septiembre 04, 2005



Estas eran las imágenes que se veían a diario desde los '60 a 1973...aunque hoy muchos las ignoren, las olviden o utilicen tergiversando la historia.

Y esta violencia reflejada en un Presidente disparando un fusil AKA de fabricación soviética y regalado por el dictador Fidel Castro; además de un mirista golpeando a un Carabinero son hechos que se originan antes del 11 de septiembre de ese año.
Y los mismos socialistas que hoy nos gobiernan y posiblemente nos gobernarán eran parte de ese gobierno armado que cínicamente vociferaba "no a la guerra civil" mientras entrenaba a miles de chilenos en técnicas de guerra irregular con instructores cubanos e infiltraba a las FFAA para su "dictadura del proletariado" que vendría luego de una guerra civil que ya habían planificado.

Con los años he meditado el hecho de si hubiese sido "mejor" que las FFAA y Carabineros no se hubieran adelantado a esta guerra civil que venía y habríamos tenido miles y miles de muertos, ya que se habrían dividido los estamentos armados y al final de ésta no habría familia en Chile que no hubiese tenido entre sus seres queridos a un muerto o herido; lo que probablemente nos habría llevado pronto a una pacificación y olvido de esos horrores como fué en la Guerra Civil de 1891 la que derivó en cuatro leyes de amnistías que fueron totalmente aplicadas y los ánimos apacigüados...; pero estamos en Chile y el odio perdura por aquellos que se sirven de este engendro del demonio luego de más de treinta años.

Llegamos a Tejas Verdes en el verano de 1973; era un lugar magnífico para mí por cuanto es hermoso, cerca de la playa, con grandes y bonitos jardines y una piscina olímpica que disfrutábamos todos los niños y no tan niños de "la comarca".

Hice grandes amigos que conservo hasta el día de hoy como también imborrables recuerdos de temor. Pero hasta antes del 11 de septiembre yo al menos veía la vida según mi altura, y todo era jugar con mis amigos (formamos el "Club Chimenea" ya que comenzábamos a fumar), andar en bicicleta, ir a pescar al río y nadar, nadar y nadar. Además de seguir las historias de Mampato.
Fui al Colegio "Instituto del Puerto" en 5º básico con un gran profesor de nombre José "Pepe" Cornejo (era militante del MAPU) que quedaba cerca del centro de San Antonio y recuerdo los constantes disturbios callejeros y el irrespirable olor de las "lacrimógenas".

Sentía y veía a mi padre preocupado ya que cada día menos atención me daba. Trabajaba hasta tarde y se iba muy temprano, a pesar que su "oficina" quedaba dentro del cuartel pero casi no lo veía. Si ví a muchos civiles que concurrían a verlo por las noches.

Tejas Verdes era una antigua hostería en el sector sur de la localidad de Llo-Lleo colindante al río Maipo que había sido adquirida por el Ejército para albergar a la Escuela de Ingenieros y se habían construído las casas para el personal militar y las instalaciones para el cuartel mismo; pero hubo que acomodarlo a las necesidades del servicio ya que estaba abierto completamente e incluso circulaba la locomoción colectiva por la avenida principal del cuartel.
Al norte de la Escuela de Ingenieros se encontraba un cerro cubierto de árboles y también abierto lo que dejaba a una Unidad militar en completa inseguridad.

Mi padre viendo estas graves falencias le solicitó al Alcalde de San Antonio que lo autorizara a cerrar la avenida para cortar las entradas al cuartel y dejarlo como tal (quien accedió gentilmente) y al dueño del cerro cercarlo y además, sembrar un campo minado.
Desde ese momento quedó como un Regimiento en situación de poder defenderse y actuar para controlar el puerto, por el cual se embarcaba todo el mineral de cobre que venía de la mina El Teniente por ferrocarril desde Rancagüa en la cordillera.

Ya el ambiente a fines de marzo era malo; las elecciones que vinieron de diputados comprobaron la polarización del país entre quienes deseaban seguir en democracia y quienes querían el poder total por las armas.

Un fin de semana largo, no recuerdo bien si fue en Semana Santa, llegó hasta nuestra casa ubicada al borde del río un señor que vestía un chaleco celeste y manejando un Fiat 125 acompañado de su señora: era el General Augusto Pinochet (aún no era Comandante en Jefe) y doña Lucía Hiriart.
Almorzaron en la casa y le pidieron a mi padre que los alojara en la hacienda de Bucalemu, distante a unos cuarenta kilómetros al sur la cual había sido entregada en comodato a la Escuela de Ingenieros Militares por la familia Vicuña. En ésta sólo se encontraban un par de militares como cuidadores pero con comunicación alámbrica con el cuartel.

