme, entrar a la sala de estar en la cual yo estaba conversando con mi hermana y nos dice “me echaron”. Se fue caminando a su habitación y se encerró en el baño por varias horas. Llegó una gran cantidad de oficiales junto a sus esposas quienes le apoyaron en esos tristes momentos.

En poco tiempo vendría el pedido de Extradición por parte de la justicia de EEUU y la Corte Suprema de Chile ordenó su detención. Durante todo ese tiempo Odlanier Mena vigiló nuestra casa y todos nuestros movimientos; cada día que iba al colegio me seguía un auto con cuatro sujetos y no para protegerme. Había comenzado una pequeña "guerra civil" entre militares y el personal de Mena contratado en CNI.
Mi padre se negó a ir detenido al Hospital Militar. Un día viernes llegaron muchas personas a convencer a mi padre y no podían. Llegó Mónica Madariaga y no hubo caso; el Vice Comandante en Jefe del Ejército Washington Carrasco también, quien se encerró en el escritorio de la casa con mi padre y pasado un par de horas se abrió la puerta y este general llamó a mis tres cuñados militares que se encontraban en la casa y les dice: “jóvenes, les juro que al Mamo nada le pasará y si así ocurriera les autorizo a que me disparen un tiro” en voz de discurso. Uno de mis cuñados que era teniente recién ascendido le contestó: “No le quepa duda alguna que lo haré”. Yo estaba ahí y vi ponerse pálido a este general.

Al final apareció doña Lucía Hiriart de Pinochet “con un mensaje de Augusto”: primero habló con mi padre a solas y luego a toda la familia y nos dijo que no debíamos preocuparnos por nuestro padre ya que “nada le pasaría y que al terminar el Proceso de Extradición, Augusto lo reintegraría al Ejército y le daría el mando de la VI División del Ejército" (que está frente a Perú y que mi padre siempre la quiso).
Una de mis hermanas le dijo qué pasaría conmigo ya que ese año postulaba a la Escuela Militar y estos hechos me afectarían profundamente mi carrera militar así como la vocación y doña Lucía le contestó con una evasiva, sonriéndo y diciéndome que “tenía que ser fuerte”. Yo tenía 15 años.

Mi padre se fue detenido al Hospital por más de un año y medio; no fue extraditado y jamás reincorporado al Ejército. Yo ingresé a la Escuela Militar en 1979 y mi espadín me lo tuvo que entregar mi madre en la ceremonia del 16 de marzo de ese año, y durante todo este sólo vi a mi padre unas cuatro veces en mis salidas de franco y siempre a su lugar de reclusión.

Pero Odlanier Mena no se quedaría tranquilo. El 19 de agosto de 1978, el jardinero de la casa me dice "le dejé lista la comida al Kazan” mi perro, y si yo se la podía dar “en la noche”. Lo hice y le di un gran abrazo a mi querido “lobo” antes de acostarme. A la mañana siguiente lo fui a buscar y no lo encontré; llamé a una de mis hermanas y tampocó lo encontramos. Hasta que revisé unas plantas y ahí estaba: muerto. Lo abrasé llorando; estaba frío y su cara con sufrimiento.
Esa misma tarde lo llevamos a la Escuela de Veterinaria de la Universidad de Chile quienes le hicieron una autopsia y descubrieron que había sido envenenado con estricnina y revisaron su estómago y ahí estaba la comida que yo le había dado la noche anterior y donde se encontraba el veneno que le había puesto el jardinero.

No paré hasta descubrir los hechos. Personal de Odlanier Mena y por orden de este le habían pagado al jardinero para matar a mi perro. Nunca entendí tanta maldad de alguien que no conocía. Mi Kazan me lo habían regalado en Osorno en 1972 y estuvo junto a mí hasta ese día de 1978. Lo crié y me acompañó durante todos esos años; siempre me esperaba alegre cuando llegaba del colegio.
Cuando ingresé a la Escuela Militar sabía a lo que iba: era una Escuela Prusiana de estricta disciplina y mucho entrenamiento de combate debido a los problemas con Argentina y Perú, lo que nos obligaba a los 16 años estar preparados lo antes posible para la guerra. Solamente ese año de 1979 tuvimos 4 campañas en Peldehue y una campaña de 45 días en el norte, zona a la cual nos desplazamos por tren durante dos días y sus noches.
Pero lo que no sabía es que había varios alumnos más antiguos esperándome quienes me trataron muy mal por el solo hecho de ser hijo de mi padre; los padres de estos abusadores eran subordinados de Odlanier Mena y no tenían ninguna dignidad, principios ni valores militares pero por disciplina jamás alegué a mis superiores.
Se turnaban para esperarme a la salida de los comedores en las noches y me llevaban atrás del estadio para hacerme correr, lanzarme al suelo, hacer punta y codo, etc. hasta que terminaba vomitando o sangrando mis manos o brazos, pero jamás pudieron doblegarme. Un Brigadier de mi Sección se dio cuenta y me dijo que me presentara a reclamar pero preferí otra solución. Un día esperé estar solo con uno de ellos y le di un combo con toda mi fuerza y ganas que se fue de espalda; este comenzó a gritar y mis compañeros de curso se acercaron, lo rodearon y lo amenazaron. Este cobarde se fue corriendo con la nariz quebrada y no volvió a molestarme.
El que inició esta persecución en mi contra era hijo de un oficial que trabajaba para Odlanier Mena en CNI, y se debió a un hecho de 1978 antes que mi padre fuera detenido pero ya se encontraba fuera del Ejército: nuestra casa era vigilada por hombres de Mena para "espiar" a mi padre y ésta a la vez era custodiada por militares. Estos tomaron detenido a uno de los hombres de Mena quien se acercó a la casa con un bulto bajo sus ropas. Lo entraron al jardín y al revisarlo ven que tenía una caja con inmundicias que iba a lanzar al interior. Mi padre lo interrogó y éste le dijo que "le habían ordenado hacerlo". Era un cabo de CNI. Le quitaron su Tarjeta de Identificación y lo largaron.
Mi padre salió a una cena con mi madre esa noche y yo me quedé solo dentro de la casa, pero custodiado por dos militares fuera del hogar dentro de un vehículo. Al pasar una hora mas menos, siento gritos, ruido de autos y forcejeos fuera de la casa. Tomé un fusil AKA, pasé bala, puse el seguro y fui a ver qué sucedía. Voy saliendo de la cocina hacia el jardín delantero y veo a dos sujetos de civil (uno de ellos muy corpulento) que habían cruzado la reja de entrada (que estaba con llave) con armas en sus manos y corriendo hacia donde yo me encontraba, es decir al interior del domicilio; de inmediato me tiré a tierra saqué el seguro del arma y puse el selector en ráfaga ya que eran varios los que seguían a estos dos.
Al verme uno de ellos que era Teniente Coronel, se detuvo y les grité que se quedaran quietos, soltaran sus armas o abría fuego. Lo hicieron, ya que los apuntaba de mejor manera que ellos a mi. Les volví a gritar que se lanzaran al suelo con los brazos desplegados de sus cuerpos y que soltaran a los cabos de Ejército que custodiaban la casa y que habían sido "detenidos" por estos corruptos de CNI. También lo hicieron. Entraron los cabos "amigos" y les pedí recoger todas las armas de los cinco sujetos y quitarles sus identificaciones.
De inmediato uno de estos cabos llamó por teléfono a mi padre, quien le pidió hablar con el oficial que yo tenía en el suelo. Jamás he vuelto a escuchar una "puteada" de militar a militar tan grande que hizo ponerse firme a ese oficial, ya entrado en años pero que se creía "joven".
Terminó disculpándose con mi padre. Gran descriteriado...entrar de esa manera a la casa de un General de Ejército y que además le pudo costar la vida a él y varios más ya que en mis manos tenía 60 balas del mejor fusil del mundo y sabía muy bien como ocuparlo a mis 15 años de edad; pero mantuve la calma. No se cómo.
Luego les devolvimos las armas y sus identificaciones, e incluso me pidió disculpas...pero sería un poco hombre, vengativo que no se le olvidó el hecho de verse en el suelo y apuntado por mí.
Al año siguiente su hijito y algunos de sus compañeros me fastidiaron en la Escuela Militar pero eso me hizo más fuerte, aunque fui perdiendo poco a poco la motivación por la carrera más hermosa que jamás debí abandonar. Pero a los 17 años y con lo que ya había vivido, mi salud psicológica se estaba resintiendo. Quería estar tranquilo y vivir una vida normal.
Me arrepiento profundamente de no haber seguido la carrera militar como oficial de Ejército de Línea.
Debí haber sido más fuerte aún y haberle hecho caso a mi amigo, el entonces teniente Eduardo Aldunate Hermann (hoy General) quien me iba a ver a mi Compañía y me llevaba a la de él, que era la de Comandos que protegía al General Pinochet. Aún tengo un banderín de ésta con las palabras escritas por este noble oficial.