Esa noche Pinochet y la señora Lucía se fueron al hermoso lugar con su parque de árboles centenarios y pavos reales, por los cuales caminó el Presidente Balmaceda.
Antes de la madrugada llaman por citófono interno a la casa nuestra y veo a mi padre levantarse y dar órdenes a grito por los intercomunicadores. Y partió.
Llegó bien entrada la mañana junto a Pinochet y su señora, más un gran contingente militar.

Esa noche un grupo de "campesinos" miristas se habían "tomado" varios fundos y entre ellos intentaron ingresar a Bucalemu pero fueron repelidos por las armas de estos dos militares quienes comunicaron de inmediato lo que estaba ocurriendo; y junto a ellos nada menos que un General de Ejército.
Mi padre llegó al lugar con una Compañía de soldados y pusieron en desbande a los "tomadores del pueblo". Y se acabó el peligro.

Puede ser que éste y otros hechos acentuaran más la confianza de Pinochet en mi padre en su conducción militar; y no precisamente de desfile.

Pasarían los días, y recuerdo uno en especial. Me encontraba jugando con mis amigos y amigas en el jardín del casino de la Escuela de Ingenieros (la antigua hostería) por cuyo frente pasa la avenida principal que se encontraba cerrada a los vehículos civiles por una barrera con personal militar de guardia y armados, a unos cien metros de donde estábamos pero a unos veinte de la calle.
De pronto sentimos unos gritos y sonidos muy parecidos al rompimiento de ampolletas en el aire, y en fracción de segundos vemos a un auto que velozmente destruye la barrera y dispara reiteradamente en todas direcciones.
Venía saliendo un oficial desde el casino y al vernos se lanzó sobre nosotros (con los que pudo) hacia abajo con el cuerpo pegado al pasto; logré ver salir a otro oficial desde las dependencias de la Dirección de la Escuela (a un costado pero en el mismo edificio del casino) con su boina negra, corriendo con un fusil SIG en sus manos y pasando bala, al mismo tiempo que le gritaba a otro militar que arrancara un "jeep" y juntos emprendieron la persecusión de los atacantes mientras este oficial les disparaba dos cargadores completos de su fusil (unos cuarenta tiros).
Era el capitán Eugenio Videla quien era Comando y se había entrenado en Fort Bragg.

El otro oficial que nos cubrió era el teniente Rodrigo Rodríguez (muy alto y fornido) quien moriría en 1974 en un accidente en la Escuela de Paracaidistas y FFEE en Peldehue.

Nunca hemos olvidado este hecho con mis amigos; fue un bautismo de fuego a los diez años de edad.

Pasaron las semanas y más se nos restringía a estar dentro del cuartel y me era muy difícil ir a la casa de mi mejor amigo cuyo padre no era militar pero vivía a la salida del Regimiento.

Una mañana no pude ir al colegio: era el 29 de junio. El Regimiento de Blindados Nº2 de Santiago se había sublevado y su comandante (el "chico" Souper, compañero de curso y muy amigo de mi padre) había sacado los tanques y atacó La Moneda.
Quiso que todo el Ejército lo siguiera y no tuvo resultado, ya que aún estaba el General Prats al mando del Ejército y además muy respetado; por otra parte era un movimiento caudillista que involucraba al abogado Pablo Rodríguez, dirigente del movimiento de extrema derecha "Patria y Libertad" (quien tildaba a los militares de "gallinas") y que causó solo confusión. Pero Prats tuvo la valentía de rendir a un oficial que estaba dentro de su tanque él solo.

El Ejército no siguió a Souper ni Rodríguez (quien se asiló en una embajada y ahí estuvo hasta después del 11 de septiembre) y hubo decenas de muertos esa mañana; incluso el Regimiento de artillería "Tacna" tuvo que enfrentarse a tiros con el personal militar del "Blindados" que no quiso rendirse y se hicieron disparos de cañón al portón de entrada de este último en que murieron varios uniformados.

Triste por decir lo menos ver como se mataban los soldados entre sí, ante un gobierno que no cabía en su felicidad por un "golpe" fracasado; un Ejército apesumbrado y desorientado y un país camino a una guerra civil; además del caos económico y moral generalizado.