Durante 1978 y 1979 no hubo actividad terrorista en Chile, al menos de izquierda ya que el MIR, el Partido Socialista y el Comunista habían sido puestos fuera de combate por la DINA. Por eso extrañó a varios el hecho que comenzaran a detonar bombas por las noches en Santiago, y en horas del "toque de queda".
Un 24 de abril 1979 se da un aviso de bomba en las afueras del cuartel Borgoño de CNI (más que extraño); llegó la Unidad de Ingenieros con los explosivistas y el oficial a cargo al ver la bomba se dio cuenta que no alcanzaba a desactivarla por lo que corrió y trató de lanzarla al río Mapocho pero no alcanzó. La bomba detonó y el Teniente Luis Carevic murió al instante.
Este militar había pololeado con una de mis hermanas cuando habíamos estado en Tejas Verdes y no olvido su citroneta en la cual nos llevaba a la playa. Yo estaba en la Escuela Militar cuando escuché la noticia y no podía creer que Lucho había muerto.

Y Odlanier Mena siguió haciendo una estupidez tras otra. Contrató a personal civil y les asignó grados militares y además los puso a cargo de Unidades de CNI importantes como Calama por ejemplo.
Ahí Gabriel Hernández Anderson que no era militar pero se hacía llamar “Mayor”, ideó el asalto al Banco del Estado de Chuquicamata que contenía el sueldo completo de los mineros; lo hizo con su subalterno Villanueva de CNI también civil reclutado por Mena, ocupando todos los medios para ello y además asesinaron a los dos funcionarios del Banco para luego dinamitar sus cuerpos en el desierto. Se culpó a “los extremistas”.

Pero Investigaciones, con buenos funcionarios, sospecharon y siguieron al subalterno de Hernández quien se gastaba grandes sumas en prostíbulos de Iquique; descubrieron la situación real y le comunicaron en forma interna al superior de Hernández, el Mayor de Ejército Juan Delmas que estaba en Arica y este les dijo a los policías que “él viajaría a Calama para detener a Hernández”. La policía le dijo conforme y se alejó del tema hasta que sus superiores se lo ordenaran.
Juan Delmás jamás llegó a Calama; apareció dentro de su vehículo en el Valle de Azapa “suicidado”.

Me llamó la atención que no se encontrara la bala en el interior del vehículo, como así mismo que ésta no hubiese impactado en el vidrio de la puerta. En 1977 yo viajé a Arica cuando mi padre estaba en DINA y Delmas me llevó a conocer los lugares de batalla de la Guerra del Pacífico como Pampa Germania, Dolores y Tarapacá. Fuimos junto a un sargento. A la salida de la quebrada de Tarapacá la camioneta en que íbamos pinchó dos neumáticos.
Nos quedamos ahí mientras el sargento iba a Pozo Almonte en otro vehículo que pasó y lo subió; Juan me dice “¿disparemos Manolo para pasar el rato?”; le dije "conforme" y él tenía una pistola Colt calibre .45 que es muy potente y vi su buena puntería y que era zurdo.

Cuando encontraron el cuerpo de Juan Delmas, la entrada del proyectil estaba en la sien derecha.
Culparon a Hernández, Villanueva y a Delmas de haber planificado el asalto y que este se había quedado con los millones que faltaban, los que jamás aparecieron. Fácil es hecharle la culpa a un muerto y además denigrar su memoria.
Gabriel Hernández y su subalterno Villanueva fueron fusilados años más tarde y yo oí las grabaciones de una entrevista que le hizo un periodista al interior del Penal de Calama en la cual hace grandes elogios a la persona de "su general Odlanier Mena".


En 1980 comienza la “Operación Retorno” por parte del MIR, la cual (por supuesto) no fue detectada por CNI. A mediados de ese año asesinaron al Coronel Roger Vergara con 23 impactos de bala en su cuerpo. Era Director de la Escuela de Inteligencia del Ejército. Jamás ocurrió un hecho similar cuando funcionó DINA. Y Odlanier Mena siguió tranquilamente en su puesto.

Pero no hay mal que dure cien años ni h...que lo aguante. Ese año el General Pinochet decide aceptar la invitación a Filipinas del Presidente Ferdinand Marcos. Mi padre fue a ver a Pinochet y le dijo que no fuera, ya que fuentes de inteligencia advertían que lo asesinarían en la ciudad de Manila. Pero no le hizo caso y partió.

En pleno vuelo le fue negado el ingreso a Filipinas (por orden del gobierno de Carter) y tuvo que devolverse. Lo peor fue en el regreso ya que en ninguna de las islas en que se detuvo el avión a cargar combustible atendieron al avión por lo que los baños expedían un olor insoportable.

Hasta ahí le llegó la paciencia al General Pinochet y despidió al traidor e inepto del Canciller Hernán Cubillos y al también traidor de Odlanier Mena.

Llegaría otro general como Director de CNI, amigo de mi padre de toda una vida.
Años más tarde el General Pinochet comentó este desacierto en el nombramiento de Odlanier Mena en CNI y todas sus torpes actuaciones motivadas por pasiones de venganzas personales y una gran ineptitud en el tema de Inteligencia tanto nacional como internacional.
Pero le salió caro a Chile esa decisión: cientos de muertos y heridos vendrían en los años '80 por el extremismo renacido y miles de millones de pesos en pérdidas para el erario nacional,...y casi la vida del Presidente Pinochet, más los procesamientos posteriores en "democracia" de centenares de miembros de las FFAA y Carabineros.
¿Que me costó a mí? Mi padre fuera del Ejército en la plenitud de sus años, su futuro plagado de acusaciones, procesamientos y encarcelamientos interminables; la ruina económica; el desprestigio ante una sociedad vengativa y nefasta; el quiebre irreparable de mi familia; mi desconsuelo por una carrera militar frustrada; una abogacía sin poder ejercer; no formar jamás una familia ni una relación de pareja estable; además que uno de los contratados por él me atacó en su locura alcohólica disparándome viendome obligado a defenderme y tener que matarlo a los 26 años de edad, situación que me ha dejado con disminución de mi salud física y psicológica; amigos, conocidos, padres de amigos asesinados por el terrorismo....y mi adorado perro muerto por envenenamiento!
En fin... ¡eso costó la designación y el actuar de Odlanier Mena en un cargo tan delicado como CNI, cuya única misión era mantener la persecución y el aniquilamiento definitivo del terrorismo mientras durara el Gobierno Militar!
Winston Churchill decía sobre el champagne: "En la victoria la merecemos; en la derrota la necesitamos".

Nos vemos.

octubre 17, 2005


Hindemburg y Ludendorff dos excepcionales generales alemanes planificando la batalla en la cual tendrán que enfrentar a dos Ejércitos rusos que se aproximan a Prusia Oriental a mediados de 1914 a comienzos de la I Guerra Mundial.

Luego vendría la formidable batalla de Tannenberg o Lagos Masurianos en que estos dos grandes generales mostraron toda su capacidad militar de guerra al derrotar a fuerzas superiores con audaces maniobras.

Hindemburg se encontraba en retiro cuando lo fueron a buscar a su hogar para hacerse cargo de la dirección del Ejército Alemán del Este que debía detener a los Ejércitos rusos que iban a invadir Alemania, mientras esta avanzaba en el frente oeste en dirección a París.

¿Resultado? Una aplastante victoria para Alemania. ¿Qué se evitó? Que Rusia derrotara al Ejército del Este e invadiera Berlín la capital alemana lo que habría dejado al país a un paso de la desintegración total ya que tendría al Ejército del Oeste con un poderoso enemigo a sus espaldas. Así como la moral de Alemania se habría venido al suelo.

A mediados de 1977 Pinochet asciende al grado de General a mi padre y le ordena disolver la DINA para crear la Central Nacional de Informaciones o CNI. Este organismo ya no dependería de la Junta Militar de Gobierno sino del Ministerio del Interior y tendría objetivos más específicos en el campo de la información. Mi padre fue su primer Director.

La DINA había cumplido con el objetivo ordenado por el General Pinochet 4 años antes: había pacificado Chile.

¿Y cómo lo logró?

Con aciertos y errores; con valor, determinación y motivación. Pero sobre todo como una fuerza militar enfrentando una guerra subversiva basándose siempre en las enseñanzas que todo militar sabe y que provienen de Von Clausewitz, que en general son las siguientes:

ASPECTO POLÍTICO DE LA GUERRA

La guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas con otros medios.