Pero se obtuvo una gran lección: el gobierno de Allende sacó a relucir parte de sus fuerzas paramilitares quienes hicieron fuego y mataron a varios soldados y civiles en el centro de Santiago desde los edificios gubernamentales.
Esto daría una información de inteligencia vital para la acción militar posterior del 11 de septiembre, y terminó por convencer a los indecisos.

A mediados de agosto, por la avenida Bellavista de Santiago venía el General Prats en su automóvil y en una luz roja, una mujer desde otro auto le hizo un gesto "grosero" lo que indignó a Prats quien sacó su arma y apuntó a la mujer. Para su mala suerte, ésta era señora de un oficial de Ejército.
Esa noche y en la mañana siguiente frente a la residencia del General Prats se juntaron cientos de mujeres (muchas esposas de militares) quienes le reprocharon a viva voz su actitud (la que fué una noticia ampliamente difundida).
Esto hizo que el General Prats en un acto de hombría presentara su renuncia.

Allende no quizo en un principio aceptársela hasta que Prats lo convenció de que Pinochet era el "mejor candidato" para su gobierno...

El General Pinochet asumió un 23 de agosto de 1973 como Comandante en Jefe del Ejército, y se realizó una ceremonia pequeña en la Escuela Militar. Al momento de la celebración en los salones, varios oficiales de la Armada se acercaron sigilosamente a los Comandantes de Unidades militares de Santiago y las que cercaban la ciudad....; los conocían y les dijeron que venía una operación militar de guerra con el objeto de asumir el mando de la Nación y solicitaban además de la cooperación, su completa lealtad ya que no confiaban en los generales del Ejército y sabían que sería una guerra civil ya que las FFAA se dividirían.
Quedaron todos de acuerdo y el "cuándo" se les avizaría 24 horas antes.

Además la Academia de Guerra del Ejército en secreto junto a sus pares de la Armada, Fuerza Aérea y Carabineros, planificaron lo que enfrentarían; todo a nivel de mandos medios, es decir del grado de Coronel, salvo la Armada que contaba con el Almirante Merino quien desesperado veía la infiltración en su institución por extremistas comandados por Carlos Altamirano, dirigente socialista y "termocéfalo".

El lunes 10 de septiembre llegó a Tejas Verdes un helicóptero de la Armada, y se bajó un oficial marino del grado Capitán de Fragata: era mi tío Jorge, hermano de mi padre.
En el almuerzo en la casa le preguntamos a "que venía" y nos respondió " a ver a mi hermano". Era verdad, pero además le traía el Orden de Batalla para el día siguiente y que entraría al puerto el buque "Cochrane" el cual dispararía unas salvas y bloquearía San Antonio por el mar.
Por su parte mi padre debía enviar a Santiago un Batallón para servir de reserva en el ataque a La Moneda y edificios gubernamentales, pero enviándolo en la noche del 10 de una forma que nadie se diera cuenta del movimiento de tropas, además de asegurar la zona comprendida entre Algarrobo y el puente sobre el río Rapel.

Yo tenía al día siguiente una gran prueba de inglés y requería de la ayuda de mi padre para estudiar; lo "hinché" toda la tarde, ya que extrañamente se quedó en la casa luego del almuerzo con su hermano y despedirlo. Pero como a las 17:00 horas comencé a "pedir auxilio", y él cariñosamente me movió la cabeza con su mano y me dijo sonriente "mañana no vas al colegio".
Para un niño de once años era maravilloso oir esas palabras y además sin entender porqué veia a mi padre tan contento.
Entraban y salían oficiales de la casa los cuales se reunían con mi padre y luego se retiraban casi corriendo y con una sonrisa y alegría en sus rostros que jamás olvidaré.

Era el preludio de la batalla, para la cual todo militar espera en algún de momento de su carrera vivir...y ellos la tendrían al día siguiente y por muchos años más, salvándonos de una tiranía marxista.

Pero yo nada sabía; sólo fuí a contarle en bicicleta a mi amigo Rafael que "mañana no iba al colegio autorizado por el papá", y ni mi amigo y yo entendíamos porqué, pero su padre nos dijo "tú si vás mañana al colegio Rafael asi es que buenas tardes Manolito".

Me acosté feliz sabiendo que al día siguiente podría levantarme más tarde, andar en bicicleta e ir pescar....sueños.

No sabía que me despertaría a las 03:00 de la madrugada...., era 11 de septiembre de 1973.