La guerra no es sino la continuación de las transacciones políticas, llevando consigo la mezcla de otros medios. Se dice la mezcla de otros medios, para indicar que este comercio político no termina por la intervención de la guerra.

LOS TRES ASPECTOS DE LA GUERRA

La guerra con relación a sus tendencias dominantes constituye una triple conjunción de factores, compuesta del poder primordial de sus elementos, del odio y la enemistad que pueden mirarse como un ciego impulso de la naturaleza; de la influencia de la probabilidad y del azar, que la convierten en una libre actividad; y de la subordinada naturaleza de un instrumento político, por la que recae puramente en el campo del raciocinio.

El primero de estos aspectos es más bien propio de los países; el segundo de los generales y sus Ejércitos; y el tercero, de los gobiernos.

Estas tres tendencias tienen su raíz en la íntima naturaleza de las cosas, y son, además, de variable magnitud. La teoría que descuidara de una de ellas, o que las quisiera ligar por arbitrarias relaciones, se pondría instantáneamente en tal oposición con la realidad, que tal causa bastaría para anularla.

El problema consiste en mantener la teoría gravitando entre estas tres tendencias como entre tres polos de atracción.

DESTRUCCIÓN DEL ENEMIGO

Al hablar de destrucción de fuerzas enemigas se debe observar que nada obliga a limitar este concepto simplemente a las fuerzas físicas, sino que, por el contrario, deben comprenderse en ellas, necesariamente, las morales, pues que ambas se penetran hasta en sus más pequeñas partes, y por tanto, son en absoluto inseparables.

Las Fuerzas Militares deben ser anuladas, esto es puestas en tal estado que no puedan continuar la lucha. Se hace notar aquí que con la expresión "aniquilamiento de los medios de combate enemigos" se refiere a la idea expuesta.

LA VICTORIA

La victoria - finalidad del combate - es entonces consecuencia de la capitulación moral del enemigo y será el resultado de:

1° El incremento de la pérdida física del adversario. (mediante el combate)

2° El incremento de la pérdida moral. (como resultado del combate)

3° La confesión pública de estas desventajas, manifestado por el abandono del primitivo proyecto. (la capitulación o derrota)

LA INCERTIDUMBRE

La incertidumbre es la dificultad de ver claramente, constituye una de las más potentes fricciones en la guerra y hace que las cosas aparezcan con visos distintos a lo que se ha imaginado.

Generalmente se inclina más a creer lo malo que lo bueno, a exagerarlo sin visible causa.

El azar hace que en la guerra aparezcan sin cesar las cosas de manera distinta a como se las esperaba.

LA FRICCIÓN

La máquina militar, el ejército y cuanto a el pertenezcan es en el fondo bien sencillo, y parece, por lo tanto, fácil de manejar. Mas reflexionando se ve que ninguna de sus partes está compuesta de una sola pieza; que todas están compuestas de individuos, cada uno de los cuales conserva en todas partes su propia fricción.

OBJETIVO POLÍTICO DE LA GUERRA

Tan pronto como el despliegue de fuerzas que exija, sea tan grande que no se encuentre equilibrado con la importancia del fin político, debe abandonarse éste y seguir la paz.

El mismo fin político como motivo originario de la guerra dará la medida así para el resultado que pretende alcanzarse por medio del acto guerrero, como para los esfuerzos que deben realizarse.

Pero el Objetivo Político debe adaptarse a la naturaleza de los medios, y por ello puede ser alterado con frecuencia, más siempre debe atenderse a el preferentemente.

Ya que los primeros propósitos políticos varían mucho en el curso de la guerra y al final pueden ser completamente distintos, justamente por que están determinados por los resultados y por la probabilidad de los acontecimientos.

Cierto que en muchos casos pudieran ser éstas (las fuerzas morales y las pasiones de los combatientes) exaltadas en forma tal que sólo con trabajo pudiera apartárselas del camino político.

De aquí se desprende cuán desacertado se estaría en considerar la guerra como la ejecución de un acto meramente racional de los gobiernos, y cada vez más desprovisto de todo apasionamiento, tal que finalmente no serían necesarias las fuerzas físicas, sino sólo sus relaciones: una especie de álgebra de la acción.

LA DEFENSA

¿Cuál es la idea fundamental de la defensa? Es la de parar un golpe. ¿Por qué señal se distingue? Se distingue porque en ella se espera el golpe que se debe parar.

Una guerra en la cual las victorias solamente sirven para parar los golpes y donde no hay ninguna intención de devolverlos, sería tan absurda como una batalla en la cual la defensa más absoluta (la pasividad) prevaleciese en todas las partes y de todas maneras.

Pero para que el que se defiende haga también la guerra, debe asestar golpes, es decir dedicarse a la ofensiva. Así la guerra defensiva comprende actos ofensivos que forman parte de una defensiva de un orden más o menos elevado.

CONTRAATAQUE

Un rápido y vigoroso cambio hacia la ofensiva - el relámpago de la espada vengadora - es lo que constituye los más brillantes episodios de la defensa.

La defensa no es más que una forma ventajosa de guerra, por medio de la cual se desea procurar la victoria para poder, con ayuda de la preponderancia adquirida, pasar al ataque, es decir a un objeto positivo.

El acto de ofensiva consiste siempre en la guerra, y sobre todo en la estrategia, en una alternativa y una combinación continua del ataque y la defensa.

En el denominado punto culminante, un rápido y vigoroso cambio hacia la ofensiva es lo que constituye los más brillantes episodios de la defensa.

CUANDO PARAR EN LA VICTORIA

Según esto, la preponderancia que se posee o adquiere en la guerra es un medio, no el fin, y debe ser sacrificada a este último. Pero es preciso conocer el punto que sirve de límite para no rebasarlo y recoger, en lugar de ventajas nuevas, la vergüenza de un fracaso.

TÁCTICA Y ESTRATEGIA

Se deduce la existencia de dos acciones completamente distintas: la disposición y conducción de estos combates y el combinarlos entre si para el fin de la guerra. La primera constituye la Táctica, a la segunda se le llama Estrategia.

Para llevar a feliz término toda una guerra o cada una de sus actos más importantes, que se denominan campañas, precisa un profundo criterio en altas razones de Estado. Dirección de la guerra y política obran de consenso, y el general en jefe se hace también estadista.

Es cierto que la cuestión política no penetra profundamente en los detalles de la guerra; no se colocan los centinelas, no se conducen las patrullas según las consideraciones políticas. Pero la influencia del elemento político es tanto mayor, cuando se hace el plan de toda la guerra, de la campaña y a menudo también de una batalla.

Cuanto más importante y de mayor entidad sean los motivos de la guerra, cuanto más afectan a los intereses vitales de los países, con mayor empeño se tratará de derribar al adversario, entonces tienden a confundirse objetivo guerrero y fin político y la guerra aparece menos política y más puramente guerrera.

CENTRO DE GRAVEDAD

Es necesario no perder de vista jamás las relaciones predominantes de los Estados beligerantes. Los intereses que con ellos se relacionan formarán un centro de potencia y movimiento que arrastra todo lo demás. Es contra este centro de gravedad contra el que debe ser dirigido el choque colectivo de todas las fuerzas.

No obstante, hay que distinguir tres cosas, que como objetos generales comprenden todo lo restante y que son: las fuerzas militares, el país y la voluntad del enemigo.

Las fuerzas militares enemigas deben ser anuladas, esto es puestas en tal estado que no puedan continuar la lucha. El país debe ser conquistado, pues con el se podría formar nuevos elementos de combate.

Conseguidos estos dos extremos, la guerra, esto es la tensión hostil y la acción de medios hostiles, no puede creerse hayan cesado mientras la voluntad del enemigo no sea violentada, es decir, sometidos su Gobierno y aliados a firmar la paz o subyugado el país.

Así, cuando se trata de un proyecto de guerra, el primer punto de vista tiene por objeto investigar los centros de potencia del enemigo y reducirlos en lo posible a uno solo.

PRINCIPIO DE LOS PLANES

Consiste en reducir la potencia enemiga a un número lo más reducido posible, a uno si se puede, y, en todos los casos reducir a un mínimo el número de choques contra esos centros, y si es posible a uno solo.

Los factores morales constituyen la cuestión más importante en la guerra, porque los efectos de las fuerzas físicas están completamente fundidos con los efectos de las fuerzas morales, y no pueden separarse.

Ahora, en el combate, toda la actividad, pues tal supone su concepto, se encamina al aniquilamiento del contrario, o mejor dicho, de su capacidad de combatir; la destrucción de las fuerzas en combate es, pues, siempre el medio para conseguir este fin del combate.

CONDUCCIÓN DE LOS COMBATES

Se incurriría en gran equivocación si se pretendiera sacar la consecuencia de que la embestida ciega llevará siempre la victoria sobre la habilidad. La torpe acometida contribuiría a la destrucción de las fuerzas propias y no de las contrarias; no se puede en modo alguno referirse a ella.

Es claro que un adversario vivo, valiente y resuelto, no dejará el tiempo para ejecutar combinaciones acertadas de efecto lejano; y sin embargo, sería precisamente contra un tal adversario cuando se tendría mayor necesidad de ser sostenidos por la capacidad de la inteligencia de los generales. Esto parece probar suficientemente la superioridad de los resultados sencillos y directos sobre aquellos que dependen de combinaciones complicadas.

No se cree que el choque simple sea el mejor, sino que la ventaja de las combinaciones debe restringirse según la seguridad que presenten.


Esta teoría militar tiene más de 150 años pero representa una realidad del conocimiento de la naturaleza humana en cuanto a la guerra que no ha cambiado; sólo de nombre.

La DINA llevó estos conceptos de la guerra contra su enemigo donde quiera que fuese encontrado, para destruirlo y agotar su capacidad de lucha. Y en 1977 esto se había logrado.

Pero además, se había evitado una guerra de guerrillas generalizada, asesinatos y secuestros, colocación de explosivos, etc. Se evitó en general que la población civil se viese afectada e involucrada por esta guerra “bajo la mesa” contra el MIR, el Partido Socialista y el Comunista.

Se obtuvo una buena red de contactos con todos los gobiernos anticomunistas del mundo y gracias a ello Chile obtuvo el material bélico para hacer frente a la guerra que se avecinaba con Perú y los cubanos. Se pudo haber llegado a un arreglo final y feliz con Bolivia de no haber sido por los ineptos de nuestra Cancillería; y se logró también los canales paralelos de comunicación con militares peruanos y argentinos, justamente para evitar conflictos futuros.

Y fueron estos contactos los que evitaron la guerra con Argentina en 1978.

Se mantuvo a Chile en paz esos cuatro años, mientras se llevaba adelante la mayor modernización de la economía de un país que no se había visto otro igual en el mundo. Así como los estudiosos del Derecho preparaban la nueva Carta Magna con la que la Junta pretendía que Chile jamás volviera al desmesurado poder de los políticos y sus robos en desmedro del pueblo. Al menos eso quisieron.

Esa paz se materializó en 1977 y esa fue la victoria de la DINA. Pero no fue fácil. Se hicieron de más enemigos que los esperados y lo peor que eran de las propias fuerzas.

El primero de ellos sería el General Gustavo Leigh quien pretendió “dirigir” a la DINA y la primera gran discusión que tuvo con Pinochet fue por esto. Pinochet simplemente le dijo “Yo mando la DINA”. El Almirante Merino no se involucraba, salvo que en una oportunidad le dijo a mi padre “no se meta en los puertos”, y ante la insistencia de mi padre, Merino le contestó “toda la Armada es DINA para la inteligencia que requiera en los puertos”.

Pero Leigh no se quedó tranquilo y formó el “Comando Conjunto” que fue una especie de servicio de inteligencia integrado por aviadores, militares y algunos marinos, pero en su mayoría civiles provenientes del grupo ultraderechista “Patria y Libertad”, quienes intervinieron en mala forma en las acciones de la DINA durante un año, al punto que mataron a un agente de esta. Ahí se agotó la paciencia a mi padre e intervino Pinochet quien amenazó a Leigh.
Este no quiso perder su puesto y el denominado “Comando Conjunto” (que había cometido una gran cantidad de brutalidades, ya que mayormente lo integraban civiles sin experiencia ni disciplina) pasó a segunda línea muy tranquilo para luego desaparecer.

En el ámbito económico la DINA había investigado cómo se repartían las industrias del Estado en su privatización en pocas manos, lo que les valió poderosos enemigos en algunos empresarios.

En el ámbito político se ganó otro enemigo: Jaime Guzmán. No por el hecho de cómo hoy día lo presentan sus seguidores sino por que los analistas de política de DINA habían advertido que un Gobierno Militar como el nuestro no debía fijarse plazos de entrega del gobierno sino hasta que todos los que habían participado en uno u otro bando estuvieran completamente retirados del ámbito público, es decir casi muriéndose de viejos (como en la España de Franco que solo entregó el Poder cuando falleció, además que jamás dejó de lado ni abandonó a quienes combatieron con él en la Guerra Civil de 1936-1939) sino se revivirían los odios.

Y en la nueva Constitución se preveía un plebiscito para 1988, el cual si se perdía se entregaba el gobierno. Y era peligrosísimo por cuanto la mayoría de los exiliados estaban “afilando sus dientes” en sus exilios dorados de Europa y con toda la ayuda económica y publicitaria que esos gobiernos mal informados tenían sobre la realidad chilena antes de 1973.

Pero Pinochet estaba cada vez más político que militar y se dejó influenciar por el ambicioso de Guzmán (el cual visitó varias veces a mi padre en sus oficinas de DINA y en una oportunidad llegó a nuestra casa una noche en que yo le abrí la puerta) quien lo convenció que debía “limpiarse de la imagen de dictador” y ser un Presidente elegido.
Bonita figura pero imposible de llevar a cabo en una situación como se forjó el Gobierno Militar el 11 de Septiembre de 1973, siendo iluso creer que el mundo aceptaría como "democrático" a un gobierno que se vio obligado a tomarlo por las armas; más aún con la infame campaña publicitaria extranjera que no perdonaría que Chile no hubiese sido otra Cuba.
Era solo una maniobra para el propio bien de Guzmán y sus seguidores hacia el parlamento que deseaban, y pronto.

Y Pinochet decidió mal: eliminó a la DINA y alejó a mi padre en la CNI dependiendo del Ministro del Interior. Lo único que hizo fue enviar una nota de agradecimiento a todos los hombres y mujeres que combatieron en este organismo; este documento aún lo tiene mi padre y yo lo leí.

Mi padre sólo tuvo una aliada entre los políticos y ministros civiles de ese año: Mónica Madariaga; y hasta el día de hoy.

Luego vendría el peor error de Pinochet: sacó a mi padre de CNI y lo envió al Comando de Ingenieros para que se hiciera cargo de la Carretera Austral en plena construcción y nombró a un general en retiro a cargo de CNI, Odlanier Mena (Reinaldo al revés).
Este ex oficial era enemigo de mi padre desde que eran alumnos en la Escuela Militar y fue uno de los disidentes en el nombramiento de mi padre en 1973, para después Pinochet darlo de baja por lo mismo, pero ahora lo colocaría en un puesto clave que casi le costó su gobierno, el retorno del terrorismo y la causa última por la cual hoy están presos todos los militares.

Durante el tiempo que estuvo en CNI lo único que hizo fue ocupar todos los medios a su alcance para primero destituir a los miembros con excelente experiencia en el combate y análisis contra el terrorismo que venían de DINA y entregar la lista completa con los nombres de todos los funcionarios de ésta a la Vicaría de la Solidaridad (organismo de los curas marxistas) y poniendo en su lugar a civiles fanáticos, mal entrenados y sin experiencia en el tema (en el próximo capítulo verán cuáles fueron sus acciones) y en segundo lugar volcó su odio en inculpar a mi padre y sus hombres de DINA en cuanto crimen se les acusaba, como el de Letelier en que Mena tuvo una activa participación para encarcelar a mi padre y otros, además de poner en riesgo la viabilidad del gobierno esos años; el crimen de Prats, etc.
Pero a pesar de estar mi padre en una repartición tan alejada de los aconteceres políticos y de inteligencia, a finales de 1977 el General Pinochet lo envió a Argentina a hablar con su amigo el General Videla Presidente de la Junta de Gobierno de ese país con el objeto de tener conversaciones, reafirmar las confianzas y evitar la guerra que allá deseaba el Almirante Massera y algunos desquisiados nacionalistas que siempre han detestado a Chile.
Y gracias a ese viaje en que mi padre cumplió con el objetivo, ya que Videla lo estimaba como amigo (para el matrimonio de una de mis hermanas envió uno de los regalos más hermosos), vino el primer encuentro de los Presidentes en las ciudades de Mendoza y Puerto Montt.
El General Pinochet siempre contaba con mi padre y su trabajo que realizó en DINA en caso de peligro que él no podía solucionar.

Pero luego vendría la mayor deslealtad de Pinochet a mi padre y la lealtad permanente de este hacia aquel.
Para aquellos que no les cause agrado los escritos que vienen, les recuerdo que mi obligación moral es con la historia de Chile que yo viví.
"Cuando el peligro amenaza, las personas se acuerdan de Dios y recurren al soldado; cuando el peligro ha pasado Dios es olvidado y el soldado despreciado".
Nos vemos.